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Despierto empapada, siento que me ahogo y doy manotazos a la nada para intentar buscar el aire que les falta a mis pulmones. En cuanto abro los ojos, descubro a Martina al pie de mi cama, con un vaso vacío en la mano y deduzco que ahora eso es lo que está empapando toda mi ropa.

—¡¿Qué diablos te pasa?! —le grito intentando despegar mi camiseta de dormir de mi busto. Tira sobre mis piernas una revista, luego sale molesta de la habitación y no me dice nada más.

Tomo lo que me ha arrojado, la revista pertenece a "Celebridades" y el corazón se me acelera cuando descubro en la portada una foto de Ximena Wittenveng sosteniendo la mano de una chica.

Y esa chica soy yo.

Del odio al amor; un solo paso.

Ese es el título, no puede ser, no, no, no... ¿en que momento tomaron la foto? ¿Cómo es que no me di cuenta?

Me levanto de la cama de un salto, corro hacia la sala, cocina, comedor y enciendo el televisor. En los canales de chimentos a los que asisto soy el tema de la mañana, no dejan de hablar sobre mi y Wittenveng. Tiran datos irrelevantes sobre mí, donde estudio, lo que hago y con quien me he metido los últimos años. De Ximena Wittenveng mencionan cosas que sabe todo el mundo y que no ha tenido una relación publica en mucho tiempo. Muerdo mi labios, tiene que ser una maldita broma...

Cuando pienso que ya no se puede poner peor, aparecen fotos nuestras charlando en la sala, con su mano en mi cintura, muy cerca de mi rostro y muy cerca de mi boca. No paso nada anoche, ella fue muy respetuosa y acepto que no me iría con ella a ningún lado.

Pero... ¡Mierda!

Me olvide por completo de los fotógrafos, ¿Qué estarán diciendo de mí en Twitter? No dudo en correr hacia la habitación para buscar mi teléfono, pero no lo encuentro, vuelto a la cocina y está encima de la mesada. Ahora si noto la presencia de mi madre y de Martina.

Mierda, Martina

La mujer no me mira, esta tecleando en su computadora con una velocidad demencial, tiene la mirada dura y fruncida. Si le llego a decir algo o buscar una explicación, me saltará encima y me matará enfrente de mi madre.

—Yo...

—No digas nada —me detiene mi madre, la mujer tiene una taza de café en la mano y camina hacia Martina, deja caer su mano sobre el hombro de la chica que está muy molesta. —Sinceramente creí que habría fotos tuyas entre las piernas de McClant, pero me sorprendiste —Martina comienza a toser y mi madre le da una mirada mientras bebe su café.

—No es lo que piensan —advierto de inmediato y abro Twitter a la velocidad de un rayo. Soy tendencia numero uno y a pesar de los comentarios positivos, de lo lejos que he llegado, que me falta un poco para ser la dueña de la empresa y bla, bla, bla... no me deja de doler el hecho que piensan que estamos saliendo y que mi reciente molestia por las Wittenveng es por; ¡UNA PUTA PELEA MARITAL!

—Al menos no la besaste —susurra entre dientes Martina Ramos, no está enojada, está furiosa y se nota, me da una rápida mirada.

—No es lo que crees... no es lo que ven —insisto recordando la presencia de mi madre—solo hablamos, las fotos están tomadas de diferentes ángulos y no estábamos tan cerca —señalo el televisor con mi mano cuando ponen en primera plana nuestros rostros.

—Parece que te la ibas a comer —sigue Martina, mi madre intenta contener una sonrisa en su rostro y aprieta sus labios con fuerza, luego esconde su rostro dentro de la taza.

—No es así

—¿Cómo es entonces? —pregunta, detiene todo lo que hace y tira su cuerpo sobre la silla para poner toda su atención en mi rostro. —Porque lo que yo veo es que estabas a esto —levanta su palma y la pone cerca de su rostro —a esto de besarla, dime Luna, ¿a que huele su respiración? Porque seguro la sentiste —se levanta molesta de la silla y comienza a guardar sus cosas, la senadora Rodrigo nos mira divertida, a ella no le importa en lo absoluto. —Iré al congreso a presentar los proyectos —le dice a mi madre, está asiente analiza todo el rostro de Martina, pero la mujer no le mira a los ojos y prefiere mirar sus cosas mientras las guarda.

INFLUENCIA;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora