Capítulo 16

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Aemond sale primero.

Después de haber aceptado su propuesta de una tregua, el príncipe no tarda en levantarse y ponerse de pie en un hábil y elegante movimiento. Rhaena intenta hacer lo mismo, pero sus rodillas se sienten adoloridas después de haber caído sobre ellas durante su discusión, así que le cuesta un poco más, aunque al final también lo consigue.

Y, una vez que ambos están de pie otra vez, Aemond solo asiente en su dirección y abandona la estancia, cosa que Rhaena agradece, pues con tregua o sin ella, necesita espacio. Necesita pensar y aclarar su mente. Necesita calmar su corazón todavía atormentado por la pelea con Baela.

Con un suspiro, sale con paso lento del saloncito, aunque sin rumbo fijo. Su gemela probablemente huyó en dirección a su habitación, así que es mejor no ir hacia allí. No hasta sentirse con fuerzas renovadas para enfrentar a su hermana. Así que Rhaena recorre la fortaleza, evitando los salones y corredores principales, paseando en su lugar por los corredores reservados para los criados y mensajeros, los cuales van de un lugar a otro claramente apurados y todos sorprendiéndose al verla allí. Ninguno, sin embargo, le dice nada. Simplemente la saludan y siguen con sus ocupaciones, básicamente ignorándola. Lo cual le viene perfecto, porque no puede contener más las lágrimas. Así que, sentándose en el alfeizar de una ventana, Rhaena llora. Sus manos cubren su rostro, pero nada puede hacer para contener los sollozos. O para calmar el dolor de su corazón.

Había soñado tanto con su reencuentro con Baela. Había deseado tantas veces abandonar el Valle e ir a Marcaderiva y volver a ver a su hermana. Pero jamás, en sus fantasías, había imaginado que ella le hablaría con rabia y decepción. Con tanta indignación y reproches. Con tanto resentimiento contenido.

¿Dijo acaso cosas que no son ciertas?

Rhaena limpia sus lágrimas y muerde su labio con tanta fuerza que termina sintiendo el sabor cobrizo de la sangre, negando con la cabeza, aunque no hay nadie a su alrededor. No. Baela no está del todo equivocada, pero tampoco son las cosas como ella las ha pintado. Rhaena no es... no es una oportunista buscando ascender socialmente. No había querido nada de esto.

Poniéndose de pie, Rhaena vuelve hacia los lugares más concurridos del palacio. Necesita hablar con alguien. Tiene que desahogarse o seguirá llorando sin control y ahogándose en sus pensamientos.

"¿Dónde está lady Westerling?" pregunta a una criada

"En sus habitaciones, mi señora"

Rhaena agradece la información y se dirige hacia el ala del castillo que alberga a los nobles de mayor rango. No tarda en llegar a la habitación de su amiga y tocar la puerta, escuchando la voz de Marianne desde el interior pidiéndole que ingrese.

"¿Rhaena? ¿Qué haces aquí?"

Rhaena camina hasta acercarse a su amiga, quien está sentada sobre unos mullidos cojines directamente bajo la luz del sol que entra por su ventana, aparentemente trabajando en una especie de adorno que tiene entre sus manos.

"¿Qué te pasó?" pregunta con un jadeo al notar su expresión

"¿Luzco muy mal?" intenta sonreír. Su rostro debe ser un desastre. Sus ojos saltones suelen hincharse después de llorar.

"Te ves triste," responde Marianne haciendo a un lado el objeto y tomando la mano de Rhaena, quien se ha sentado junto a ella en los cojines, "¿Quieres contarme?"

Rhaena asiente. Es a eso a lo que ha venido. A buscar un hombro amigo, "Peleé con Baela"

"Oh," Marianne aprieta su mano, "Debe haber sido algo serio si te dejó en este estado"

Resentimiento - [Aemond x Rhaena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora