15. UNIDOS

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Emma

A lo lejos puedo ver la entrada de la playa. No consigo ver si hay alguien, aunque me sorprendería porque está lloviendo demasiado como para quedarse ahí. Sigo avanzando con la esperanza de encontrar a Kyle pronto. «Espero que esté bien.»
—¡Mierda! —esa voz me resulta familiar—. ¡AAAAHHH! —ese grito tan desgarrador, se me clava en el alma como setecientos cuchillos. Me acerco rápidamente y sin decir una sola palabra, me siento en uno de los extremos del banco. El agua empapa mi ropa nada más sentarme. Un escalofrío recorre toda mi columna vertebral y se me pone la piel de gallina.
Sé que nada de lo que diga ahora va a serle de ayuda así que decido mantener la boca cerrada. Solo necesito que sepa que estoy aquí. Vuelve a tumbarse, pero al sentir mis piernas se incorpora de nuevo. Agarro suavemente su hombro y tiro de él hacia mí para que se acueste en mi regazo. Parece tranquilizarse ante mi acción. Escucho cómo suspira, no ha abierto los ojos desde que me he sentado a su lado. Una parte de mí siente que está intentando esconderse, como si dejarme ver sus ojos, fuese exponerse demasiado. Acaricio con delicadeza su oscura cabellera y le envío un mensaje a Hasley.
“Lo he encontrado. Está conmigo.”

Kyle
«El sonido de gritos y cosas cayendo al suelo me sobresalta. Salgo de la cama para acercarme sigilosamente al lugar del que proviene todo ese ruido. Tengo el corazón desbocado y mis ojos escuecen por las lágrimas que amenazan por caer. «No te dejes llevar, sé fuerte. ¡Sé fuerte maldita sea, Kyle!» Me digo a mí mismo mientras voy bajando los últimos escalones que quedan para llegar a la puerta de la sala de estar.
—Lo sé. Sé que nos quieres. Sé que en realidad solo quieres lo mejor para nosotros. Pero no podemos seguir así —su voz se fue apagando poco a poco mientras se alejaba, hasta convertirse en un casi imperceptible susurro—. Esto... es culpa suya.
Me acerco buscando a mamá, mas tengo que dar pasos pequeños con cuidado para no pisar ninguno de los cristales rotos que hay esparcidos por todo el suelo.
—¿Mamá? ¿Qué haces? ¿Mamá? ¡MAMÁ!»
—¡NOO! —me incorporo de golpe con la respiración entrecortada. Estoy cubierto por una fina capa de sudor. Tengo todo el cuerpo agarrotado por la tensión. Mi mano va instintivamente a mi costado izquierdo mientras unos delgados brazos envuelven mi cuerpo. Emma está a mi lado preguntándome si estoy bien y diciéndome que solo era una pesadilla. Me abraza y acaricia mi espalda para que me tranquilice. Sin embargo, yo solo puedo pensar en ese hombre. Verlo de nuevo fue como si me hubieran llevado de vuelta a mi niñez. Me hizo sentir que estaba de nuevo en peligro. Me hizo sentir vulnerable, pequeño. He sido tan ingenuo. Pensé que podía volver a confiar en Aiden, creía que podíamos recuperar nuestra relación, creía que podíamos volver a ser hermanos. Esa ignorancia otra vez me ha llevado a ser traicionado por la única familia que me queda. «Bueno, casi la única, cómo olvidar a mi padre.»
Bufo revolviéndome el pelo con la mano izquierda, Emma tiene mi mano derecha entre las suyas. Sus brillantes uñas pintadas de color verde resaltan aún más con las gotas de lluvia. Ahora me doy cuenta de que no ha dejado de llover.
—Deberíamos refugiarnos de la lluvia.
—Kyle.
—No quiero que te resfríes.
—Kyle, mírame.
—Parece tarde, seguramente habrán cerrado ya todo.
—Escúchame —me levanto.
—Vamos, te acompaño a casa.
Doy media vuelta sobre mis pies y me dispongo a andar.
—¡Walker!
Me detengo al momento aún sin mirarla.
—Mírame.
«No puedo.»
—Mírame, Kyle.
—No puedo —mi voz es débil. Suena casi como un susurro.
—Mírame, por favor.
Respiro profundo y hago lo que me dice. Llevo mis ojos a los suyos y me doy cuenta de lo mucho que necesitaba verlos. Algo dentro de mí se rompe al ver cómo una lágrima solitaria rueda por su mejilla. Mi mente se queda en blanco, dando paso a un nuevo miedo.
—Sí te quedas conmigo terminaré haciéndote daño, es siempre lo mismo y no quiero que sufras por mi culpa —aprieto la mandíbula con frustración. Me llevo una mano al pecho—. Será mejor que te alejes de mí todo lo que puedas. No soy bueno para tí. Estoy demasiado dañado.
—Siéntate aquí.
Me hace un gesto para que me siente a su lado y yo frunzo el ceño. «¿Es que no ha escuchado lo que acabo de decir?»
—Vamos, Walker, siéntate —no entiendo su insistencia, sin embargo, hago lo que me dice y me dejo caer de nuevo en el banco, a su lado.
Ella juega con sus manos con nerviosismo y se aclara la garganta antes de hablar.

El Nirvana De KyleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora