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Hace cinco días que no se nada de Ximena Wittenveng, no puedo comunicarme porque no tengo mi maldita línea disponible, el chico del servicio me dijo que tardan una semana en reactivarla y enviar el nuevo chip a mi hogar. Fui a su departamento un par de veces, pero no ha estado en casa, y sé que sigo bajo la mirada de las Wittenveng porque su guardaespaldas me sigue a todos lados, pero me pregunto; ¿Qué puede hacer un hombre contra dos? Es solo un pensamiento, no es como si quisiera averiguarlo o algo así.

Le pregunte si sabía algo de Ximena, está en casa de Maximiliana y no sé dónde vive esa mujer, solo espero que este bien; he descubierto que me acostumbre demasiado a su presencia y ahora su ausencia me destruye. Al menos he podido volver a trabajar un poco, hice publicidad en dos días y ya tengo mi cuenta un poco llena otra vez.

Mi cuenta de Twitter está que explota, no por la política, no, lo deje de lado, pero cada tanto le tiro mierda a los candidatos y trato de no ser buena con ellos, tengo mucho hate. Los fanáticos de la senadora Rodrigo son un poco pesados, se ponen en un estado denso que me genera un cosquilleo en el estómago. Se realizo una encuesta para que ver como estaba el voto de la gente, fue una sorpresa para mi ver que mi madre fue la ganadora... lo que sea que estén haciendo, lo hace bien.

En fin, no importa, tengo novia y no se nada de ella hace días; ahora he tenido que venir al aeropuerto a comprar los pasajes. Lo haría desde mi laptop, pero está en la casa de Ximena.

¡Mierda!

Luciana está conmigo, al menos tengo una amiga a quien contarle la vida tan extraño que estoy llevando, aunque me ha regañado en más de una ocasión no haberle dicho cuando tuve tiempo y todo era de color, según ella, ahora es complicado. Por lo de la política y todo eso, cosas de adultos, a veces imagino que la tienen en un cuarto a puro agua y pan, que la están haciendo trabajar en las peores condiciones. La chica de la boletería está hace diez minutos tecleando en su computadora, no es tan difícil sacar un pasaje y apuesto que yo podría hacerlo más rápido. Lu nota mi severa molestia y pone su mano en mi espalda para recordarme que debo respirar.

Su tacto no es el de Ximena.

—Su identificación, por favor —dice finalmente, le estrego mis documentos y la tarjeta de crédito de mi madre, obvio que ella pagará... pero si la chica se da cuenta que ese no es mi nombre, entonces tendré que pagar yo. Luciana niega y mira hacia otro lado, esperando que no nos arresten por robar una tarjeta de crédito.

—Esta noche podemos salir de fiesta —susurra a mi lado, la joven nos da una mirada rápida y vuelve a mirar su pantalla. —Despedirnos como se debe de esta ciudad

—¿Quieres alcohol, drogas y sexo? —niega

—Alcohol y quizás un beso con algún desconocido —suspira —¿Zebra seguirá siendo acogedor? —aprieto mis labios, la joven me devuelve mis documentos y la tarjeta de crédito de mi madre, no se ha dado cuenta.

¡Que buena persona es la senadora Rodrigo al pagarle el viaje a su hija!

Me entrega los boletas y por fin nos marchamos.

—Algún día eso te dejará de funcionar

—¡No seas mala hierba! —empujo su cuerpo suavemente —estoy segura que mamá ya se dio cuenta y no quiere decirme nada porque siente culpa por ser una madre ausente

—Seguro que sí, ¿hablaste con ella? —el sol me quema el rostro, y trato de enforcar mi vista para buscar mi auto. —Hablo de tu mamá —aclara —¿le dijiste que te vas a Dsu o le mientes como a Ximena?

—No veo a mi madre desde hace bastante —confieso —creo que estoy tan enamorada de Ximena que me olvide que intentaba hacerle la vida imposible a mi madre —busco las llaves en mi bolsillo, mi hermoso Clío.

INFLUENCIA;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora