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No estoy prestando atención a la clase, trato lo más que puedo mantener mi atención fija en los ojos del profesor, pero tengo en mi bolsillo, las vibraciones de mensajes nuevos y solo puedo pensar que Ximena Wittenveng ha contestado mi tweet o me ha llegado una denuncia.

Los ojos de Luciana estás clavados en su cuaderno, toma apuntes como loca y no deja ni un solo espacio en blanco. Lu es rubia, tiene los ojos verdes y su cuerpo es promedio, sin muchas curvas, pero completamente precioso. Es una mujer perfecta, es la cara bonita del desastre que propagamos por redes sociales cuando estamos aburridas o algún político ha dicho algo por la tele que vale la pena atacar.

Pero siempre va con cuidado, ambas tenemos dos millones de seguidores en Twitter y todo comenzó porque un día me levante e insulte a medio país. Obviamente Lu no se quedó atrás y desatamos el caos.

—Alumna Rodrigo —el director llama mi atención en la puerta —y Alumna Andrade —sus estrellitas de oro. Guardo mis cosas, mi amiga también hace lo mismo y me da una mirada de "te lo dije"

Estamos en problemas, si, probablemente... ¿me arrepiento de lo que hice? Jamás.

La clase entera se ha quedado en silencio, nos observan caminar con rumbo a la guillotina y claro que saben lo que he hecho está mañana, soy tendencia numero uno y como son tan idiotas lo han mandado al grupo de la universidad, creyendo que yo no estaba incluida.

Por eso ellos son tan incompetentes y no van a llegar muy lejos con esa actitud.

Sigo en silencio a director Porfarro, Luciana roza varias veces su mano con la mía y la miro en cada ocasión, esta con esos ojos de desaprobación. Llegamos a su despacho, nos permite entrar primero y luego cierra la puerta con suavidad.

—¡Ay niñas! —suspira cansado, es un señor de al menos sesenta años, alto y un poco robusto, tiene los ojos marrones y el cabello canoso, supongo que alguna vez fue castaño. Sus cejas son igual de blancas. Lleva gafas y un bigote que lo hace aparentar tener mucha más edad. —Cuando este año las anime a que siguieran generando escándalos, ¿con quién les dije que no?

—Fue una lista larga —suelto —se puede haber escapado un nombre, pero Luciana no tiene nada que ver —me atrevo a defender a mi amiga antes que haga cualquier cosa o nos suspensa los talleres.

—Se que Luciana no tiene nada que ver, estaba sentada aquí en la oficina cuando lo publicaste y fue una sorpresa para ella también —le doy una mirada y aprieto ligeramente mis labios —ya no puedes borrarlo, está publico y encima diste una respuesta

—No iba a quedarme con las ganas, perdón —suspiro —al menos podré comer las próximas dos semanas con esto —el directo cierra los ojos y niega, no le parece divertido.

—¿Has ido al centro de computación Luna? —niego —Wittenveng TechCom son los proveedores del material tecnológico con el que cuenta nuestra universidad, no solo computadoras, nos brindan cámaras, televisores y una infinidad de otros materiales

—¿O sea que tengo que cerrar la boca solo por que brindan a mi universidad? —pregunto irónicamente —solo es una publicación, nadie vendrá a quitarle todo porque una insignificante alumna de quinto año publico algo sobre los Wittenveng y una de ellas respondió, lo siento director Porfarro, pero me parece algo muy estúpido

—Mañana renuevan el material Luna, por lo tanto, tendremos a Ximena Wittenveng en la universidad y... —se queda silencio un momento —quiero que le pidas disculpas.

Suelto una carcajada, es una gran chiste, una gran broma y no puedo parar de reír, los ojos de Luciana están perforando mi interior.

—Oh... ¿lo dice en serio? —asiente —claro que no voy hacer eso, ni si quiera me conoce, no tengo fotos públicas y no sabrá que soy yo —tiro mi cuerpo sobre el asiento —pídame cualquier otra cosa, menos eso

INFLUENCIA;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora