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Los largos dedos de Ximena se deslizan por el cierre de mi vestido, me ha llevado en la tarde a comprarlo y fue de su elección, ella por otra parte se ha comprado otro traje de dos piezas, no es muy fan de vestidos... aunque me hubiera gustado verla con uno.

Las polleras de tubo lo quedan de maravilla y se ve extremadamente sexy con ellos, pero, de todas formas, la ropa que use me causa un orgasmo instantáneo. Deja un beso en mi espalda descubierta y se encamina hacia las llaves de su auto, esta noche dejo mi teléfono en su hogar, nadie va a llamarme o necesitarme. Los dedos de la mujer a mi lado se entrelazan con los míos, me sujeta con fuerza y me mira de arriba abajo, tiene una sonrisa extraña en su rostro.

—¿Qué? —pregunto

—Soy muy afortunada —musita, blanqueo mis ojos y besa rápido mis labios. Nos subimos al ascensor.

—¿Irán todas tus hermanas?

—No, solo yo —me mira de reojo —dame tu ropa interior

—Tienes que estar bromeando —le miro directamente a los ojos —es incomodo

—Nadie va a tocarte así que no tienes que preocuparte —sonríe —nadie sabrá que no la llevas

—¿Por qué no me la quitas y ya? —empuja mi cuerpo hacia la pared del elevador, la situación se repite, el corazón se me acelera cuando se inclina y con sus ojos puestos en mi... sube mi vestido con tanta lentitud. Sus dedos se enredan en las tiras de mis bragas, suavemente siento que van bajando, tengo pulsaciones y estoy segura que estoy muy mojada. Sus ojos siguen clavados a los míos, finalmente llega al final y la guarda en el bolsillo de su saco.

Pensé que se detendría ahí, peor no lo hace, sube sus manos a mi intimidad y solo basta un mínimo toque para que descubra que estoy mojada. Deja de verme para enfocar su vista en otra cosa, eleva mi pierna a sus hombros y el corazón está apunto de abrir mi pecho y salir corriendo.

—¿Qué haces? ¡Estamos en el elevador! —exclamo de inmediato, con miedo a que alguien apriete el puto botón del... —¡Ah! —dejo escapar un gemido cuando su lengua se desliza entre medio de mis labios, hace movimientos circulares que me ponen la piel de gallina, las piernas se me debilitan más cuando bajo mis ojos a su rostro y descubro su azul mirándome. Corro el cabello de su cara, cierro los ojos y tiro la cabeza hacia atrás permitiéndome disfrutar como su lengua conoce cada extremo de mi vagina, Ximena Wittenveng tiene la lengua mágica. —Ximena... —susurro, mis caderas se mueven lentamente buscando más y tengo mucho calor.

El elevador se detiene, sus movimiento también y se pone de pie tan deprisa, como acomoda mi vestido y sella sus labios con los míos, tiene mi sabor. No puedo reaccionar, sonríe de par en par, no he acabado y parece que no habrá final, tomo mi mano y me arrastra hacia su auto.

—Sabes exquisito —me dice una vez que abre la puerta del copiloto y deja otro beso en mis labios, le miro fijamente y suspiro pesadamente.

—¿Solo eso? —pregunto

—Te devuelvo un poco de lo que me hiciste en mi oficina —suelta una carcajada y cierra la puerta, aprieto mis labios, la miro mientras camina hacia la puerta del conductor.

—Dijiste que no eras vengativa —recrimino cuando está dentro del auto y se ríe tontamente

—Mentí —blanqueo mis ojos

—Eres insoportable —bufo molesta, Ximena arranca el auto y se acerca con rapidez para dejar un beso en mi mejilla —me cogeré a la primera que me mire en la noche por tu culpa —a mi acompañante no le divierte y clava los frenos del auto, mi cuerpo se balancea levemente hacia adelante. No puedo evitar soltar una carcajada un poco nerviosa. La miro y su expresión es completamente seria. —Es broma —digo entre risa

INFLUENCIA;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora