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Me desperté de golpe, desorientado. El sol apenas apareciendo, mostrando sus rayos del amanecer, pero Ariadna ya no estaba a mi lado. Mi corazón se aceleró al ver el banco vacío junto a mí.

-Mierda, mierda, mierda -susurré mientras me levantaba rápidamente, sintiendo una mezcla de pánico y confusión.

Miré a mi alrededor, tratando de localizarla entre las sombras que se alargaban en el parque. La suave brisa que antes había sido reconfortante ahora se sentía fría y amenazante. ¿Dónde podría haber ido? ¿Por qué se fue sin decirme nada?

-¡Ari! -grité, mi voz resonando en el silencio del parque. No hubo respuesta, solo el susurro del viento entre los árboles.

Caminé rápido hacia el área donde habíamos estado patinando, con la esperanza de encontrar alguna señal de ella. La preocupación me corroía. Todo había parecido tan perfecto, tan lleno de esperanza, y ahora ella había desaparecido sin dejar rastro.

-¡Ariadna! -volví a llamar, mi voz más desesperada.

Pasaron los minutos, y mi mente comenzó a llenarse de pensamientos oscuros. ¿Y si algo malo le había pasado? ¿Y si se había ido porque no podía soportar estar conmigo?

Al borde del parque, vi a una pareja paseando con su perro. Corrí hacia ellos, con la esperanza de que hubieran visto algo.

-Perdón, ¿han visto a una chica patinando por aquí? -les pregunté, tratando de mantener la calma en mi voz.

-No, lo siento -respondió la mujer, mirándome con preocupación.

Sentí un nudo en el estómago y saqué mi teléfono para llamarla. El tono de llamada sonó una vez, dos veces, tres veces, y luego fue a buzón de voz. Intenté de nuevo, y otra vez la llamada fue a buzón.

La angustia se convirtió en desesperación. Pensé en los lugares donde solía ir cuando quería estar sola. Y luego, una idea se apoderó de mí: Debe estar con Lukas.

Corrí hacia la casa de Lukas, cada paso impulsado por la mezcla de miedo y esperanza. Cuando llegué, toqué la puerta con fuerza, mi corazón latiendo desbocado.

Lukas abrió la puerta, con cara de sueño y confusión.

-Alan, ¿qué pasa? -preguntó, frotándose los ojos.

-Lukas, ¿está Ariadna aquí? -dije, sin aliento-. No la encuentro, desapareció en el parque.

Lukas me miró fijamente, su expresión cambiando a una mezcla de tristeza y decepción.

-Alan...

-Dime que esta aquí por favor... - le dije al chico esperando que me dijera que efectivamente, ahí estaba.

Pero al parecer nada de lo que quería escuchar, sucedió

-Alan... ¿Sabes que Ariadna está muerta, verdad?

El mundo pareció detenerse. Sentí como si el suelo se abriera bajo mis pies, tragándome en un abismo de incredulidad y horror. Las palabras de Lukas resonaron en mi cabeza, cada una como un golpe sordo.

-No, no puede ser... -murmuré, dando un paso atrás- La vi anoche, estuvimos juntos...

Lukas negó con la cabeza, sus ojos llenos de compasión y dolor.

-Alan, ella murió el día que su mamá la ataco...tu la viste en el hospital.

La realidad se desmoronó alrededor mío. Me sentí mareado, incapaz de procesar lo que Lukas estaba diciendo.

-No... No puede ser... -repetí, con la voz quebrada.

Lukas se acercó y puso una mano en mi hombro.

-Alan, lo siento mucho. Sé que es difícil, pero ella ya no está aquí - dijo el chico con la voz entrecortada.

Pretty Psycho - Alan Beltrán (Yankee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora