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Narra Alan.


Estaba exactamente en la misma banca donde solíamos ver las estrellas juntos. La noche era clara y las estrellas brillaban como pequeños diamantes en el cielo oscuro. Recordé como Ariadna me había dicho que ese era nuestro lugar especial. Me invadió una mezcla de nostalgia y tristeza. Había pasado un mes desde que ya nunca la volvi a ver.

Saqué mi celular para ver la hora y noté que tenía una llamada perdida de Lukas. Ya no éramos amigos tan cercanos, así que me extrañó un poco. Justo cuando iba a marcar su número, él volvió a llamar.

—¿Lukas? —respondí, intentando sonar neutral.

—Oye, Alan —dijo con una voz que no pude identificar de inmediato, aunque parecía nerviosa— No sé si debería decirte esto, pero creo que lo debes saber.

Mi corazón comenzó a latir más rápido —¿Qué pasa?

Lukas tomó una respiración profunda antes de continuar —Es sobre Ariadna. Ella... está en el hospital. Está grave.

Sentí como mi corazón se empezaba a quebrar en cada segundo que pasaba. Me quedé sin palabras por un momento, intentando procesar lo que acababa de escuchar.

—¿Qué le pasó? —pregunté finalmente, mi voz apenas un susurro.

—Fue a ver a su mamá, y no sé... creo que la golpeo hasta dejarla inconsciente - Lukas se escuchaba al borde del llanto

Mi mente se llenó de imágenes de Ariadna, herida y sola. Me invadió una mezcla de desesperación y culpa.

—¿En qué hospital está? —pregunté, tratando de mantener la calma.

Lukas me dio la información, y colgamos. Me quedé allí, en la banca, mirando las estrellas mientras las lágrimas caían por mi rostro. La necesidad urgente de verla, de estar allí para ella, me consumía.
¿Pero, ella quiere verme?

A la mierda, solo quiero confirmar que este bien.

Me levanté y empecé a caminar hacia el hospital, cada paso más pesado que el anterior. Sabía que había mucho por sanar, tanto en ella como en mí, pero no podía quedarme sin hacer nada. Necesitaba estar a su lado, aunque solo fuera para mostrarle que no estaba sola.

Llegué corriendo al hospital, con el corazón latiendo a mil por hora y la cabeza llena de pensamientos caóticos. Cada paso me acercaba más a la realidad que temía enfrentar. Al entrar, vi a Fede, Roz, Lukas y Adri en la sala de espera. Sus caras eran un reflejo del dolor y la preocupación que sentían por Ariadna. Algunos lloraban abiertamente, mientras otros simplemente miraban al vacío, intentando contener las lágrimas.

—¿Dónde está Ariadna? —pregunté, con la voz quebrada y la respiración entrecortada.

Lukas levantó la vista, sus ojos rojos de tanto llorar, y señaló hacia una puerta al fondo del pasillo. Sin decir una palabra, empecé a caminar hacia allí, sintiendo cómo todos los ojos en la sala se posaban en mí.

Empujé la puerta y allí estaba ella. Ariadna estaba sentada en la cama, con una expresión de paz en su rostro. Parecía frágil, pero al mismo tiempo había algo reconfortante en verla. Me acerqué lentamente, sin querer romper la tranquilidad del momento.

—Ari... —susurré, tomando su mano. Sentí su piel cálida bajo la mía y un alivio indescriptible me invadió. Sus ojos se me miraron con una mezcla de sorpresa y alegría.

—Alan... —dijo con una voz suave y débil. Una sonrisa leve apareció en sus labios.

Me arrodillé junto a la cama. Las lágrimas caían sin control, y mi cuerpo temblaba de dolor y desesperación.

—Ari... —murmuré, mi voz quebrada— Lo siento tanto. Perdóname por no estar ahí, por no protegerte, por todo el dolor que causé.

Ariadna me miró con ternura, sus ojos llenos de una paz que no había visto antes. Extendió su mano y la puso sobre la mía, su toque cálido y reconfortante.

—Alan, no te preocupes —dijo suavemente, su voz calmante como un susurro en el viento— Tengo tanto que decirte

Su sonrisa era serena, y aunque sabía que esto no podía ser real, no podía evitar aferrarme a ese momento. Me incliné hacia ella, sintiendo su presencia como un bálsamo para mi alma herida.

—Te amo, Ari —susurré, sin poder contener las lágrimas— Te amo tanto.

—Y yo a ti, Alan —respondió

Asentí, incapaz de hablar, sintiendo que una parte de mi corazón se rompía y se curaba al mismo tiempo. Ariadna se incorporó lentamente, y con un esfuerzo increíble, se levantó de la cama.

—No me gusta este lugar, vamonos de aquí - mijo mientras me tomó de la mano y me ayudó a ponerme de pie.

—Pero no podemos salir de aqui, aparte... ¿no le vas a decir nada a los demás? - pregunté

—Los demás ya saben que voy a estar bien, y obvio que podemos salir de aquí...o bueno supongo - dijo haciendo una mueca con la boca mientras veía por donde salir

—Mira, si somos rápidos y silenciosos, nadie se va a dar cuenta

Caminamos juntos hacia la puerta, sus pasos ligeros y seguros, mientras el mundo a nuestro alrededor parecía desvanecerse.

Salimos del hospital sin que nadie nos descubriera en el intento, la brisa nocturna acariciando nuestros rostros. Las estrellas brillaban en el cielo, como si el universo mismo nos observara. Sentí una extraña mezcla de paz y tristeza.

—¿Que te parece si mañana vamos a patinar? - dijo Ariadna sonriendo - como en los viejos tiempos

—¿Que te parece si mañana vamos a patinar? - dijo Ariadna sonriendo - como en los viejos tiempos

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Pretty Psycho - Alan Beltrán (Yankee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora