Viento y fuego - parte 1

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XX
Viento y fuego
parte 1

Pestañeaste una, dos, tres veces. Confundida, y sin lograr despertar del todo, intentaste moverte. Pero te pesaba el cuerpo, como si la gravedad se hubiese puesto en tu contra, impidiéndote siquiera cambiar de posición.

Al principio, cuando tus ojos aún no se habituaban a la oscuridad que te rodeaba, notaste el frío antes que cualquier otra cosa. No tenías miedo, porque tu mente estaba perdida en una suerte de niebla, tratando de encontrarse a sí misma y comprender qué diablos estaba ocurriendo. Entonces, una gota golpeó tu cabeza, y te diste cuenta de la humedad. Después, escuchaste una respiración cerca tuyo, y a alguien tarareando. Una voz femenina, conocida, de una persona en quien confiabas. Sin embargo, ¿quién?

Pasaron unos minutos que se sintieron como horas, y, finalmente te acostumbraste a la casi nula cantidad de luz del lugar. Te diste cuenta de que estabas en una cueva, y de que la razón tras tu incapacidad para levantarte se debía a las cuerdas que te rodeaban manos y pies. Finalmente, llegó el recuerdo, antes ahogado bajo el efecto de lo que sea que ella te hubiese dado. Ella, la dueña de la voz, y quien creíste tu amiga. Ella, la mujer en la que confiaste, y quien te había traicionado.

—¿H...huh?—conseguiste murmurar, y agradeciste no tener la boca cubierta.

Audrey se dio vuelta, mirándote de arriba abajo, con la sonrisa de alguien que sabe ha alcanzado su cometido.

—Buenos días, cariño—te saludó con descaro, y sin darte tiempo a contestar, añadió:—. Yo que tú, me quedaría calladita, a no ser que prefieras que te ponga una mordaza.

En respuesta, guardaste silencio. Definitivamente no querías eso. Te percataste de que estabas temblando, y las ganas de llorar se apoderaron de ti. Tenías miedo, por supuesto. Sin embargo, decidiste que no le darías ese gusto; el de verte débil. Incluso si tu vida corría peligro, no ibas a rogar. Jamás.

—Bien hecho—te halagó ella, prendiendo una vela que se hallaba entre las dos, lo suficiente para dar luz y que no revelara su posición—. Déjame explicarte lo que va a pasar, ¿sí?
»Verás, tuve muchísima suerte. Me infiltré hace semanas en la casa del Maestro Diluc para obtener información, nada más—dijo el nombre del pelirrojo con desdén—. ¿Tienes idea de lo molesto que ha sido ese hombre para nosotros? Bueno, ya da igual. El punto es, de todos los lugares posibles, apareciste en Mondstadt, justo donde yo estaba. Y con eso, recibí una de las misiones y oportunidades más importantes de mi vida.
»Así que me acerqué a ti, y vaya qué fácil fue—rió, y sentiste una punzada de dolor en el pecho—. Y, aunque no esperaba ser yo quien te acompañara hasta Liyue, resulta que tu amiguito estúpidamente me asignó a tu cuidado, en un patético intento para que estuvieras cómoda. ¿Cómo iba a saber él que esa menuda, débil sirvienta era parte de los Fatui?
»Lo demás fue fácil: un par de sobornos, somníferos en tu bebida y la de Emil, y una distracción. Y aquí estás.

Dolía. Su voz era tan diferente a la mujer a la que habías conocido, que dolía. Sus ojos, a la luz de las velas, parecían los de un depredador que ha dado caza a su presa, y ahora juega con ella antes de comérsela. Se había cambiado de ropa mientras dormías, y ahora, envuelta en el uniforme de los Fatui y con una Visión Anemo colgada del cinturón, parecía como si se hubiera deshecho completamente de su disfraz de dulce sirvienta.

—¿Qué vas a hacer conmigo?—preguntaste, sin poder evitarlo. Tenías que saberlo.
—¿Yo? Nada—se encogió de hombros—. Yo esperaré a que vengan a buscarte, y obtendré mi recompensa. Lo que pase después contigo no es problema mío. Pero dudo que te quieran muerta, si es lo que te preocupa.
—¿Por qué?—susurraste, no entendiendo nada—. ¿Qué hice yo? ¡¿Qué demonios quieren los Fatui conmigo?!
—Mira, chiquilla. Yo no sé mucho más que tú, porque es bastante... clasificado. Pero, como recompensa por dejármelo tan fácil, te diré una cosa: no me culpes a mí de tu destino. Culpa a la Arconte Dendro por haberte elegido como portadora.

Sin dejarte hablar otra vez, se movió con rapidez experta, poniéndote una mordaza para que te callaras.

—Y te dije que te quedaras en silencio.

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Xiao saltó de un árbol a otro, siguiendo los restos de energía Anemo que quien fuera esa mujer vestida de sirvienta dejó atrás. Con su lanza en la espalda, no se molestó en camuflar su presencia, lo suficientemente consciente de sus alrededores como para saber que no había peligro. Sin dudarlo ni un segundo, se agachó, sacando su lanza y haciendo una marca en el tronco, para guiar a las personas que de seguro vendrían buscándolas según la nota que había escrito.

Llevaba ya una hora rastreando, y, para ser honesto, estaba cansándose. Pero su instinto Yaksha le gritaba que no abandonara la persecución. No le agradaba la incertidumbre, sin embargo, entendía que esto era más grande que él. Un ser como Xiao, con forma humana más no de esa especie, más cercano a un dios o a una bestia, era capaz de percibir casi por naturaleza cuando se necesitaba de él. Y ahora, en este preciso momento, que se involucrara resultaba fundamental.

Finalmente, se encontró con una pareja de personas que le daban mala espina, quienes caminaban en la misma dirección en la que se encontraba la persona a quien estaba dando caza. La mujer le susurraba algo al hombre. El Yaksha frunció el ceño, oculto entre las hojas, y escuchó lo mejor que pudo.

—... la chica—escupió ella, claramente molesta.
—No me interesa—él encogió los hombros—.... luchar.... prioridad, la chica es problema tuyo.

Xiao fue incapaz de descifrar casi completamente lo que le contestó a la mujer al joven, hasta que distinguió una palabra en particular; una palabra cuyo significado y peso para Teyvat era demasiado como para ignorarlo: gnosis. Entonces, supo que tenía actuar. Especialmente al sentir cómo de ella venía una mezcla confusa de dos energías elementales completamente diferentes: Cryo y Pyro. La primera, casi antinatural, proveniente de algo que era similar a una Visión, más solo tenía su forma, no su esencia real. La segunda, desde cada esquina de su cuerpo, como ella misma fuese una llama ardiente, controlada solo gracias al falso artefacto que simulaba ser una Visión.

Con un ágil salto, se posicionó en frente de ambos, cerrándoles el camino. Cerró los dedos alrededor del asta de su lanza, en silencio. La mujer retrocedió un paso, sorprendida y molesta en partes iguales. ¿Y el hombre? El hombre se llevó la mano a la espalda, sacando el arco que llevaba colgado, y sonrió.

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Notas de la Autora:

No hay notas esta vez, solo paso a dejarles muchos besitos y decirles que espero tengan un excelente fin de semana uwu
Y, como siempre;
¡Feliz lectura!♡

- Kath *✲゚*

PD.: Sus comentarios, votos y cariño me dan la motivación que necesito para seguir escribiendo, muchas gracias♡ la paso increíble leyéndoles, créanme que aprecio un montón cada comentario que van dejando, hasta los emojis 🫶🏻 así que comenten lo que sea, donde sea, que disfruto infinito leerles 🥹

Enredaderas [ Tú x Diluc / Tú x Kaeya ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora