Miércoles, 14 de octubre 2020
—Kyle, tío ¿estás bien? —Styles pone una mano en mi hombro. «No sé cuántas veces me hace esa pregunta al cabo del día. Cada día.»
Levanto la mirada y me encuentro con los preocupados ojos de mi mejor amigo. Son las diez de la noche y aún quedan un par de horas hasta que cerremos el local. Hoy es jueves por lo que no ha habido mucho alboroto, aunque ya se nota el cansancio acumulado en cada poro de nuestra piel.
—Tío, tienes mala cara. Estás blanco, Kyle.
Separa una de las sillas y me quita la bayeta con la que estaba limpiando una de las mesas.
—Siéntate aquí.
Doy un par de pasos para acercarme a la silla, sintiendo el suave roce del suelo bajo mis pies. Sin embargo, antes de poder sentarme, todo a mi alrededor empieza a dar vueltas, como si el mundo se hubiera convertido en un carrusel descontrolado. Me tambaleo, luchando por mantener el equilibrio, pero la inestabilidad es demasiado fuerte. Justo en ese momento, Styles se mueve con una rapidez sorprendente, sus manos firmes y seguras se cierran alrededor de mis brazos, evitando que caiga y me estampe de cabeza contra el suelo duro y frío. Me ayuda a sentarme y fija de nuevo su vista en mí.
—Kyle, mírame —ordena, su voz profunda y autoritaria.
Parpadeo un par de veces, intentando despejar la confusión que nubla mi mente, y levanto la cabeza. Sus ojos, serios y preocupados, me escanean como si estuviera a punto de romperme en mil pedazos. Hay una chispa de desesperación en su mirada que me inquieta.
—Te voy a hacer una pregunta y quiero que seas completamente sincero conmigo, ¿de acuerdo? —asiento con la cabeza—. ¿Cuándo ha sido la última vez que has comido algo?
Aclaro mi garganta antes de responder, siento cómo cada palabra se me atraganta.
—No recuerdo exactamente cuándo fue. Creo que fue una barrita de chocolate —mi voz suena como un leve susurro entrecortado.
Sus ojos se abren como platos —Dios mío, Kyle. Han pasado dos días —hace una pausa—. Espérame aquí un momento.
Lo veo alejarse, su figura se desdibuja mientras saco el teléfono del bolsillo trasero del pantalón. Frunzo el ceño al ver un mensaje de un número desconocido. Justo cuando estoy a punto de leer lo que pone, llega Styles, que me tiende un vaso de agua y un bocadillo.
—Toma, cómete esto —cojo el vaso y me bebo todo el agua de un solo trago. La frescura del líquido alivia mi garganta. «Vaya, no sabía que tenía la garganta tan seca.»
Styles se sienta a mi lado y suspira, observando atentamente cada uno de mis movimientos. Me termino el bocadillo de jamón y queso y me levanto dispuesto a continuar con mi trabajo, pero me veo interrumpido por mi amigo, que parece seguir preocupado por mí.
—Tienes que acordarte de comer, tío. ¿Qué pasa si algún día estás andando por la calle o... simplemente sentado en tu casa solo y de repente te desmayas o algo así? Te puede pasar algo serio, Kyle.
Bajo la mirada al suelo.
—¿Y si... me da igual... que algo así pase? —hablo tan bajo que Styles no parece llegar a escucharme. Una parte de mí se alegra de que no lo haya hecho, pero otra parte de mí desearía que pudiera entender la profundidad de mi dolor.
Viernes, 16 de octubre 2020
«—No. Otra vez no, por favor. ¡NO HE HECHO NADA! ¡NO!»
—¡Argh! ¡Mierda!
Me incorporo apresuradamente en el sofá, que parece haberse vuelto el único lugar en el que puedo conciliar el sueño. La tela del sofá, desgastada y cómoda, me abraza mientras intento centrarme lo suficiente para calzarme las Converse desgastadas, con las suelas descoloridas, que han visto mejores días. Cojo las llaves, que tintinean en mi mano, y el teléfono, que vibra con notificaciones que no quiero revisar. Me levanto y me dirijo directamente hacia la puerta de entrada, sintiendo el frío del metal al tocar la manilla. No sé a dónde se supone que voy a ir, pero no me importa en absoluto. No puedo, ni quiero, estar en casa ahora mismo.
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El Nirvana De Kyle
Fiksi RemajaDos corazones. Dos historias. ¿Tendrán futuro en este mundo? Él está roto y nadie sabe por qué. Ella también lo está pero lo oculta bien. Tal vez se queden como un recuerdo en la memoria del otro. O quizá estén destinados a destruir el fuego que los...