Capítulo 8

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Ser Criston está esperándolo en la entrada del gran septo.

"No sabía que vendrías hoy," dice Aemond al unirse a su maestro de armas, "Deberías haberte unido a nosotros en los asientos de honor"

"Gracias por la consideración, mi príncipe, pero preferí hacer mis oraciones en privado esta vez"

Aemond simplemente asiente y coloca las manos en su espalda, caminando despacio junto a Cole, el aroma de los inciensos empezando a sofocarlo tras las largas horas transcurridas.

"¿Dónde está lady Rhaena?"

"Afuera, presumo, entreteniendo al pueblo"

Otra vez, piensa para sí mismo.

"Esa es una jugada inteligente de su parte"

Aemond resopla, "Ama ser el centro de atención"

"Tal vez mi príncipe debería estar junto a ella. Después de todo, es su prometida y deberían compartir juntos cada actividad del Festival"

Aemond ladea el rostro para ver al guerrero, "Empiezas a sonar como mi madre"

"Sabe que tomo su comentario como el mayor de los cumplidos, mi príncipe"

"Mmm"

El joven observa por unos segundos a su ex maestro de armas. ¿Había sido su madre quien lo había enviado aquella tarde al septo? ¿Quería Alicent asegurarse que todo marchara como ella esperaba? No dudaba que Cole aceptaría la misión, el hombre vivía para complacer a la reina viuda. Una parte de su mente, aquella que sentía un gran aprecio por ser Criston, lo reprendía internamente por pensar de esa forma. El hombre era un gran creyente de la Fe, acompañaba cada año a Alicent durante los actos religiosos, no era de extrañarse que estuviera aquí ahora.

"¿Viste hoy a mi madre?"

"Después del desayuno," asiente Cole, "La acompañé a los aposentos de la reina Ellyn. Las parteras coinciden en que está sanando como se espera, así que se unió a su madre en un paseo por los jardines ahora que puede caminar casi sin ayuda"

Aemond solo vuelve a asentir, sin saber realmente qué decir. Nunca había pensado demasiado en su cuñada, su trato con ella había sido más bien limitado y el tamaño de la Fortaleza se había encargado de que no se la cruzara más que en las ocasiones requeridas. Asumía que las noticias que Cole le daba eran buenas, aunque eso no cambiaba el hecho de que él debía sacrificarse con un matrimonio arreglado porque Ellyn no había podido cumplir con lo que se esperaba de ella.

El sol brilla tenue en el firmamento cuando salen del septo, aun así, entrecierra su ojo bueno por unos segundos para aclimatarlo al cambio de luz. Aemond avisa a su prometida entre la multitud – bastante mayor que la de ayer – que se ha congregado a su alrededor.

"Le está dando dinero a los pobres"

Aemond se fija en la bolsa de oro que la muchacha tiene en sus manos y se pregunta internamente de dónde la ha sacado. Ella no tiene realmente nada a su nombre y no debería tampoco tener fondos para la caridad.

"Por supuesto," replica con casi un gruñido

Criston Cole sonríe de lado y Aemond cruza los brazos en su espalda, de alguna forma sintiéndose fastidiado por la situación.

"Vaya, mi príncipe, sus deberes todavía no terminan"

El hombre hace una reverencia y se pierde entre las personas. Aemond, sin embargo, se queda todavía de pie junto a las escaleras por un rato más, su mirada fija en la escena ante él, Rhaena extrayendo delicadamente las monedas de la bolsita roja de terciopelo y caminando entre niños, madres y ancianos con diferentes dolencias que extienden la mano y la observan con reverencia. Patético. Aun así... sabe lo que se espera de él, por lo que cruza la distancia entre ambos a grandes zancadas, los guardias sin necesitar abrir camino para él pues las personas se apartan a trompicones al verlo acercarse, pocos de ellos animándose a saludarlo.

Resentimiento - [Aemond x Rhaena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora