Anhelo

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Molly quería reír al mirar a su amiga jugando con su comida, llevaban 15 minutos en la cafetería y Serena solo movía la fresas decorativas del pastel de chocolate de un lado al otro sin dejar de mirar a un punto distante en la mesa.

Un suspiro...

Dos suspiros...

Tres suspiros...

La de cabello castaño quería romper a reírse una vez llego a contar cinco suspiros provenientes de su amiga, en definitiva aquel viaje a Fukuoka había causado algo en la rubia que no lograba interpretar.

—¡Mira es Seiya!—una vez mencionó el nombre del moreno el tenedor en manos de Serena cayo encima del plato.

Bingo.

—Ahora que tengo tu atención me dices que te pasa, te invite por un café y no me haces caso—la rubia volvió su mirada una vez más al café entre sus manos sintiendo como había perdido calor desde que le fue entregado y ella no había tomado ni un solo sorbo. Molly supo de inmediato que algo había sucedido de regreso a Tokio.

—Seiya...

—¿Qué sucedió con Seiya?—la rubia sintió un nudo en la garganta al querer hablar, sus ojos se llenaron de lágrimas que por más que intento no derramar al final acabó derramadolas—: ¿Serena por qué lloras?

—Seiya y yo...él y yo...estuvimos juntos—Molly sintió que un balde de agua fría le cayó encima y no sabía si reír o darle un buen jalón de orejas a su amiga por preocuparla de aquella forma.

—Pero es algo nor...espera, ¿ustedes dos tuvieron sexo?—asintió—: ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? Más importante, ¿Por qué lloras? Yo en tu lugar estaría feliz.

—Se supone que regresariamos el domingo pero finalmente se decidió volver el lunes en la mañana, durante una cena que tuvimos ese domingo bebieron mucho y Yaten sugirió que debíamos volver...

Seiya se sujeto con fuerza de su hermano riéndose al verlo luchar con su peso y no dejarlo caer, se preguntaba porque había bebido tanto pero ni él mismo tenía la repuesta o tal vez si pero al final eso no tenía importancia. Sin poner resistencia se dejó llevar hasta la habitación que compartía con la rubia y lo primero que sintió fue el aroma de su perfume golpearlo.

—No estoy borracho—Yaten quería golpearlo por decir aquellas palabras pero de hacerlo seria una pelea injusta y ya tenían suficiente con haber pagado varios vasos de cristal en el bar del hotel por culpa de su hermano y Rubeus. Serena le agradeció el haberlo traído hasta la habitación una vez miro al moreno relajado entre las sábanas con intensión de dormir.

—Tenias que beber así...—la rubia acabo sentándose a su lado sin dejar de acariciar su cabello—: ¿Por qué bebiste tanto?

Quería ahogar mis penas—las orbes de ambos se conectaron por un segundo que para la rubia se sintió eterno—: era mi forma de olvidar el miedo que siento de perderte.

—¿Perderme? No entiendo de qué hablas—a pesar de sentir que todo le daba vueltas Seiya acabo sentándose a su lado—: estas diciendo cosas que no entiendo.

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