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Max apenas y podía respirar, pero el oxígeno había dejado de ser algo vital para él a comparación de los besos de Sergio. En algún momento se habían trasladado al pequeño sofá de dos plazas que estaba en la habitación. Max, quien estaba sentado sobre Sergio, intentó alejarse por tercera vez desde que aquella intensa sesión de besos había comenzado.

—No —logro decir Max, aunque ese no lo había dicho unas cuantas veces ya— para, para.

Max logró alejarse un momento, tiempo suficiente para que su mente se despejara un poco, era ahora o nunca, si volvía a besarlo comenzaría de nuevo a perder el control de sus propias acciones.

—¿Por qué quieres que pare? —a Sergio estaba comenzando a molestarle la constante resistencia de Max— ¿es por él? ¿Dime quien es y por qué lo trajiste?

Max se puso de pie, eso era el colmo para él, por un momento se había olvidado de que no tenía derecho a cuestionarle nada.

—No tengo porque darte explicaciones sobre mi vida amorosa.

Sergio también se puso de pie, siguiendo a Max, quien parecía querer poner toda la distancia posible entre ellos.

—¿Vida amorosa? —pregunto, acercándose lentamente al rubio, como un depredador a su presa antes de devorarla— entonces el es tu novio, supongo que le hablaste de lo que hicimos en la playa, ¿le contaste como pronunciabas mi nombre entre gemidos, como explotaste en mi boca, como disfrutaste estar conmigo?

Sergio se acercaba a él con cada palabra pronunciada, a Max le excitaba el tono ronco y seductor que usaba siempre.

—Yo no... él es... —Max vio la sonrisa socarrona que se formó en los labios de Sergio, burlándose de su nerviosismo. Sergio tenía una pareja, con la que según tenía entendido, llevaba un largo tiempo ¿por que tenia que seguir jugando de esta forma con el?

Max tomo un respiro profundo, concentrándose en lo que tenía que hacer, como cuando corría, concentrado solo en él y en vencer a los demás. Irguió la espalda y echó los hombros atrás, no se dejaría intimidar por un hombre que media a menos que él.

—Steve no es mi pareja, es alguien con quien salgo a veces, jamás estaría con otra persona teniendo pareja, no hay nada más desagradable que las infidelidades, no se puede confiar en alguien que no tiene lealtad y tu Sergio, eres una persona sin lealtad.

Sergio retrocedió un paso, si algo tenía él, es que era leal. Le debía lealtad a su padre, por haberle dado un hogar lleno de amor, a sus hermanos, por estar con él incondicionalmente, a Susie, la única figura materna que reconocía y le debía lealtad a la gente que arriesgaba la vida por él a diario. La lealtad era uno de sus mayores principios y se la daba a quienes se la ganaban.

—No sé a qué te refieres con eso, Max.

—A que tienes novia, tienes una pareja y por tu culpa me he convertido en una persona asquerosa que tiene sexo con alguien no disponible.

¿Cómo se enteró Max de eso? Sergio no recordaba haberlo mencionado nunca, sobre todo porque no era algo relevante en verdad.

—¿Quién te lo dijo? —pregunto este.

—Eso no importa, lo que importa es que me usaste y no permitiré que lo hagas otra vez.

Dar explicaciones no era algo que disfrutara o algo a lo que estuviera acostumbrado, en verdad era algo que detestaba, nunca había tenido que dar explicaciones más que a su padre y hacía años que lo único que hacía era dejarle informes, su padre confiaba plenamente en él, al igual que Lewis. Como heredero, Lewis tenía el derecho de pedirle explicaciones de cada uno de sus movimientos, sin embargo, eso jamás había sido necesario.

Good BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora