6

253 40 4
                                    

—Serian setenta mil —la voz del señor del servicio me produce una jaqueca profunda, es lo más caro que me ha costado un beso y unos cuantos manoseos. Pero gracias a dios mi laptop tiene pantalla nueva, creo que exageró un poco con el precio del arreglo, pero no puedo decir nada... busco en mi billetera la tarjeta de crédito de mi madre, pagará ella.

Espero que la senadora no le moleste que tome una pequeña parte de su sueldo para pagar lo que su asistente rompió. El señor no mira los datos, solo la pasa por el posnet y me la entrega de inmediato. Guardo el aparato en mi bolso, está vez me aseguro de cerrar bien y que no haya fugas electrónicas. Me entrega el ticket y una garantía de seis meses por si llega a fallar, me despido y salgo al exterior.

Es un día caluroso, pero no lo suficiente para andar con faldas sin cancán o una simple camiseta.

Mi teléfono suena, lo saco de mi bolsillo y veo en la pantalla el nombre de Luciana. Me gané una reprimenda el sábado por publicar un Tweet mientras trabajaba y cuando le conté lo que había pasado, me pidió de rodillas que busque otro blanco, que deje en paz a las Wittenveng.

Pero no soy de esas que sueltan rápido...

—Buen día —saludo, me detengo a mirar la vidriera, es un comercio de Wittenveng TechCom, tienen pantallas de todas las pulgadas y como no, pasan su típico comercial de que su producto es bueno.

—Buen día Luna, ¿Dónde estás? —su voz esta adormecida, imagino que recién despierta

—Vine a reparar mi laptop, ¿tu?

—En casa, me despertó un llamado de Lizardo —susurra con la voz ronca. Observo cada movimiento de la pantalla, tienen buena definición... la W perfectamente grabada en el centro de la parte de abajo me produce inquietud. —Tenemos un evento esta noche y te gustará ir

—¿Sí? ¿Por qué? —observo al muchacho atendiendo a unos jóvenes, y me pregunto... ¿Cuánto costará venderle tus datos a una Wittenveng?

—Es en Prisco —frunzo el ceño.

Prisco es un lugar para eventos exclusivos, tienes que ser millonario o manejar algo grande para poder costear una noche y con todos los lujos, bebida y comida se agrega al extenso presupuesto que sale Prisco. Tiene que ser alguien mediáticamente importante...

—¿Cómo es que estamos invitadas? —pregunto, retomo mi caminata y me detengo justo al lado del auto que me trajo, abro la puerta. Dentro está Martina tecleando en su teléfono con velocidad, no me presta atención.

—El evento lo organizan los del streaming, en conjunto, y como somos unas criminales de la web... obvio que nos quieren ahí —relamo mis labios.

—Está bien

—A demás, está invitada Ximena Wittenveng

—¡¿Qué?! —grito como una maldita loca, Martina se sobresalta y tira su teléfono al suelo. —Lo siento, lo siento —me disculpo de inmediato y me gano una mirada de odio por su parte, se inclina a tomar el teléfono. —¿Cómo lo sabes?

—Lizardo me pasó la lista de invitadas y ella está en la sección de exclusivas —me acomodo en el asiento, Martina deja caer su mano en mi rodilla y presiona un poco fuerte, le miro, pero está mirando la pantalla de su teléfono, no necesita nada de mí. —¿Y sabes quien más?

—¿Quién?

—Lisbeth McClant —ese nombre, aprieto mis dientes y cierro mis ojos con fuerza.

Lisbeth McClant un grano en mi frente desde que comencé con esto, no estoy segura si fue la tercera o cuarta de las personas que jodí, pero fui acosada durante meses por sus estúpidos empleados y donde yo iba, ella iba.

INFLUENCIA;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora