Amuletos de la suerte.

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Adrien cuando se aburría en clases no podía evitar comenzar a observar su amuleto de la suerte, esa pulsera le recordaba a Marinette y eso lo mantenía un poco más tranquilo. Obviamente era un buen estudiante, pero en ocasiones las clases resultaban bastante repetitivas y eso era lo que las volvía aburridas. Alya lo observaba, porque como ahora ellos eran compañeros de salón (y Marinette era compañera de Nino), ambos se sentaban juntos. Le gustaba ver a Adrien aburrido y distraído, ella pensaba que él siempre prestaba atención y que por eso tenía buenas notas, no como Nino, que con suerte tenía la nota mínima para aprobar.

—¿Ya estás pensando en Marinette? —le preguntó Alya a Adrien. Adrien dio un leve salto, estaba concentrado en su pulsera, su amuleto de la suerte.

—Sabes que siempre pienso en ella —Alya asintió, ella también pensaba mucho en Nino, no le gustaba no estar en el mismo salón —. Además, a veces la Historia me aburre un poco —Alya volvió a asentir, siempre era lo mismo, ella esperaba que cuando sus hijos estén en el colegio los libros de Historia por lo menos hablen de cosas interesantes, como los superhéroes o que los hagan leer todo lo que fue el coronavirus, quién sabe —. Además, sabes que esta pulsera es especial para mí, por eso después yo le di una en su cumpleaños... —recordó sonriendo. Alya también sonrió, recordaba ese regalo y la emoción de la azabache —, a veces me pregunto si ella también se distrae con su pulsera.

*

—¿No deberías resolver la guía, Marinette? —le dijo Diego mientras la observaba.

—Claro, ¿qué crees que estoy haciendo? —respondió la azabache mientras fingía que se sentía ofendida.

—Te veo jugando con esa pulsera, solo por eso te recordaba que seguimos en clases.

—Es mi amuleto de la suerte —respondió la azabache y acercó la pulsera a la mesa de su compañero, él solo la observó, no se parecían a los colores que ella utilizaba, era un poco raro —. Un día le regalé una pulsera a Adrien y cuando llegó el día de mi cumpleaños, él me obsequió esto, la hizo para mí, ¿no te parece tierno? Por eso es mi amuleto de la suerte, porque me recuerda a él —explicó sonriente.

—Ustedes sí que son cursis —respondió Diego. Marinette le dio un empujón —, ¡lo siento! Es solo que mi novia y yo no tenemos este tipo de detalles, por eso me pareció cursi.

—Quizás podrías intentar regalarle algo, un collar, un peluche, cualquier detalle es lindo y más si viene de parte de tu novio, ella lo valorará.

—Sí, creo que solo le he regalado comida, pero ¿quién quiere regalarle un peluche a su novia? No me parece un buen regalo.

—¿En serio? Cada vez que vea ese peluche pensará en ti.

—Mm... bueno, ¿quieres que te ayude con la guía? —propuso para cambiar de tema.

—No gracias, soy buena con el inglés —respondió la azabache y volvió a concentrarse en su guía.

—Si tú lo dices... —Diego pensaba que él era muy bueno con el inglés, por eso en ocasiones le gustaba ofrecer su ayuda. Decidió darse la vuelta y ofrecerle su ayuda a Nino, sabía que él no era muy bueno en eso —... hey...

—No es que no se me de bien el inglés, es solo que nunca lo practico, porque no es algo que realmente me interese, aunque si te soy sincero en el futuro me gustaría ser cineasta, ya sabes, quiero hacer películas y que los demás las vean. Por eso creo que el inglés podría servirme, pero me parece que es algo muy complejo y por eso no lo practico, aunque sé que debería o tal vez intentarlo, mi novia suele decirme que soy más capaz de lo que creo, es solo que yo no creo que sea cierto, pero...

—...ayúdame... —Claude susurró eso y Diego vio la desesperación en sus ojos. Definitivamente a Claude no le gustaba sentarse al lado de Nino. Diego solo se dio vuelta de nuevo y Claude estuvo a punto de gritar, ¿cómo demonios se hacia para que ese chico se callara? ¡era desesperante!, Marinette escuchó todo eso y soltó una risa, Nino ya había comenzado a hablar sin parar.

"Esos chicos son algo raros", pensaba Diego.

*

—Aparentemente quieren que nos inscribamos en alguna actividad, es algo obligatorio, tenemos hasta el viernes —comentó Adrien —. No sé qué voy a hacer, no quiero inscribirme en un deporte como esgrima, pero... ¿qué otras opciones tenemos?

—Por suerte nos dieron estos folletos —Marinette le entregó el suyo a su novio.

—Yo me inscribiré en el club de natación —informó Kim —. ¡Tenemos un colegio con piscina, es lo mejor! —estaba muy feliz.

—Tienen taller de periodismo, con eso ya me tienen —dijo Alya.

—Chicos, tienen taller de música y taller de teatro —les dijo Rose —. Planeo inscribirme en ambos.

—¿Qué opinas de eso, Adrien? Creo que te iría bien —le dijo Marinette.

—Podría ir a ver, quizás alguno me llama la atención —respondió. Marinette asintió. Ambos pensaban que como ahora no había villanos, tenían más tiempo para inscribirse en talleres, parecía que todo estaba a su favor —. Por suerte tengo mi amuleto de la suerte, y una gran novia.

—Sabes que no te dejaré solo —le dio un beso en la mejilla.

—Siempre tienen la opción de unirse al club de pin pon —les dijo Diego pasando por ahí —. Siempre necesitamos miembros, casi nadie quiere unirse y siempre somos los mismos.

—Sí, pero es mejor así, los tres somos buenos amigos —dijo Miguel con tono de voz de pocos amigos, él siempre tenía cara de enojado.

—Si queremos que el colegio nos lleve a competencias, necesitamos más miembros.

—¿Existen competencias de pin pon? —preguntó Adrien.

—Este colegio es bastante popular, Adrien —le respondió Diego —. Si los clubes son buenos, todos pueden competir, incluso en el taller de teatro han venido estrellas para ver las presentaciones. Estamos en uno de los mejores colegios.

—Wow... —dijeron todos al unísono. Sabían que era un buen colegio, pero jamás habían escuchado todo eso de los clubes y de lo importantes que eran.

—¡Genial! ¡Podré competir en natación! —Kim aplaudió.

—Las cosas funcionan así porque ya somos grandes, se supone que este colegio intenta ayudarnos con nuestro futuro, por eso le dan tanta importancia a los talleres —les informó Diego.

—Es cierto. Por eso si piensan que son buenos en algo, deberían enfocarse en ese taller —dijo Claude —. Somos grandes, tristemente.

—¿Acaso quieren deprimirnos? —Nino hizo un puchero. Alya lo tomó por el brazo, acariciándolo.

Observando a su alrededor, Nino no era el único deprimido. Marinette notó el rostro de su novio y se sintió triste por él, el futuro podía aterrar a cualquiera. Incluso la linda y tierna Rose se veía deprimida ante esas palabras, Juleka la abrazó.

—Tranquilo, Adrien, recuerda que juntos encontraremos tu pasión, aún tenemos tiempo —le recordó Marinette. Adrien solo asintió, esta vez no fue capaz de sonreír.

"Parece ser que todos ellos son niños que aún le temen al futuro. Cielos, y yo que pensaba que todos tenían claro que querían hacer", pensó Diego.

—Yo digo que ya hemos hablado suficiente sobre el futuro hoy, ¿qué les parece si vamos a la cafetería y comemos algo para relajarnos, amigos? —propuso Marinette y evidentemente, todos estuvieron de acuerdo, por lo que se dirigieron a ese lugar, dejando solos a los tres chicos.

Abril Adrinette.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora