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Despierto con un profundo dolor en mi espalda, es muy parecido a esa vez que me dieron una paliza a la salida de un boliche porque querían robarme y me negaba. Tengo los brazos entumecidos, fríos y siento algo duro en mi trasero, abro apenas los ojos, me encuentro con las patas de la sillas. ¡Claro! Sigo durmiendo en el suelo de su sala, esa perra... intento acomodar mis piernas para levantarme y la mesa se mueve en mi dirección. ¡Sigo esposada!

—Despacio, casi tiras mi desayuno —esa voz

—¡Desátame ahora mismo! —le grito y me giro para verla en la punta de la mesa, bebiendo su café y con sus orbes azules en mí. Me mira divertida, hoy no lleva ropa de trabajo, está super casual y con unos jeans que arrancaré en cuanto tenga la oportunidad. No lleva zapatos.

—No es forma de darle los buenos días a tu novia —finge estar enojada y no puedo evitar sentir un enojo dentro de mí, quiero matarla. Ximena se levanta de su silla, pero no camina hacia mi posición, se desvía por la mesada y la escucho encender la cafetera. —¿vas a darme los buenos días? —pregunta, pero no puedo verla desde aquí abajo.

—Cuando me desates, ahí te daré los buenos días —comento apretando los dientes, subo la cobija para cubrir todo mi cuerpo... una parte de él, ya que mi pierna esta colgando del caño de la mesa, me duele la cadera. Ximena suelta una suave carcajada que desaparece cuando la puerta de entrada se abre... es su hermana Renata.

—¡Que bueno que estes preparando café aún no desayune! —exclama con alegría, pasa por frente mío, me mira y sigue caminando... le tarda un segundo en volver sobre sus pasos para verme de nuevo. Trato de cubrirme los pechos. La carcajada de Renata me es insoportable. —Te luciste Ximena la verdad —me mira de arriba abajo

—No la mires tanto —ordena Ximena un poco molesta, la mujer aparece en mi campo visual y empuja a Renata para que tome asiento, la deja justo a su lado, muy lejos de mí.

—¿Fue cómodo dormir ahí? —pregunta y tiro mi cabeza hacia atrás, olvido que no tengo la almohada en su lugar y el golpe es fatal.

—¿Quieres cambiar de lugar?

—Con Ximena quiero cambiar de lugar —comenta divertida, los ojos de Xime se clavan en mi rostro y me mira con una expresión de que me atará la otra pierna si es necesario.

—No creo que a ella le moleste, tiene carne y come vegetales —Renata suelta una carcajada. Ximena no soporta un segundo más, se acerca a mi cuerpo, de su bolsillo saca la llave de las esposas, soy libre pero sus dedos me toman del lugar donde antes había un metal. Soy arrastrada por el pasillo. —¡Esta frio el piso! —exclamo y hago lo posible para poner las cobijas sobre mi trasero y no sentir que estoy siento un trapo de piso humano. Abre la puerta de su habitación, me arrastra hacia adentro y luego me esposa a la pata de su cama. —¡¿Estas bromenado?! —grito molesta, intenta alejarse de mi y la tomo del pie, provoco que se caiga.

Me subo sobre ella para quitarle las llaves, pero Ximena es una mujer con mucha fuerza y apenas logro alcanzar sus manos. Las piernas de Renata aparecen frente a mí, subo mi mirada y me encuentro con sus ojos azules, nos mira divertida.

Renata Wittenveng se viste igual que Ximena, trajes a dos piezas, colores elegantes y me atrevo a decir que es la más divertida de las hermanas. No las conozco a todas, pero Renata me cae mejor, a pesar de que tiene ese humor y es un poco molesta.

—Es mucha carne para ti sola, Ximena —susurra su hermana mirando mi cuerpo, Ximena la golpea con fuerza en la pierna y la mujer retrocede sobando la parte donde fue lastimada. Ximena nos envuelve a ambas con las cobijas, aunque solo espera tapar mi cuerpo y que nadie más lo mire.

—¡Toda la razón! —exclamo y los dedos de la mujer que tengo debajo de mi cuerpo se enredan de mi cabello, tira ligeramente de ellos y comienzo a reírme —es broma, es broma, soy toda para ti —digo entre risas, y mi novia no parece muy divertida por ello.

INFLUENCIA;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora