Sueños compartidos.

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—Yo sigo sin saber qué quiero hacer en el futuro, ¿sabes? Casi todos me dicen que no piense en eso, pero a veces es inevitable —dijo Adrien.

—Adrien, aún no entramos a clases y tú sigues pensando en el futuro, tranquilo...

—Sabes que la ansiedad funciona así, Marinette, uno sobre piensa demasiado y suele pensar en lo peor —le recordó Adrien mientras dejaba salir un suspiro.

Desde que sus padres murieron, Adrien se sentía muy triste y su tía (y Marinette, que se preocupaba mucho por él), lo convencieron de ir al psicólogo, el psicólogo lo derivó también con un psiquiatra y lo diagnosticaron con depresión y ansiedad. Adrien ahora entendía algunas cosas, pero otras aún le costaban.

—Pero no estás solo —le recordó ella —. Por cada mal pensamiento que tengas, podemos pensar en otro que sea positivo juntos.

Adrien sonrió ante eso, jamás se le habría ocurrido algo parecido y sonaba bastante bien, tenía sentido.

—Y si alguna vez quieres hablar sobre otro tipo de futuros, podemos hablar de sueños compartidos —sugirió Marinette —. No lo sé, quizás ambos soñamos con vivir en una casa similar o con tener la misma mascota, hay muchos temas que se pueden conversar.

—Yo siempre he querido tener un perro, me gustan mucho, me gusta la idea de pasear con él —respondió Adrien —. También me gustan los hámsters, creo que son adorables.

—Cuando yo era pequeña siempre quise tener un perro, pero mis padres nunca me dejaron por la Panadería —explicó la azabache —. Y bien sabes que siempre he soñado con tener un hámster.

—Después de todo tenías razón, sí tenemos sueños compartidos —ante eso, ambos sonrieron.

Abril Adrinette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora