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El segundo día del gran premio de Austria había transcurrido sin muchas novedades, las primeras prácticas habían sido dominadas por Max, como de costumbre. Sergio noto el acercamiento entre su padre y Christian, estaba aliviado, Toto no solía tener muchos amigos, pero le gustaba que se llevara bien con el padre de Max y Mick.

Estaban esperando que se diera la hora para la clasificación, mientras tanto, Sergio le había dicho a Max que estaría trabajando con Vitto, no podía descuidar sus otros negocios, Lewis tendría que salir pronto a Francia, a reunirse con algunos de sus socios y, por lo tanto, Checo tendría que organizar a un grupo que lo custodiara, pero que, al mismo tiempo, no parecieran matones.

Estaba revisando unos documentos, un nuevo cargamento de armas también llegaría la siguiente semana, cuando aquella conocida risa estruendosa lo hizo levantar la mirada. ¿qué hacía ella ahí? y con ese chico.

—¿Kendra? —Sergio se sorprendió al verla llegar con Lando, ellos se habían conocido en la finca, pero no habían hablado mucho entre sí ¿eran amigos ahora?

—Sergio, amor mío —Kendra se apresuró a abrazarlo y darle un beso en la mejilla— ¿cómo has estado?

—¿Qué haces con ese sujeto aquí?

Sergio había hablado con Lewis, sabía que ese tipo no había hecho más que inventar cosas que no estaban pasando entre ellos, e intuía que sus propósitos no eran para nada buenos.

—Nos conocimos en su casa —habló Lando, acercándose a ellos— y bueno, nos hicimos amigos, pensé en traerla para que viera cómo eran las cosas durante las carreras.

Kendra no era mala persona, de lo contrario, Sergio no habría estado tanto tiempo con ella, solo era estúpida, solía tomar malas decisiones y a actuar por impulsividad. Habían estado juntos por un largo tiempo, para Sergio era imposible no preocuparse por ella, no la quería, pero le tenía un gran cariño, ella lo había ayudado a superar muchas cosas y siempre que se encontraba mal después de regresar de la bodega, era ella quien lo hacía olvidar todo.

Lando no tenía buenas intenciones con ella, eso era obvio.

—Vámonos —Sergio tomó a Kendra del brazo— nunca has sabido elegir con quien relacionarte, le diré a Rocco que mande a alguien para que te lleven a casa.

—No —Kendra se soltó del agarre de Sergio— no tienes derecho a decirme que hacer, estoy aquí porque quiero, no por ti, sino por mí.

—Kendra, te pedí que te alejaras de todo esto.

—Y lo hizo —hablo Lando— ella dejó ese mundo de mafiosos al que pertenecen tú y tu hermano y ahora, los Verstappen, por eso está conmigo.

—Mierda ¿le dijiste esas cosas? —¿qué más habría podido decir ella? Si su padre se enteraba de eso, seguramente la mataría y ahora que estaba en el paddock, no podía dejar que se encontrara con ella, debía sacarla de aquel lugar— no estoy jugando Ken, no puedes estar aquí, es peligroso, por favor, deja que te lleven a casa.

Los ojos de Kendra se llenaron de lágrimas, Sergio sabía que a ella le dolía la forma en la que le hablaba, con aquella voz impregnada de cariño, sabía que ella lo extrañaba, pero no podía hacer nada, él estaba con Max, quería estar con Max.

Kendra no podía creer que, después de todo, Checo pensara que los había traicionado al hablar de más, si Lando sabia esas cosas, era porque Lewis había contado todo, no ella.

—Lando —dijo Kendra— creo que es hora de que te vayas, hablaré con Checo a solas.

Lando rechino los dientes, pero no dijo nada antes de marcharse, seguramente el solo quería usarla para hacerlo enojar, pero él jamás permitiría algo como eso, era algo que le debía a ella.

Good BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora