Camila estaba sentada en la mesa de la cocina de su madre, tomando chocolate caliente y nubes de azúcar. Cuando era pequeña, tenía que llevar una silla para subirse hasta los armarios de su abuelo y alcanzar la caja de cacao en polvo. Él lo tenía escondido porque sabía que ella no tenía control y adoraba cómo se sentía, como Wonder Woman, cuando tenía mucho azúcar en el organismo.
Sin embargo, su madre no lo escondía, y ella ya iba por la tercera taza.
Wonder Woman no aparecía.
Sin embargo, sí habían aparecido muchas dudas. A la hora de la verdad, cuando Lauren había pensado que tenían un verdadero sospechoso, había planeado resolver el caso sin ella. Lauren la habría dejado atrás, cuando unos días antes había prometido que nunca lo haría.
–Los hombres son un asco –dijo.
–Sí, eso es cierto –dijo su madre, y se sentó a su lado, con su propia taza de chocolate y ron–. Los hombres siempre han sido un asco. ¿Seguro que no necesitas un chupito para animarte?
–Sí, seguro –dijo Camila.
Su madre tenía una larga historia con hombres que daban asco. Aunque ella tampoco se había reprimido nunca, claro; cuando ella era pequeña, su madre iba a verla a casa de su abuelo y la mimaba, hasta que aparecía otro tipo y, entonces, ¡puf!, volvía a desaparecer.
Por lógica, Camila sabía que estaba enfadada con Lauren porque ella le estaba haciendo revivir momentos del pasado. Le recordaba a aquellos días en que su madre no se preocupaba de ella y no estaba dispuesta a vivir la vida siendo, en primer lugar, una madre.
Había cierta excusa, porque su madre era una adolescente cuando la había tenido, pero aquella había sido su forma de tratarla durante toda la vida, incluso de adultas: siempre elegía a un hombre antes que a su hija.
Y, en su caso, siempre había elegido a personas que ponían el trabajo por delante de ella.
Tal vez estuviera exagerando. Sí, estaba exagerando. Lo único que quería Lauren era que estuviera a salvo, eso lo entendía. Sin embargo, el sentido común no podía vencer a emociones como el dolor y la frustración.
Lo cierto era que ellas dos veían el mundo de forma diferente. Una mujer como Lauren siempre sería capaz de prescindir de ella en las ocasiones en que hubiera que hacer algo que consideraba más importante. Y ella ya había tenido suficiente de eso en su vida; se merecía algo mejor. Así pues, tenía que continuar y conseguirlo.
–Entonces, ¿no me vas a contar lo que te ha traído aquí a las...? –dijo su madre, y miró el reloj–. ¿Cuatro y media de la mañana? No me creo que sea problemas del corazón. Tú nunca te has interesado tanto por eso y mucho menos hasta el punto de dejar que alguna relación te importara.
Ja. Eso sí que era gracioso. Sin embargo, no hizo ningún comentario, porque eso no tenía nada que ver con el motivo por el que estaba allí. Ella no era tonta y, aunque Lauren no se fiaba de que supiera utilizar el cerebro, no iba a ir a enfrentarse con David ella sola. Nunca haría algo así.
No obstante, quería respuestas, y tal vez su madre pudiera dárselas.
–Es complicado –dijo ella.
Su madre sonrió.
–Camila, cariño, contigo todo es complicado.
Camila suspiró y trató de no enfadarse. Había ido allí para conseguir información, no para pelearse.
–Es que estás... triste –dijo su madre, mirándola con una expresión sorprendentemente sincera–. ¿Estás triste de verdad?
Bueno, no era exactamente como se sentía. No estaba triste, sino hundida.
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KISS- CAMREN G!P
FanfictionLa cautivadora Lauren Jauregui no la llamó después de su apasionado beso, y Camila decidió olvidarla... hasta que tuvo que pedirle ayuda para resolver un asunto peculiar. Alguien había robado un objeto muy importante para ella, y solo había una pers...