-𝟶𝟺𝟶-

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-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-

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-𝙈𝙖𝙙𝙞𝙨𝙤𝙣 𝙇𝙤𝙬𝙚𝙡𝙡-


—Mierda—

Apretó los ojos por el ruido de Meredith golpeándose contra una de las miles de cajas que no había podido meter en su habitación por la falta de espacio, girando solo para verla apoyada junto a otra pila de cajas mientras se frotaba la rodilla

—Comienzo a creer que es una buena idea buscar un lugar en donde quedarme—tarareó a la par que le entregaba la taza de café cuando la escuchó acercarse

—¿De qué hablas?, no necesitas otro lugar donde quedarte—negó antes de dar un trago de su taza—Solo necesito darle una paliza a Sloan por dejar tiradas todas las cosas en lugar de guardarlas en el sótano—señaló las cosas esparcidas por todos lados

—No lo tomes personal, Meredith; me siento como si fuera uno de esos desempleados que viven con sus padres porque no pueden hacer algo con su vida—arqueó las cejas, dándole otra cucharada de papilla a una risueña Ellis, sonriendo cuando comenzó a chillar alegremente—Además, somos demasiadas personas viviendo aquí y un bebé será demasiado—agregó

A pesar de la amabilidad de todos y de la calidez con la que fue recibida, seguía sintiéndose demasiado invasiva ante la perspectiva de añadir un pequeño ser humano en una casa con suficientes personas, sumando el hecho de que, con la cantidad de personas que iban y venían en esa casa, comenzaba a sentirse un poco hostigada, no familiarizada con tanta actividad desde que vivía en los dormitorios del internado

Nunca fue fanática del caos y el alboroto, y ciertamente eso no cambió mucho a pesar de los años

—Si tanto insistes, preguntaré si hay un apartamento libre en el edificio de Mark y Lexie—frotó su espalda

Tarareó un agradecimiento antes de seguir alimentando a Ellis, enfrascándose en una conversación casual hasta que, tras un cambio de camisa y muchos pequeños bracitos dando abrazos de despedida, se encontraron entrando al hospital para sus turnos, separándose y encaminándose a sus respectivas labores, en su caso consultas y algunos chequeos de rutina, por suerte solo pisando una vez el quirófano. Cuando tuvo tiempo, revisó algunas publicaciones de lugares cercanos, en realidad interesada en un apartamento en lugar de una casa por cuestiones que no quería pensar, encontrando algunas opciones prometedoras cercanas al hospital que se aseguró de guardar, así como recibió la promesa de Mark sobre revisar si habían pisos disponibles en su edificio para que pudiera rentar

El día siguió su curso hasta que se encontró bajando a la sala de resonancias después del almuerzo, encontrándose con su persona italiana favorita

Ah, mio piccolo caro—saludó alegremente apenas la vio, dejando de lado lo que parecía un análisis de quien supuso era una chica en pleno acto de "amor propio" a juzgar por la actividad—Entrate, avanti—movió la mano en lo que interpretó como una invitación a pasar—¿Cómo han estado tu y Il piccolo angelo?—le sonrió, moviéndose para encararla apenas se dejó caer sentada en la silla frente a la suya

Little Lowell | 𝙍𝙚𝙚𝙨𝙘𝙧𝙞𝙩𝙖 |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora