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Taylor nunca imaginó que crearía el hábito de despertarse en medio de la noche solo para mirar a Alisha durmiendo.

Era raro, ¿verdad? ¿Cuántas personas en el mundo disfrutaban haciendo eso? ¿Los demás la juzgarían si lo decía en voz alta?

Pero no podía evitarlo. Alisha tenía esa rara costumbre de entreabrir los labios solo un poco, dejando ver la punta de sus dientes delanteros. Taylor también disfrutaba del constante subir y bajar de su pecho, y como de vez en cuando suspiraba.

Oh, la amaba tanto. La amaba tanto que no podía ni imaginarse sin ella. Estaba completamente segura que si un día se marchaba le rompería el corazón en mil pedazos —y aunque a ella ya le habían roto el corazón antes era seguro que esa sería una nueva experiencia. Una de la cual jamás se recuperaría.

De todas formas no solo se despertaba para verla dormir, sino que aprovechaba el tiempo para escribir. Su inspiración era extraña y llegaba cuando menos lo esperaba —en la ducha, en el auto, en el gimnasio, incluso una vez mientras tenían relaciones—, así que no les sorprendió cuando miró el reloj y descubrió que eran las tres de la mañana.

Había tenido un sueño vívido de ella y Alisha en la orilla de una playa mientras bebían cerveza. Luego entraban al mar y la británica fingía ahogarse solo para recibir respiración de boca a boca de Swift, y después aparecieron por arte de magia en algún lugar de Londres; recordaba el frío calándole la piel, y a su novia rogándole porque entraran a la piscina.

"Pero estamos a menos diez grados, cariño" recordó haber dicho. Incluso podía jurar haber visto nieve.

"Saltaré primero, ¡vamos!"

Y luego despertó. Y tenía muchas preguntas. ¿Habían saltado a una piscina en medio de una tormenta de nieve? ¿Alisha sabía nadar?

Bajó hasta la sala de música y se sentó frente al piano. Frente a ella estaba colgado un cuadro con la fotografía del día donde Kellen conoció a las gatitas de la cantante —ese mismo día que Meredith demostró tener corazón y dejó que la menor la abrazara.

Tocó un par de teclas de forma descuidada. Quería escribir un nuevo álbum, eso era seguro, pero las piezas no terminaban de encajar. A veces solo quería sentarse y escribir sobre lo mucho que amaba a la actriz, sobre cómo tiene unos hoyuelos adorables o sobre lo divertido que es su acento cuando está enojada.

Tal vez debería escribir sobre su cabello dorado, aunque hace mucho tiempo que se lo tiñó.

—Debería empezar sobre sus ojos, si —murmuró Swift con una diminuta sonrisa.

Pensó en cómo le recordaban al océano más claro del mundo, y como podía perderse en ellos con tanta facilidad.

Terminó escribiendo por más de dos horas y solo se detuvo cuando escuchó unas suaves pisadas por el pasillo. No le sorprendió que Alisha apareciera con el cabello alborotado y en una adorable pijama de unicornios que Lawrence le había regalado por navidad.

—Estoy comenzando a creer que eres un vampiro.

Taylor soltó una pequeña risa mientras garabateaba algo en su libreta. Volvió sus ojos hacia las teclas mientras tocaba al azar.

—¿Por qué soy pálida y me veo bien de negro?

—Porque estás despierta toda la madrugada y tus manos siempre están frías —respondió en obviedad. Se acercó sigilosamente a su lado hasta tocar sus hombros y dar un suave masaje—, ¿puedes volver a la cama, por favor?

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⏰ Última actualización: May 18 ⏰

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Delicate || T. SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora