Capítulo 9

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Camila puso buena cara delante de Lauren, pero no era tonta. Estaban en un barrio muy peligroso. Las calles eran oscuras y húmedas.

Así pues, eso de no apartarse de ella le parecía perfecto.

Se avecinaba una tormenta, y el viento levantaba polvo y fragmentos de escombro, cosa que empeoraba aún más la visibilidad. Se acercó a Lauren y se agarró a la espalda de su camisa.

–¿Estoy lo suficientemente cerca? –le preguntó, en un murmullo.

Lauren se quedó inmóvil al sentir su contacto, y se giró para mirarla. Tenía una expresión de sorpresa. Viera lo que viera, se echó a reír.

–¿Qué pasa? –le preguntó.

–Tienes... –dijo, mientras señalaba su cabeza.

Camila se palpó el pelo. Tenía la peluca torcida.

–Mierda.

–Deja la peluca, Camila –le dijo Lauren, sin dejar de sonreír–. No te sirve como disfraz.

–No.

–Yo te reconocería en cualquier parte.

Camila intentó no ponerse a pensar por qué motivo aquello le había producido un cosquilleo. No se quitó la peluca, y le preguntó:

–Bueno, vamos a hacer esto, ¿sí o no?

A Lauren se le oscureció la mirada.

Vaya.

–¡Ya sabes a lo que me refiero! –exclamó Camila, y echó a andar hacia el final de la nave industrial.

Sin embargo,Lauren la agarró de la camisa.

–Por allí, listilla –le dijo ella, dirigiéndola hacia el otro extremo de la nave.

–Muy bien –respondió Camila.

Sin embargo, al ver todas las sombras, vaciló.

–Puedes esperar con Winnie, en el coche –le dijo ella–. Lo dejo cerrado con llave y...

–No, estoy bien contigo.

Y esa era la verdad. Estaba más que bien con ella. Con ella, se sentía como Wonder Woman.

Cuando se acercaron a la nave, Camila miró la valla que rodeaba el edificio.

–La puerta está cerrada –susurró–. Y la cerradura no es sencilla. No tiene llave.

–Y con un cerrojo lateral –respondió Lauren, y sacó de su bolsillo una herramienta para abrirlo.

–Vaya –susurró ella cuando Lauren abrió el cerrojo y puso un oído contra la cerradura para escuchar mientras giraba el dial.

De repente, ella soltó una maldición.

–¿Hay algún problema?

–Más bien, es que... –dijo ella, y pasó un dedo por su peluca.

–¿Qué haces? –susurró ella.

–Me cuesta concentrarme. Tienes un aspecto muy diferente y, sin embargo, sigues siendo la misma.

Como su voz, combinada con su contacto, la estaba excitando, ella movió el dedo delante de su cara a modo de advertencia:

–Tengo mucho calor con esta cosa puesta.

–Pero estás buenísima.

A ella se le escapó una carcajada.

–¿De verdad? –murmuró Camila con la voz enronquecida y una mirada muy sexy.

KISS- CAMREN G!PWhere stories live. Discover now