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El gran premio de Austria se celebraba en casa de los Bulls, Toto pensó que, si ya había ido para aquella cena donde conoció a Christian y lamentablemente a Jos, podría quedarse para la carrera, y así fue. Vio las prácticas desde el garaje de George, no por gusto, en realidad a él le daba igual, pero George casi lo había obligado, estuvo insistiendo hasta que no le quedó más remedio a Toto que aceptar.

Aún faltaban unas cuantas horas para que comenzaran las segundas prácticas, Toto no quería hostigar a sus hijos ni que pesaran que estaba ahí para vigilarlos, así que decidió ir a trabajar mientras comía algo. Estaba comenzando a aceptar que todo eso no era parte de una fase que sus hijos estaban atravesando, era algo que les gustaba y quería intentar que, por lo menos eso, fuera real y, sobre todo, legal.

—Señor —Enzo se acercó a él como si tuviera miedo de decir aquello— Jos Verstappen está aquí.

Toto le había pedido a Enzo que estuviera vigilando, pensó que Jos no se atrevería a asistir, pero quedaba claro que ese hombre no tenía sentido de la decencia ni vergüenza, sabía que esta carrera en especial era importante para Christian, que tenía que estar concentrado ya que era la casa de Red Bull Racing.

—Enzo —habló Toto, con su ya conocida calma asesina— iré a arreglar esto de tajo, si a mis hijos se les ocurre intervenir, disparales en un pie.

Enzo sabía que no estaba bromeando, ya una vez había dado aquella orden y al no cumplirla, Toto le disparó en el pie a Rocco por desobedecer.

Los gritos se escuchaban a varios metros de distancia, pero solo por parte de Jos.

—No me importa quien mierda sea ese hijo de puta, no tiene ningún derecho a prohibirme el acceso.

Toto no escuchaba lo que Christian respondía, a diferencia de Jos, él no estaba gritando. Cuando decidió quedarse para la carrera, investigó los nombres de las personas encargadas de seguridad, soborno a algunos para que le prohibieran el acceso a Jos y reemplazo él mismo a quienes se negaron a aceptar el soborno, no sabía cómo había hecho Jos para entrar, pero suponía que las alimañas como él tenían sus propios métodos.

—Mis hijos también corren, no puedes negarme el derecho de estar con ellos en un momento importante solo porque ese hijo de perra no me quiere aquí, además, Mick quiere que esté con él, lo sabes.

—¿Mick? —Toto hizo acto de presencia y la cara de Jos se distorsionó por la molestia al verlo— ¿ese hijo tuyo al que te la pasaste menospreciando y humillando ayer?

—No es asunto tuyo —hablo Jos— es un problema familiar.

—Creí que ayer había quedado claro que ahora ellos son mi familia.

—Por favor, Max y Mick solo están divirtiéndose un rato con tus hijos ¿piensas que se van a casar con ellos? —Jos sabía que lo mejor era presionar por ese lado, al parecer, el punto débil de Toto eran sus hijos— mis hijos han estado acostumbrados a la grandeza desde pequeños, siempre lo han tenido todo, los mejores entrenadores, la mejor educación privada, son cultos, han viajado, saben de artes y deportes ¿que tienen tus hijos? solo son unos nuevos ricos, fanfarroneando y queriendo impresionar, pero se les nota lo corriente y vulgar desde lejos, al igual que a ti.

—Ya basta Jos —Intervino Christian, no quería meterse en aquella confrontación, pero tampoco podía permitir aquella falta de respeto— Torger, no sabes lo apena que estoy contigo, de nuevo.

Y ahí estaba, la oportunidad perfecta para provocar a Jos.

—No te preocupes —Toto le sonrió a Christian, de aquella forma seductora que utilizaba cuando quería llevarse a alguien a su cama— pero estaré esperando que vayas a disculparte personalmente a mi habitación de nuevo, como anoche.

Good BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora