El Nirvana De Kyle

11. VUELTA

Styles
Los enfermeros nos sacan de la habitación a toda prisa y yo no me puedo creer que esto esté pasando. Emma se deja caer en una de las sillas que recorren este largo pasillo y se tapa la cara, sollozando. Mi novia se sienta a su lado para consolarla. Yo, por el contrario, no puedo estar quieto. «¿Quién demonios le llamó para que se pusiera así? ¿Qué ha pasado? Habla conmigo, Kyle. No quiero perderte.»
Recorro mil veces el pasillo rezando para que todo esté bien, para que lo que ha pasado quede solo en un terrible susto. Voy dando vueltas aquí y allá, incluso le he tirado las gafas a un señor que justo salía del baño. Obviamente sin querer.

Cuando se vuelve a abrir la puerta, la doctora sale y nos cuenta que Kyle ha estado a punto de entrar en parada cardiorrespiratoria a causa de un ataque de pánico. Nos dice que lo han sedado y que ahora solo necesita descansar, así que no podemos entrar todavía. Nos avisarán cuando se despierte, pero ninguno queremos irnos aún a casa. En un momento dado, Emma se levanta de un salto y sorprendidos vemos cómo se marcha corriendo sin decir palabra. Hasley y yo nos miramos sin entender lo que ha pasado. Me siento a su lado y ella coge mi mano.
—No puedo perdonarme por esto. Yo estaba ahí. Tuvo suerte porque se desmayó antes de dar un paso más hacia la carretera. Quién sabe lo que habría pasado si… —resoplo—. Todo estaba yendo bien. O eso creía yo. Ya no lo tengo tan claro. No sé qué hacer. Emma dice que necesita tiempo pero yo no sé si… Me da miedo que… Es mi familia, Hasley. Es mi hermano. Ya ha pasado por suficiente mierda en la vida.
—Tu no tienes la culpa, amor. Has hecho todo lo que has podido con las herramientas que tienes. Esperemos a que despierte ¿Sí? Podremos preguntarle qué es lo que ha pasado. Lo importante es que sepa que no está solo. Que sepa que estamos aquí para él. La doctora ha dicho que le iban a dar cita con el psiquiatra. Veamos cómo evoluciona con la ayuda de alguien que sabe más que nosotros.
—Tienes razón —paso mi mano libre por mis rizos y suspiro pesadamente—. Pero no dejo de pensar que lo he dejado solo ¿Sabes? Podría haber hecho algo más por él. Él estuvo ahí conmigo cuando atropellaron a mi hermana, también cuando mis padres se divorciaron. Cuando creí haber perdido por completo mi fe y todo mi mundo empezó a desmoronarse. Cuando no quería ni salir de la cama, fue Kyle quien estuvo ahí. A pesar de que estaba viviendo un infierno cada día, no me dejó solo en ningún momento.
Llevo mi mirada a sus hipnóticos ojos y ella niega con la cabeza sin pensar.
—Piensa que estaba bien antes de recibir esa llamada. Lo que pasara mientras estaba al teléfono, no lo podíamos controlar los demás. La amistad que os une a vosotros dos, es muy especial. La forma en la que cuidáis el uno del otro, la conexión que tenéis a pesar de ser tan distintos… Él está para tí y tú estás para él, aunque tengáis vuestros propios problemas lo dejáis todo si el otro necesita algo. Styles, cualquiera querría tener una amistad como la vuestra. Kyle lo sabe y tú también deberías. Tenemos que ser pacientes ¿de acuerdo? No te martirices porque ese chico tiene mucha suerte de tener a alguien como tú en su vida.
—Ay, pero, no eres objetiva, amor.
—Ignora la objetividad. Estoy siendo realista.
Eso me hace sonreír, lo que a su vez hace que Hasley lleve su mirada a mis labios. Momento que aprovecho para robarle un beso. Escucho su dulce risa cuando nos separamos.
—Te encanta robarme besos, eh.
Levanto las manos con falsa inocencia.
—Has sido tú la que me ha mirado los labios. Solo soy culpable de sentirme completamente atraído por tí y de eso también tienes tú la culpa.
—La culpa es tuya por usar el mismo cacao que yo.
—Ah, conque esas tenemos, eh —pongo mis manos en sus mejillas y le robo otro beso. Luego otro y otro más. Ella me empuja y nos echamos a reír.
De repente, el sonido de una puerta abriéndose bruscamente interrumpe nuestro breve momento de risas.

Emma
Sam no deja de llamarme por teléfono desde que le envié ese mensaje al salir del hospital. Pensé que Tobías había desistido después de lo que pasó con Styles y todo eso, pensé que se había asustado o pero soy una ilusa. Que equivocada estaba.
Voy a la cocina con una mano en mi costado izquierdo. Abro el congelador, saco una bolsa de guisantes congelados y vuelvo al salón. Hago un gesto de dolor cuando me pongo la bolsa congelada en el hombro. Supongo que esto no acabará nunca. Por mucho que me aleje de él, siempre termina volviendo. Tengo que hacer algo.
El sonido del timbre me hace dar un respingo. Me tomo mi tiempo para levantarme e ir hacia la puerta. Miro por la mirilla y me sorprende ver a mi amiga. Miro a mi alrededor antes de abrir. Toda la casa está patas arriba. Hay muebles volcados, jarrones y platos rotos… todo es un desastre. Ni siquiera puedo pensar de manera racional después de lo que ha pasado esta última hora. Aún con la bolsa de guisantes en el hombro me dirijo a abrir la puerta. En el momento en el que Samantha pone sus ojos en mí, su mirada se llena de ira.
—¡Ese maldito desgraciado! ¿Ha vuelto verdad? —me sorprende que sepa de él.
—¿Crees que no me daba cuenta? —pregunta ante mi cara de confusión y entra en casa.
—Eres malísima mintiendo y ese tío nunca me dio buena espina. ¿Por qué crees que me pasaba el tiempo pidiéndote favores y haciendo planes contigo? Para que pasaras el menor tiempo posible con él. Creeme que me alegré inmensamente cuando por fin rompisteis —voy a la cocina y sirvo un poco de café en dos tazas—. Y ahora ha vuelto. ¿¡Por qué mierda ha vuelto!?
—Porque sigo negándome a volver con él y además sigo relacionándome con… Kyle —respondo sentándome a su lado en la mesa de la sala de estar—. Que está así por una extraña llamada que le han hecho, no sé qué habrá pasado pero tiene que haber sido grave. Y vete tú a saber qué estarán pensando de mí ahora por cómo me he marchado del hospital. Tengo demasiados frentes abiertos, Sam, no sé qué debo hacer ahora.
—Bueno, lo primero que vas a hacer… —da un trago a su bebida y se levanta, poniéndose detrás de mí. Coloca sus delicadas manos sobre mis hombros y hago una mueca de dolor que ella no ve—. es respirar hondo. Respira profundamente, amiga —cierro los ojos y hago lo que me dice—. Eso es. Ahora vamos a hablar tranquilamente del siguiente paso.