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La carrera había terminado con una nueva victoria para Max. Si las cosas seguían como hasta el momento, el rubio tendría su primer título ese año.

George había planeado aquella celebración, tal vez ellos no tenían tanta suerte como Max, pero otra vez habían quedado en podio e iban segundos en el campeonato, por detrás de Red Bull, George también estaba peleando el subcampeonato y si a Mick le iba bien, podría quedar en tercero. Celebrar era lo menos que podían hacer en ese punto.

—Debimos invitar a Toto también —insistió una vez más George.

—No queremos salir con un viejo —replicó Lewis— además, él irá a un bar con Christian, esos dos parecen llevarse bien, creo que eso es bueno.

—Nosotros tampoco queremos salir con un viejo —dijo Max— por eso le decía a Mick que pasará a dejarte en el asilo.

Ya se había convertido en algo cotidiano que esos pelearan todo el tiempo entre ellos.

La noche comenzó de lo más bien para todos.

Lewis y Mick no se separaban el uno del otro, si Mick quería un trago, Lewis iba a buscarlo, si Mick quería una canción en específico, Lewis hacía que la pusieran. Así eran las cosas ahora, si Mick quería algo, Lewis se lo daba en bandeja.

—Jamás pensé que vería a Lew así —dijo Rocco— es una puta vergüenza, miralo, parece que Mick es el gangster y él su perrito faldero.

—Si nuestro padre lo viera ahora seguro lo mataría.

Los —dijo Vitto— mataría a ambos, te ves igual de estúpido que Lewis, ustedes son los esclavos de esos dos chicos, y no me mal entiendas, creo que son buenos para ambos, pero no te muerdas la lengua hablando de tu hermano cuando actúas igual que él.

Sergio replicó aquello, si bien sabía perfectamente que Max tenía cierto poder sobre él, no consideraba que aquello fuera tan extremo como el caso de Lewis y Mick. Lewis en verdad hacía todo lo que el chico le dijera, seguramente sí un buen día Mick se levantaba queriendo desayunar comida japonesa, Lewis lo llevaría en el jet hasta japón solo a desayunar, así de grande era el control que Mick tenía sobre su hermano.

Por otro lado, Max aún seguía algo molesto por lo sucedido con Kendra y por lo ocurrido después, con sus padres.

—¿Ya vas a dejar de actuar así? —se acercó Sergio, en verdad no le gustaba verlo de aquella forma, tan distante con él.

—Le pusiste seguridad —respondió Max— te preocupas bastante para no sentir nada por ella.

Sergio no quería saber cómo Max se había enterado de aquello, a veces le preocupaba lo bien que el piloto se había adaptado a su estilo de vida y sus trucos para siempre saberlo todo.

Sí, le había puesto seguridad a Kendra, pero eso había sido porque al estar mucho tiempo juntos, sus enemigos bien podrían pensar que aún seguían juntos y podía querer usarla para lastimarlo, no podía cuidarla de cerca como antes, como ahora hacía con Max, pero eso no quitaba que por un tiempo lo mejor fuera que todos tuvieran seguridad.

—Es solo para prevenir.

—¿Crees que le harán algo? ¿o es que la sigues viendo a escondidas y temes que tus enemigos le hagan algo por eso?

Sergio ya estaba cansando de que Max no entendiera la gravedad del asunto, él esperaba que su relación con el neerlandés fuera duradera, pero, si llegaban a terminar en algún momento, no solo se iría de su vida sin más, primero se aseguraría de que estuviera bien. Eso estaba haciendo ahora con Kendra.

—¿Por qué pensarías algo como eso? —pregunto Sergio— no te he dado ningún motivo para que pienses eso, siempre estamos juntos y cuando no, estas en mi casa, con mi familia, ni siquiera con ella hice algo similar.

Good BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora