Subo este también porque salió muy cortito :"
Roier pooooovvv
Frunció el ceño al ver todos los controles de vuelo destruidos frente a él y tocó el lugar donde solía estar el botón. Esta nave estaba en peor estado que aquel en el que Spreen y Karl acababan de desaparecer, pero tal vez aún podía repararlo.
—¿Necesitas algo de esto?
Missa estaba parado junto a la puerta, con una bolsa de piezas surtidas de transbordador en las manos.
—Puede ser —tomó las bolsa y la dejó caer en el asiento junto a él—. Gracias.
—No es nada —Deslizó sus manos en los bolsillos y se recargó en la puerta. Su tendencia a jorobarse lo hacía verse todavía más bajo de lo que era—. Limpiar esa madre es el trabajo que casi todos evitamos.
Roier sonrió mientras revisaba el contenido de la bolsa.
—Probablemente porque primero tuvimos que sacar algunas partes de cuerpos —se encogió de hombros—. Pero soy muy bueno con la tecnología, así que pensé que podría ser útil.
—Muy útil —repitió —. La mayoría de las personas llega sin saber mucho más allá de como golpear a la gente.
Roier puso los ojos en blanco, CAHR y sus estúpidas prioridades.
—Ni me lo digas.
—¿De dónde dijiste que eras?
—Karmaland.
—Nunca he estado ahí; de hecho, nunca he estado en ninguna de las ciudades. ¿Es lindo?
Roier lo miró confundido.
—¿Nunca has ido a la ciudades?, ¿Naciste aquí?
—Sí.
—Ah, ¿naciste como Reiniciado? —preguntó, sorprendido—. ¿No habías dicho que a los bebés no les daban números?
—No.
—Oh...
Esperó que abundara en su explicación, pero no lo hizo. Se estaba guardando algo y, por la manera en que evitaba sus ojos y fruncía el ceño, no era algo bueno.
Echó un vistazo rápido a la escena detrás de él. Alrededor de diez Reiniciados se paseaban por ahí, recogiendo piezas o trabajando en la barda. Parte de la seriedad de ayer había desaparecido, pero las personas que habitaban aquí desde antes no parece esforzarse mucho por hablar con los recién llegados. De hecho, solo Missa se había acercado a él.
Volvió la atención de nuevo al desastre que tenía enfrente. Tampoco él se había acercado a alguno de ellos, así que quizá todos se estaban ajustando todavía. Tomó un botón y trató de hacerlo caber en el hueco del tablero. No tuvo suerte.
—Así que, Karmaland —dijo Missa, cruzando los brazos sobre su pecho—. ¿Es lindo?
Se encogió de hombros.
—Está bien.
Cuando pensaba en su hogar, lo único que podía ver era a sus padres cerrándole la puerta en su cara y lo único que podía oír era el grito ahogado de ese hombre que asesinó, mientras cerraba los dedos alrededor de su garganta.
Cerró los ojos y tragó saliva. En parte, sentía alivio por recuperar los recuerdos que había perdido. Habían comenzado a volver de nuevo, poco a poco, anoche. Haberle saltado encima a esa mujer en el restaurante, el olor de su carne abrumándolo. Esperar a Spreen para que agarrara a Mayichi y distraerse con el movimiento en la siguiente casa. Romper la puerta y saltar sobre el hombre.
Abrió los ojos con un suspiro. Missa lo miraba fijamente, con el rostro estrujado en compasión.
—Ustedes los de CAHR están hechos un verdadero desastre, ¿no?
—Es probable —dijo con un toque de diversión.
—¿Cómo es ahí dentro?
—Dentro de las instalaciones no lo pasas tan mal. Me dieron muchas palizas los primeros días, pero después eso paró y solo Spreen me hacía verga, lo cual era más o menos divertido.
Lo miró perplejo.
—En serio están hechos un desastre... Todos.
—Él era mi entrenador —aclaró con una carcajda—. Era amable mientras lo hacía.
—Ah, bueno, pues si era amable mientras lo hacía...
—Las misiones en las que debíamos salir y capturar humanos eran horribles. Tal vez habría muerto en menos de un año de haberme quedado —suspiró—. Los humanos de verdad nos odian.
Missa asintió mientras daba un paso atrás.
—Bueno pues como que a veces tienen algo de razón, ¿no?
—¿A qué te refieres?
—Yo tendría miedo de nosotros, si fuera ellos. Somos más rudos y fuertes.
Tenía algo de razón. Como humano él había tenido más curiosidad sobre los reiniciados, pero definitivamente le daban miedo. Nunca se había encontrado con uno hasta que se volvió uno, pero de haberlo hecho también habría huido corriendo.
Sin embargo, podía decir sin asomo de duda que jamás habría tomado un bate para romperles la cabeza. Tan solo el recuerdo del ataque de los humanos en Extremo le provocaba escalofríos. Por un momento había entendido la aversión que Spreen sentía por ellos.
—¿Te gusta aquí? —preguntó.
—Sí —se encogió de hombros—. Digo, podría ser peor, ¿no? Podría estar en CAHR.
—Cierto.
—No está tan mal. Para cuando llegué, casi todos los problemas se habían limado. Tienen cultivos estables y todos tienen comida y ropa. Algo bien.
—Solía trabajar en los campos de Karmaland antes de Reiniciar. Podría ayudar con eso aquí.
—Bien —aludió Missa como si estuviera genuinamente sorprendido—. Más habilidades útiles. Podrías comenzar a agradarle a Karl casi tanto como le agrada tu novio.
El castaño lo miró molesto y soltó un bufido de diversión, que se desvaneció cuando vio algo a la distancia. Se asomó por la puerta del transbordador para ver a Vicky y Mayichi dirigiéndose hacía él, con los rostros serios. Volteó hacía Missa de nuevo, pero ya se alejaba caminando.
Saltó y se limpió las manos en los pantalones mientras se acercaban. mayichi estaba pálida y Vicky se tiraba del cabello nerviosa.
—¿Has visto a Spreen? —fue lo primero que salieron de sus labios apenas llegar.
—Se fue con Karl —bajó la voz y se acercó a ellas—. Regresa esta noche. ¿Todo bien?
Vicky y Mayichi intercambiaron una expresión de horror y una sensación de náusea comenzó a crecer en el estómago de Roier.
—¿A cazar? —preguntó Mayichi. Su voz era apenas un susurro.
—Técnicamente fue a buscar a los Reiniciados que no regresaron, pero creo que iban a cazar si podían —tragó saliva—. ¿Por qué?, ¿Qué pasa?
—¿Le dijeron qué era la cacería? —los ojos de Mayichi estaban grandes, la preocupación se mezclaba con el miedo.
—No... no lo sé —la miró y luego a Vicky—. ¿Qué es la cacería?
Ahora sí, chauu
—Sea.
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Wake up [spiderbear]
FanfictionSpreen nunca ha desobedecido antes, y sabe que, si lo hace, lo matarán. Sin embargo, nunca se ha sentido tan vivo como cuando está cerca de él.