Capítulo 28

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A Camila se le aceleró el corazón al enterarse de que había un progreso en la investigación sobre el pingüino Por fin estaban llegando a algún sitio. Aunque...

Miró a Lauren a los ojos.

–Dime una cosa.

–¿Qué?

–¿Ibas a avisarme de que Dominic te había llamado si yo no te lo hubiese preguntado?

Lauren se pasó una mano por el pelo con un gesto de frustración.

–Pensé en no decírtelo... todavía. Pero sabía que te habrías puesto furiosa, así que sí, iba a decírtelo, Camila.

–Pero puede que no hasta que no hubieras investigado por tu cuenta.

Ella no respondió a eso. No era necesario. La verdad estaba reflejada en sus ojos.

Camila cabeceó con asombro y la miró fijamente. No sabía cómo sentirse. Nunca hubiera pensado que la confianza era algo premeditado y calculado, pero parecía que lo era. No le gustaba nada. Se puso en pie y se vistió. Después, tomó el móvil.

–¿Cómo se llama el tipo, y cuál es su número?

–Camila...

–Lauren...

Ella no suspiró, pero parecía que quería hacerlo.

–No tenemos el nombre –dijo–. Solo el de la tienda, Artículos en madera, y un número.

–Muy bien –respondió ella.

Llamó a aquel número y oyó la respuesta del contestador. La voz era masculina y brusca.

–Estoy interesada en su trabajo –dijo Camila–. Llámeme.

Dejó su número y colgó.

Lauren estaba terminando de vestirse. Tomó las llaves.

–Voy a la oficina a investigar ese número y conseguir una dirección.

–Buena idea –respondió Camila–. Voy contigo.

–Es medianoche.

Camila se quedó mirándola, y Lauren exhaló un suspiro e hizo un gesto de resignación.

–De acuerdo, muy bien.

–Muy bien.

Media hora después, estaban en su despacho y tenían la dirección de Artículos de madera, que estaba en una barcaza, en el puerto. También tenían el nombre del dueño de la tienda: David Brown.

Camila se quedó de piedra.

–¿Lo conoces? –le preguntó Lauren.

–Sí –dijo ella–. Es uno de los antiguos novios de mi madre. Uno de los pocos que me caía bien. Fue bueno conmigo, y le caía bien mi abuelo. Hacía trabajos para él, de vez en cuando, aunque se marchó justo después del incendio.

Lauren apartó los ojos de la pantalla del monitor y la miró.

–¿Y no creías que debía estar en la lista de sospechosos?

–No, no me lo pareció. Nunca hubiera pensado que David podía robarme el pingüino. No era aprendiz, y fue uno de los novios favoritos de mi madre. Es un buen sujeto, y el único que se preocupó de ser agradable con la hija de su alocada novia.

Lauren dio un suspiro que hablaba por sí solo. Las dos sabían que ella no había conocido a muchos tipos agradables en la vida, y Camila tenía el presentimiento de que Lauren creía que estaban a punto de destruir el buen recuerdo de uno de ellos.

KISS- CAMREN G!PWhere stories live. Discover now