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A George le dolían los brazos y los hombros, nadie le había dicho que aprender a disparar sería tan difícil, además, Catrina no había parado de gritarle y regañarlo, pero al final él ya había logrado darle al blanco... o por lo menos acercarse.

—No siento mis brazos —George se dejó caer sobre Toto, pero este lo empujo de inmediato para quitárselo de encima— y mis manos tiemblan.

—Te aconsejo que renuncies —le dijo Toto— una vez que a Catrina se le mete algo en la cabeza, no para hasta lograrlo y ahora se le metió en la cabeza que debes convertirte en un tirador experto.

A George le daba igual si Catrina lo quería convertir en el próximo capo de la mafia, él haría lo que la chica le pidiera con tal de estar cerca de ella.

—¿Te hable sobre mi plan de once pasos para conquistarla? —George tomó asiento en el sillón que estaba en la oficina de Toto, incluso subió las piernas recostandose, como si fuera el dueño del lugar— justo ahora estoy llevando a cabo el octavo paso; entrar en su mundo, una vez que ella se de cuenta de que si pertenezco aquí, solo me harán falta tres pasos para lograr mi objetivo. No puedo renunciar ahora, Torger.

—Solo hay dos personas que pueden llamarme Torger y tu no eres una de ellas y baja los pies de mi sofá, dañaras el cuero.

La puerta de la oficina se abrió, Toto no esperaba a nadie, ya que todos sabían bien que esa hora la utilizaba para despejar su mente, normalmente leía un buen libro, escuchaba música relajante y fumaba un cigarro, pero esta vez George había llegado a interrumpir su paz, aunque el chico no sabia lo de la regla de no molestarlo durante esa hora, razón por la que no le dijo nada, pero las dos personas que atravesaron su puerta si lo sabían y aun así se atrevian a irrumpir.

—Tenemos que hablar contigo. —dijo Sergio.

—Ahora —Lewis cerró la puerta tras él.

Toto esperaba esta conversación, George le había dicho en cuanto entró a su oficina que lo habían descubierto y es que el piloto de Mercedes les había mentido a sus dos jefes. Era cierto que él había visto a Toto y a Horner besándose, y había querido huir, pero Toto se dio cuenta de su presencia antes de que pudiera escapar. George sabía que si no lo había matado en ese momento para mantenerlo callado era solo porque Christian estaba presente, había tenido mucha suerte y más tarde, cuando Toto fue a buscarlo a su habitación, este ya tenía un plan armado para que no le atravesara el cráneo con una bala: contarle todo lo que pasaba con sus hijos. Y así lo hizo, en cuanto Lewis y Sergio conocieron la verdad, ayudados un poco por él, cosa que no planeaba decirle al mayor, fue directamente a buscarlo a la menor oportunidad, solo para que estuviera preparado para este momento.

—Tienes que alejarte de Christian —sentenció Sergio— no puedes estar acostándote con el padre de nuestras parejas, es asqueroso, además de que no puedes deshacerse de él cuando te aburras.

—¿Estás dándole órdenes a tu jefe? —dijo Toto con una calma asesina, George se encogió un poco en el sillón de cuero donde estaba recostado al escuchar ese tono de voz— ¿a tu superior?

—No —respondió Sergio— no le estoy dando órdenes a mi jefe, le estoy pidiendo a mi padre que haga algo por sus hijos.

—Puedes tener a quien quieras —hablo Lewis— siempre has tenido infinitas parejas sexuales, solo cámbialo por alguien mas, como haces siempre, ese no será problema para ti, pero te estamos pidiendo que lo dejes ir sin amenazas, solo... llama a alguien de tu inmensa lista de espera.

Toto lo pensó por un largo tiempo, si, le gustaba tener a muchas parejas sexuales, normalmente no repetía más de una semana, ese era el tiempo límite para cambiar a la siguiente, era como una regla no implicita que él mismo se había puesto, pero esta vez no quería hacerlo. Él también solía tener más de una pareja a la vez, así no se aburría tan rápido, pero esta vez quería disfrutar de la persona que tenía, quería dedicar su tiempo y atención a él, y aún no se había aburrido, de hecho, parecía estar lejos de aburrirse.

Good BoysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora