—Vale, ven aquí —me agarra pasando un brazo alrededor de mi espalda y me lleva rápidamente a su coche. «Un Ford Fiesta blanco. El mismo coche tenía mi madre.»
Su mano está en mi costado izquierdo. Mi instinto me grita que me libere de ese agarre, sin embargo, no tengo la suficiente claridad mental como para oponer resistencia a esta chica. Ella abre la puerta de atrás del coche y me ayuda a sentarme. Se sienta a mi lado y pone sus manos sobre mis hombros. Me giro para mirarla a los ojos, aunque las lágrimas hacen que su rostro se vea borroso. Ella se aclara la garganta antes de hablar, su voz es un faro en la tormenta.
—Kyle, cierra los ojos —miro mis manos temblorosas y hago lo que me dice. «Si no le hago caso… ¿ella también me hará daño?» La duda me asalta, pero su tono es tranquilizador.
—Eso es, muy bien. Ahora imagina que delante de tí hay un ramo de flores y una vela encendida —frunzo el ceño, pero ambas imágenes se forman al momento en mi mente. Las flores son de un color vibrante, como un recordatorio de que la vida puede ser hermosa, incluso en medio del dolor. La llama de la vela parpadea, danzando al ritmo de mis latidos, simbolizando una chispa de esperanza en mi oscuridad.
—Ahora inspira, siente el dulce olor de esas flores. 1...2...3... Eso es —aprieto los ojos con fuerza.
—Sigue así. Ahora suelta el aire y apaga la vela, despacio —dejo salir el aire de los pulmones.
—1...2...3... Muy bien. Tranquilo. Lo estás haciendo estupendamente.
Llevo una mano a mi corazón y empiezo a recuperar de nuevo el control de mí mismo. Suspiro abriendo los ojos. Parpadeo unas cuantas veces, limpiando el rastro de lágrimas de mis mejillas.
—Hey. ¿Estás mejor? —aclaro mi garganta sintiéndome un poco avergonzado de que sea ya la segunda vez que esta chica me ve en una situación como esta.
—Ehh, sí…estoy bien, gracias.
—¡Genial! Ahora vamos, levántate con cuidado no te vayas a marear al salir. Quiero llevarte a un sitio —sonríe intentando animarme un poco. No puedo, ni quiero, estar solo ahora mismo, por lo que accedo a ir con ella a dónde sea que quiera llevarme.
Estamos en una acogedora cafetería en el centro de la ciudad. He pasado por esta zona en numerosas ocasiones, pero nunca me ha dado por entrar a tomar algo. La atmósfera es cálida, con el suave murmullo de conversaciones y el aroma a café recién hecho que inunda el aire. Llevamos unos diez minutos sentados en una mesa, al lado de la ventana, desde donde se puede observar el ir y venir de la gente en la calle. Es un buen sitio, sin duda. Además, el ambiente es agradable porque no hay demasiadas personas y no hay nadie montando escándalo. Todo parece fluir en una armonía tranquila.
Emma no ha hecho caso de mis quejas y nos ha pedido un chocolate caliente a cada uno. El vapor de las tazas se eleva, creando un pequeño halo que se desvanece en el aire. Yo solo me dedico a observar mientras ella da pequeños sorbos a su bebida, disfrutando de cada momento. En un momento dado, parece haber notado mi mirada porque me mira con un gesto de confusión en el rostro.
—Bebe, Walker. ¿A qué esperas? Se te va a quedar helado al final —empuja mi taza hacia mí con sus delgados dedos.
—¿Estás bien? —frunce el ceño al ver que no reacciono. Su mirada se vuelve intensa, casi penetrante.
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El Nirvana De Kyle
Teen FictionDos corazones. Dos historias. ¿Tendrán futuro en este mundo? Él está roto y nadie sabe por qué. Ella también lo está pero lo oculta bien. Tal vez se queden como un recuerdo en la memoria del otro. O quizá estén destinados a destruir el fuego que los...