¿QUIEN?

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2:40 a.m. y San aun no lograba sacar a Yeosang de su cama, no importaba cuantas veces rechazara sus besos o caricias, incluso que lo empujara con cierta discreción o sin ellas, el chico parecía no entender que solo era reconfortante tenerlo cerca de vez en cuando.

Ya no estaban en un motel, o en algún lugar apartado donde ninguno de los chicos pudiera verlos, no, ellos solo estaban en la habitación de San, éste esperando a que nadie se diera cuenta de ello.

-¿Quieres parar? -Preguntó con fastidio empujándolo de nuevo, pretendiendo no tener como objetivo tirarlo lejos de él.

Le agradaban los besos de Yeosang, estar con él no era tan malo como pensó en un principio, pero el problema radicaba en la cantidad de tiempo. Bien algunos minutos, grandioso una o dos horas, pero... toda una noche o, incluso, todo un día, le causaba cierto malestar y necesidad de su propio espacio.

-¿Por qué? -Respondió el chico como si no se diera cuenta de los asfixiante que era.- Dijiste que estaba bien mientras que nadie nos viera.

San comenzaba a desear que alguien los estuviera viendo con regularidad. Volvió a apartar a Yeosang negándose a ceder al rostro afligido de éste. Se giró sobre el colchón, dándole la espalda e intentando conciliar el sueño. De nuevo, como había ocurrido las últimas cuatro noches atrás el nuevo inquilino lo abrazó por la espalda, como si necesitara acurrucarse para poder dormir.

-¿No tienes calor? -preguntó con la finalidad de que entendiera la indirecta y lo soltara, en cambio sintió la cabeza del chico negar.

Tomó el brazo que lo rodeaba y lo quitó para poder sentarse sobre el colchón y ponerse en pie, ignorando la mirada confundida del amigo de Seonghwa.

-¿A dónde vas? -preguntó el chico tirando de la delgada cuerda que mantenía a San atado a su amabilidad.

-Tengo calor, voy por un vaso de agua.

Antes de que Yeosang pudiera decir algo más salió de la habitación, teniendo cuidado de no hacer ruido.

Bajó las escaleras con los pies descalzos, escuchando la madera crujir y otros sonidos nocturnos, como los apenas audibles chasquidos de los muebles. Siguió su camino a la cocina, tratando de no golpearse con nada en la oscuridad de los pasillos.

¿Cuándo había comenzado su extraña no-relación con Yeosang? Hace una semana, quizás, de una forma extraña en la que el chico se esforzaba por mantenerse cerca e insistirle con ojos tristes un poco de atención. La primera vez estuvo bien, pero al día siguiente fue un intento de lo mismo, y al siguiente, y otro día más, ocurriendo demasiado rápido como para que San pudiera detenerlo.

Cuando estuvo al final de las escaleras escuchó una puerta abrirse, girándose de inmediato con el corazón latiendo con fuerza por dos segundos. Torció los labios y soltó un suspiro al ver a Hyunjin entrar por la puerta principal, destacando su ropa desarreglada.

-Seonghwa te matará si se entera. -Le dijo con calma, cruzándose de brazos. -¿Dónde estabas?

-Con Chan. -Respondió con simpleza frotando sus ojos con ambas manos. -No es lo que piensas, solo hablábamos.

-No es fácil creerte.

-Es más fácil que ocultar a Yeosang siguiéndote por todos lados.

San casi soltó una carcajada por el golpe bajo. Lo dejó pasar, sacudiendo su mano frente al rostro para despejar de alguna manera sus pensamientos. Si Hyunjin se había dado cuenta, tal vez Seonghwa estaba enterado de ello. Hyunjin pareció leer su rostro.

-Eso es...

-No quiero saberlo, San. No es asunto mío de todos modos. -Hyunjin caminó con calma, acercándose a San lento y mientras que sus pasos resonaban contra las paredes. -De hecho, me alegra.

Hyunjin no dijo más, solo subió las escaleras. Lo siguió con la mirada hasta perderlo.

"¿Abrirás la puerta?"

Giró de inmediato al reconocer la voz rasposa y casi gutural, encajando sus ojos en el oscuro pasillo que guiaba al sótano. Juró, por un segundo, ver algo más que solo negro. Sacudió su cabeza, recordándose que no debía pensar en ese tipo de cosas, él no quería agregarle más problemas a Seonghwa o más miedo a Hongjoong si llegaba a decir algo.

-Estás temblando. -San casi saltó por la sorpresa, llevando su mano hasta su pecho y girándose para encontrar a la persona tras de él. - ¿Pasó algo? -Negó aun recuperando el aire, bajando la mirada. -Ven.

Tomaron su mano, guiándolo por los oscuros pasillos mientras que apreciaba la delgada espalda. ¿Él siempre fue así de delgado? ¿O era gracias al silencio y la tranquilidad de la noche que podía notarlo? Se detuvieron en la cocina, encendiendo las luces y cegándolo gracias a eso por varios segundos. Cuando sus ojos por fin se acostumbraron a la luz su mano ya había sido liberada.

-Tengo alfo para ti, y no voy a dejar que lo rechaces.

Su vista enfocó lo que fue dejado sobre la pequeña isla, logrando que sus labios se curvearan y bajara la cabeza exhalando una risa. Un pequeño pinchazo en su pecho se extendió, llenándole de la suave calidez poco conocida.

-Gracias...

-¡No le digas a Hongjoong! Se molestará conmigo si se entera.

San volvió a sonreír, acariciando el sedoso cabello con cariño. Asintió despreocupado regresando a la isla, observando el diminuto pastel comprado en alguna tienda de conveniencia.

-¿Quieres un poco? -le ofreció tomando un cubierto.

-No es tuyo... feliz cumpleaños San.

Él lo abrazó.

-Muchas gracias Woonie.

𝐄𝐋𝐋𝐎𝐒 [𝐀𝐃𝐀𝐏𝐓𝐀𝐂𝐈Ó𝐍]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora