Primer partido

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Una vez todo hecho Nathan y yo fuimos a las gradas. Nathan me señala un asiento en la segunda fila, en la que por cierto estoy sola, no hay nadie, todos los familiares están en la tercera y más atrás y supongo que la primera fila está reservada para los del equipo.
Miro a Nathan
-Bueno pocas veces he estado en un partido de fútbol como mucho habrán sido unas tres veces aproximadamente para ver a mis primos y el caso que me aburría un montón, no es un deporte que me guste de ver si acaso como mucho es más entretenido jugar, tampoco es que haya jugado mucho al fútbol, cuando más jugaba era en sexto de primaria antes de la pandemia porque una amiga hizo el intento y hasta compré una pelota de fútbol rosa fosforito con purpurina, pero si te soy sincera prefiero el tenis...
-Narel, me encantaría seguir escuchando tu historia con el fútbol pero me tengo que ir casi - me sonríe divertido y pone las dos manos en mis hombros
-Me he desviado del tema- me río nerviosa
-Continua- No quita esa sonrisa tan sexy
-Bueno- le señalo con el dedo, le miro a los ojos y me pongo muy seria- ¡Gana, patéales al equipo contrario y todo lo que sea que tienes que hacer!- ahora pongo yo mis manos en sus hombros y le muevo porque le pillo desprevenido- pero sobre todo- bajo la voz como si le tuviera que decir algo que nadie se puede enterar- ¡Vence a esos perdedores y que descubran lo que es el dolor y la vergüenza por no triunfar!- subo tanto la voz sin querer que algunos padres se me quedan mirando como si estuviera loca.
No les culpes
Nathan se ríe y yo me pongo roja por tanta mirada
-No sabía que fueras tan competitiva
-Si, mejor no juegues conmigo al parchís
-¿Qué?- se ríe
-Cuando tenía cinco años, estaba jugando con mi madre al parchís e iba perdiendo, entonces me enfadé tanto que me levanté y tiré el tablero, hubo tres fichas que se perdieron y jamás las volvimos a encontrar- asimilo lo que le acabo de contar- ¿Por qué te he contado eso?
-No sé pero descubrir esa faceta tuya me encanta- se ríe
-¿Enserio?
-Si
-Vaya, No piensas que estoy loca- sonrío satisfecha
-Oh claro que lo pienso- me revuelve el pelo
-¡Nathan!- le pongo una mano en la cara
-Estoy de broma- se ríe- por cierto como es eso de que te compraste una pelota rosa fosforita con brillo, tengo que verla- otra vez tiene ese brillo de diversión.
-No sé para que te cuento nada si luego te burlas rata, y jamás la verás- me río
-No me burlo solo me gusta picarte - vuelve a revolverme el pelo
-¡Deja de hacer eso!
-Ves estás muy mona cuando te picas
-Te odio- lo fulmino con la mirada
-No te creo- se lleva una mano al corazón y da un paso atrás
-Pues si y céntrate ahora en el partido
-Vale- me sonríe
-¿Por cierto que se hace en un partido?
-Tú solo siéntate y si nos quitan la pelota no pegues a nadie que no me apetecería tener que ir a buscarte a comisaría- sonríe divertido
-Vale- sonrío inocente
-Luego te veo ricitos- me quita la mano de la barandilla y se la acerca a la boca para darla un beso y me guiña un ojo. En ese momento vuelvo a sentir algo extraño en mi tripa. Después Nathan se reúne con su equipo. Yo solo me limito a sentarme y ver como empieza el partido.
La verdad que juegan bastante bien ahora Nathan tiene el balón y boom...
-¡GOL!- grito con todas mis fuerzas mientras me levanto del asiento, él me sonríe me mira y me señala, los demás de su equipo me señalan también mientras empiezan a lanzar besos al aire, ahora mismo soy la atención de todo el mundo, los familiares mi miran, el equipo contrario me mira, TODOS me miran y algunos hacen "uhhh", yo me he vuelto un tomate y como no el estúpido idiota sonríe divertido al ver mi cara roja
Tierra trágame ¡Ya!
Bueno al menos cumplió lo de dedicarme goles.
Cada vez que metía un gol me señalaba y metió el tío como unos tres goles.
El partido empezó a las diez y media y acabó a las doce. Al terminarse el partido se han quedado algunos del equipo de Nathan y otros del equipo contrario hablando en el campo de fútbol. Yo estoy aquí quieta sin saber que hacer, no sé si irme, esperar, acercarme o bailar
Universo dame una señal
Los demás padres se estaban levantando para irse y yo hay sentada algo incómoda y eso que llevamos así ni un minuto pero parece una eternidad. Como si Nathan estuviera metido en mi mentó se acerca a mi y me dice
-Ven quiero presentarte a los del equipo
Yo asiento y él me da la mano para ayudarme a bajar y me dirige hacia el pequeño grupo de chicos
-Hola, ha sido un gran partido- les digo mientras me estoy muriendo de la vergüenza
-Hola, muchas gracias
-Chicos ella es Narel, la chica de mis sueños- me guiña un ojo
-Qué gracioso eres- sonrío y niego con la cabeza
-Ellos son Roberto, Carlos y Álvaro y bueno James y Miguel pero a ellos ya les conoces- mientras decía sus nombres les señalaba
Álvaro y Roberto tenían el uniforme distinto a los demás, así que supongo que serán del equipo contrario. Roberto era el chico que no conocía en la foto
-Encantada
Estuvieron hablando del partido un poco más de tiempo hasta que ya nos fuimos a los vestuarios.
-No tardo, ¿Vale?- me dice Nathan ya sin nadie, James, Miguel y Carlos ya se habían metido y Roberto y Álvaro se fueron ha su vestuario.
-Más te vale- le digo divertida pero se me va la sonrisa despacio cuando nos quedamos en silencio, Nathan dirige una breve mirada a mis labios pero los vuelve a subir a mis ojos
-Ahora vengo-
Como si necesitara tocarle le cojo del brazo cuando se está dando la vuelta haciendo que él se gire hacia mi, Nathan me mira con el ceño ligeramente fruncido y se acerca hacia mi, lo que hace que instintivamente me hecho para atrás tocando la pared, puedo notar su respiración que está probablemente igual de agitada que la mía. Nos estamos mirando a los ojos luego a los labios, Nathan pone las manos en mis caderas y yo las pongo en su cuello mientras con una mano le toco el pelo
Me encanta su pelo, es súper suave, Nathan huele fenomenal huele a menta.
¿Sabrá igual de rico como huele?

Averígualo, prueba el pecado

Cuando veo que se está acercando para besarme entro en pánico me muerdo el labio inferior y despacio le pongo una mano en el pecho para frenarle
Y lo tiene duro
Y rápidamente añado susurrando
-Eh Nathan- agachó la cabeza para no mirarle a los ojos ya que me estoy muriendo de la vergüenza- tienes que cambiarte
¿Qué acaba de pasar? Y lo peor de todo es que lo he empezado yo, debí haberle dejado meterse en los vestuarios, no quería decirle nada sólo pensaba en que quería besarle pero no puedo hacerlo
-Si, debería- se va con el ceño fruncido
Creo que la he liado mucho.

Destinados a brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora