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Mientras caminaba por la orilla de la playa, sentía la arena cálida bajo mis pies descalzos. El sol brillaba intensamente, reflejándose en las olas del mar que llegaban y se retiraban con un ritmo tranquilo. Podía oír las risas de mi familia a lo lejos. Mis padres estaban sentados bajo una sombrilla, disfrutando de la vista, mientras Alan y yo construíamos un castillo de arena cerca del agua.

-¡Mira qué alto está quedando! -dijo Alan, con una sonrisa de oreja a oreja, mientras agregaba más arena a la torre principal.

-Sí, pero asegúrate de que las paredes sean fuertes, no queremos que se derrumbe -respondí, riendo.

El viento jugueteaba con nuestros cabellos, y el aroma a sal impregnaba el aire. Todo parecía perfecto, una burbuja de felicidad y tranquilidad.

Después de terminar nuestro castillo de arena, nos dirigimos hacia donde estaban mis padres. Mi madre nos ofreció jugo de naranja fresco, mientras mi padre nos contaba algunos chistes. La risa era contagiosa, y el ambiente era de pura alegría y amor.

De repente, Alan tomó mi mano y me llevó hacia el mar. Corrimos juntos, sintiendo el agua fresca y salada salpicarnos. Nos sumergimos en las olas, jugando y disfrutando cada momento. El mar parecía infinito, y el horizonte se mezclaba con el cielo en una línea casi imperceptible.

Nos detuvimos un momento, flotando en el agua y mirando hacia el cielo azul.

-¿Alguna vez pensaste que podríamos tener momentos así para siempre? -pregunté, sintiendo una paz interior indescriptible.

-Quiero estar siempre a tu lado Ximena -respondió Alan, mirándome con una sonrisa- Y siempre lo pienso estar

La tranquilidad del momento me envolvió, y sentí una conexión profunda con Alan. Todo parecía perfecto, hasta que un sonido lejano comenzó a invadir mi conciencia. Era un sonido extraño, como un zumbido persistente que no encajaba con la serenidad del momento.

El sonido se intensificó, y lentamente la playa, el mar y la risa comenzaron a desvanecerse. Me sentí desorientada, como si estuviera siendo arrastrada fuera de un sueño hermoso.

Abrí los ojos de golpe, encontrándome en una habitación desconocida. La luz era más tenue y artificial, y el sonido que había escuchado provenía de un monitor médico a mi lado. Me llevó un momento recordar dónde estaba. Roz y Adri estaban a mi lado, con expresiones de preocupación y alivio.

-¿Ariadna? -dijo Roz suavemente- ¿Estás bien?

Me senté lentamente, tratando de aclarar mi mente. Los recuerdos del viaje a la playa aún estaban frescos, pero sabía que no eran del presente.

-Sí, estoy bien -respondí, todavía un poco desorientada- Solo estaba... recordando.

Lukas, que estaba en la puerta, entró rápidamente y se acercó.

-¿Qué recordaste, Ari? -preguntó con suavidad, tomando mi mano.

-Un viaje a la playa con mis padres y Alan -dije, tratando de contener las emociones- Fue... tan feliz.

El terapeuta, que había estado observando, sonrió con comprensión.

-Eso es un buen progreso, Ariadna -dijo

...

Salimos del consultorio y la luz del sol nos recibió con su cálido abrazo. Lukas, Roz y Adri caminaban a mi lado, ofreciéndome palabras de ánimo y sonrisas reconfortantes. Al llegar a la acera, vi una figura familiar esperándonos. Su rostro se iluminó al verme, y no pude evitar sentir un hormigueo de emoción.

-Hola, Ari -dijo Alan, acercándose con una sonrisa- ¿Cómo te fue?

Lukas, Roz y Adri se despidieron, dándome abrazos rápidos y promesas de estar ahí para cualquier cosa que necesitara.

-Cualquier cosa, nos avisas -dijo Lukas, dándome una palmada en la espalda.

-Sí, te quiero Ari -añadió Roz, sonriendo.

-Cuídate mi niña -dijo Adri, dándome un último abrazo.

Los vi alejarse, y luego me giré hacia Alan, quien sacó algo del bolsillo de su chaqueta. Era una pequeña caja de terciopelo.

-Tengo algo para ti -dijo Alan, abriendo la caja para revelar un anillo sencillo y hermoso- Pensé que te gustaría.

-Alan, es hermoso -dije, tomando el anillo y colocándolo en mi dedo-. Gracias.

Alan sonrió y me tomó de la mano.

-Vamos a caminar un poco, ¿te parece? -sugirió, y asentí.

Caminamos juntos hacia el parque cercano, disfrutando de la tranquilidad del momento. El parque estaba lleno de vida, con niños jugando, parejas paseando y el sonido suave de las hojas moviéndose con la brisa.

-Recordé nuestro viaje a la playa, con mis padres - dije rompiendo el silencio.

Alan me miró con ternura, entendiendo el significado detrás de mis palabras.

-Ese fue un día genial -dijo, con una sonrisa suave- Pasamos momentos increíbles juntos.

Asentí, recordando la sensación de paz y felicidad que había experimentado en aquel día.

El sol proyectaba largas sombras mientras Alan y yo paseábamos por el parque, nuestros pasos crujían suavemente en el sendero de grava. El aire estaba impregnado del aroma a hierba recién cortada y flores, un contraste marcado con el olor estéril a antiséptico de la habitación del hospital que acabábamos de dejar.

La mano de Alan se sentía cálida y reconfortante en la mía, un ancla tranquilizadora en el mar de recuerdos que amenazaban con engullirme. Lo miré de reojo, su perfil delineado contra el sol poniente, y sentí una oleada de gratitud por su presencia en mi vida.

-Me alegra que sigas aquí -dije, mi voz apenas un susurro.

Los labios de Alan se curvaron en una sonrisa suave -Nunca te dejare sola -respondió, apretando ligeramente mi mano.

Ahh pinche wey todo hermoso precioso me tres toda enamorada, y se que lo que estoy apunto de decir va a sonar bien inutil y cursi pero...

—Te amo Alan

—Te amo Alan

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Pretty Psycho - Alan Beltrán (Yankee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora