De turismo por Madrid

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—Que pasa con mi chica favorita— sonrío como una estúpida al escuchar la voz de mi estúpido favorito

—No mucho y contigo

—Pensando en ti

—¿Qué idiota eres?— me río

—Ahora soy idiota

—Puede... estúpido— intento dejar de sonreír pero no hay manera

—Ahí está mi palabra favorita— noto una suave risa

—¿Qué haces?— me tumbo en la cama boca arriba

—Poniéndome el pijama— me viene una imagen de Nathan sin camiseta y me vuelvo roja al instante y como Nathan nota que no hablo creo que se hace una idea de lo que he pensado—¿Quieres una foto, Ricitos?— no le veo pero estoy segura que está sonriendo burlón.

—No, Gracias pero lo tendré en cuenta para la próxima— sonrío como un angelito

—Que pena pero te puedo mandar las fotos que quieras, solo tienes que pedirlo por esa boquita

—Vaya que considerado

—¿Ves? Con tal de hacerte feliz

—Estoy muy feliz así pero gracias

—Bueno lo que tú digas aún así si me quieres mandar una foto de lo que llevas puesto a mi si que me harías más feliz

—Sigue soñando, Naty— vuelve a reírse

—Te lo dejó como sugerencia, aún así sí que lo sueño y más cosas— pronuncia significativamente cosas

—¡Eres un guarro!— aún así no puedo evitar reírme

—Que mente pervertida, Ricitos, no te veía así, ¿eh? Y además yo me refería a pasear y esas cosas

—Claro y yo soy Abraham Mateo— vuelve a reír suave

—Vaya no sabía que me ponían los chicos

—Vaya y yo no sabía que me gustaban los pervertidos, ¡Toma!

—Ricitos, Ricitos, ¿Quieres que te diga lo que soñaste aquella vez? Porque estoy seguro que no era de pasear en el parque

—No me acuerdo— digo con un hilo de voz

Claro que lo sabes

Cuando estábamos en el mirador, por la noche, como gritabas mi nombre y...— me vuelvo del color de mi coche

—¡Para o te cuelgo!

—Cada vez afirmas más mi sospechas— esta vez se ríe un poco más fuerte

—No sé de qué me hablas

—Claro pero de todas formas y si quieres que recreemos tu sueño solo hace falta decirlo, por mí más que feliz de complacerte

—¡Cállate!— otra vez se ríe, se lo está pasando bomba

—Tú, yo, en el mirador de nuevo...

—¡Qué te calles o te cuelgo!— menos mal que no me ve porque llego a estar más roja y seguro que me da algo

—Mejor no me arriesgo

—¡Nathan, no te rías!— intenta aguantarse la risa pero no es que lo haga muy bien

—Ricitos, Ricitos...

Destinados a brillarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora