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Mientras nos separamos un momento para recuperar el aliento, Alan me miró con una mezcla de intensidad y preocupación en sus ojos verdes.

—Ariadna, ¿estás segura de lo que estamos haciendo? No quiero presionarte ni hacerte sentir incómoda. Si necesitas tiempo para pensar o si no estás lista para esto, lo entenderé. No quiero que hagas algo que no quieras hacer. Estoy dispuesto a esperar el tiempo que necesites, porque lo que más me importa es tu bienestar y tu felicidad —dijo Alan con sinceridad, su voz llena de ternura y cuidado.

Su comprensión y su disposición a esperarme me llenaron de emociones encontradas. Pero una voz en mi cabeza me susurraba que si no seguía adelante con lo que estábamos haciendo, lo perdería para siempre.

—Lo sé, Alan. Aprecio tu paciencia y tu comprensión —respondí con una sonrisa forzada, tratando de ocultar mis verdaderos sentimientos detrás de una fachada de seguridad—. Pero estoy segura de lo que quiero hacer.

En realidad, no estaba segura de nada. Mis pensamientos estaban nublados por el miedo a perderlo, a que se alejara si no cumplía con sus expectativas. No podía arriesgarme a eso, no podía dejar que se fuera.

Alan acarició suavemente mi mejilla, buscando mis ojos con los suyos llenos de preocupación.

—Ariadna, escúchame. No quiero que hagas algo que no te haga sentir bien contigo misma. Mi amor por ti no está condicionado a nada más que a tu felicidad y tu bienestar. No quiero que te sientas presionada a hacer algo que no estés lista para hacer. Estaré aquí, esperándote, el tiempo que sea necesario. No quiero que te sientas obligada a hacer algo por mí. Eres libre de tomar tus propias decisiones, y yo te apoyaré en cada una de ellas, incluso si eso significa que necesitas tiempo para descubrir lo que realmente quieres.

Sus palabras resonaron en lo más profundo de mi ser, pero el miedo a perderlo seguía presente, nublando mi juicio y empujándome a seguir adelante con lo que estábamos haciendo.

—Lo entiendo, Alan. Pero realmente quiero estar contigo —dije con voz temblorosa, mis palabras cargadas de desesperación y miedo a perderlo.

Alan me miró con tristeza en sus ojos, como si pudiera ver a través de mi fachada y entender mis verdaderos sentimientos.

—Ariadna, no quiero que hagas algo que luego lamentes. Estoy aquí para ti, pase lo que pase. Pero necesito que tomes una decisión basada en lo que realmente quieres, no en lo que crees que quiero yo. Te esperaré, el tiempo que sea necesario, porque lo más importante para mí es que estés bien, incluso si eso significa que no estemos juntos en este momento.

Su sinceridad y su amor incondicional me conmovieron profundamente, pero el miedo a perderlo seguía latente en mi corazón. Sin embargo, algo dentro de mí comenzó a cuestionar mis propias motivaciones y a reflexionar sobre lo que realmente quería.

¿Realmente quería estar con Alan porque lo amaba, o simplemente porque tenía miedo de perderlo? La respuesta a esa pregunta se escapaba de mi comprensión en ese momento, pero sabía que necesitaba tiempo para descubrirlo.

—Me gustas, y nunca lo dejaras de hacer, pero te conozco perfectamente, no estas segura de esto. Te prometo que no me importa nadie más que no seas tú, por qué realmente me gustas, Ariadna -
dijo Alan y me abrazó con ternura, su corazón latiendo en sincronía con el mío mientras nos perdíamos en un abrazo reconfortante.

...

Después de un rato, Alan me llevo a mi "casa". Me encontraba sentada en el sillón pensando todo lo que acababa de suceder hace unos momentos.

—Heyyy, miren quien llegó, la novia de Alan - dijo Lukas mientras se sentaba junto a mi haciéndome burla.

—Estoy harta, no puedo parar de pensar en lo que me decía mi madre, nunca nadie va a amar - le dije con lágrimas que amenazaban con escapar de mis ojos.

Lukas pareció darse cuenta de la gravedad de la situación al verme al borde de las lágrimas. Su expresión burlona desapareció, reemplazada por una mezcla de sorpresa y preocupación genuina.

Yo no era alguien que lloraba, por lo menos no con alguien cerca, y es por qué odio que me vean como alguien débil. Muy en el fondo, se que lo soy.. pero no me gusta admitirlo.

—Ari... tu eres muy bonita, no hagas caso a lo que te decía tu mamá, eres perfecta tal y como eres. - dijo con un tono suave mientras tomaba mi cabeza y la acercaba a su pecho, dándome caricias en el cabello.

—¿Me quieres contar que pasó con Alan? - preguntó

—Alan... me hace sentir como nunca nadie lo había hecho, Lukas...ni siquiera se si estoy segura si siento algo por él —comencé, con la voz entrecortada por las lágrimas que seguían escapando de mis ojos

Lukas me escuchaba con atención, su expresión reflejando una mezcla de comprensión y preocupación.

—Entiendo, Ariadna. A veces, los sentimientos pueden ser confusos y abrumadores. Pero es importante tomarse el tiempo necesario para entender lo que realmente quieres y lo que sientes. No te sientas presionada a decidir ahora mismo. Tómate tu tiempo y reflexiona sobre tus sentimientos, Alan se ve que es un buen chico —me aconsejó con voz suave, mientras continuaba acariciando mi cabello para brindarme consuelo.

—Gracias, Lukas

Lukas me sonrió con ternura, transmitiéndome su confianza y su solidaridad en ese momento difícil.

—Siempre estaré aquí para ti, Ari. No dudes en hablar conmigo si necesitas desahogarte o si necesitas algún consejo. Somos amigos, ¿recuerdas?

 Somos amigos, ¿recuerdas?

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Pretty Psycho - Alan Beltrán (Yankee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora