Capítulo 7

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Las campanas resuenan en la ciudad cada hora desde el amanecer, marcando así el inicio del Festival de la Madre.

Rhaena, que ha pasado otra noche plagada de pesadillas, está cansada ya del estruendo que causan, pero se obliga a poner una sonrisa cordial mientras sonríe a cada noble que se encuentra en su camino al salón del trono.

"Es un día espléndido," Marianne comenta mientras atraviesan el patio, el sol incipiente calentándolas deliciosamente para contrarrestar el fuerte viento que empieza a sentirse ahora que los días se hacen cada vez más cortos.

"Si tú lo dices," suspira Rhaena, deseando solo volver a la cama

Hacen el resto del trayecto en silencio, la dama siendo consciente de lo cansada que parece su señora.

Cuando son anunciadas en el Salón del Trono, Rhaena se sorprende al encontrar unas enormes mesas llenando el espacio.

"Es tradición que la Corona ofrezca la primera comida," dice Marianne, "Vamos, te acompañaré hasta la mesa de honor"

Rhaena vuelve a suspirar, pero camina decididamente hasta la mesa principal bajo el trono, donde la reina Alicent y el matasangre se encuentran ya sentados uno al lado del otro. A pesar de que el festín no ha empezado aún, no hablan entre ellos. El príncipe juguetea con el cuchillo que tiene junto a su plato mientras la reina viuda parece sumida en sus pensamientos.

"Buenos días, Alteza, mi príncipe," saluda Rhaena con una suave cortesía y una sonrisa educada

"Lady Rhaena," Alicent corresponde el gesto y señala el asiento al otro lado de ella, "Ven a sentarte, comenzaremos pronto"

La chica sonríe a Marianne y se despide con una sonrisa de ella antes de ocupar su lugar junto a la reina viuda.

"Es una mañana muy bonita, ¿no lo cree, alteza?" comenta recordando las palabras de hace rato de su dama

"Muy auspiciosa," asiente Alicent, "¿Me parece que esta es la primera vez que asistirás al Festival?"

"Lo es, mi reina"

"Confío en que sabrás apreciar en su totalidad todo lo que significa"

"Estoy muy emocionada por escuchar los sermones del Septón Supremo," miente con facilidad

Alicent parece complacida porque le sonríe genuinamente y se vuelve hacia ella, tomando sus manos. Rhaena intenta no estremecerse ante el repentino gesto y mantiene su mirada. Los ojos de la mujer viajan por su rostro, examinando su peinado y el vestido que está usando, "Es un hermoso vestido, muy apropiado para la ocasión"

Rhaena asiente. El vestido había llegado la tarde anterior junto con seis otros, presumiblemente para cada día del festival. Todos eran negros y, el que había indicado la nota que debía usar hoy, tenía bordados dragones en dorados en las mangas y parte de la falda. Ostentosos sin ser vulgares, había comentado Marianne, examinando el discreto escote. "Agradezco su preocupación al enviarme tan preciosos atuendos, majestad"

Sorpresa se pinta en el rostro de Alicent, quien frunce el entrecejo, "No fui yo quien envió vestido alguno, lady Rhaena"

"¿No? Pero pensé..." ella deja de hablar, preguntándose internamente quién tendría interés en su guardarropa. Ciertamente no podría ser el matasangre.

Alicent, quien parece haber tenido la misma idea, voltea hacia su hijo, quien aparentemente había estado atento a su conversación pues se limita a asentir a su madre.

Rhaena no puede evitar abrir mucho los ojos y sentir su corazón agitarse, su semblante palideciendo al notar que la chaqueta de Aemond tiene los mismos diseños que su vestido en el mismo tono.

Resentimiento - [Aemond x Rhaena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora