Partida

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XVII
Partida

Notas preliminares
Hola, ratitas preciosas. Les dejo un capítulo más largo hoy (2.2k palabras) e ilustrado para su disfrute. La chiquilla del dibujo es Audrey, como seguro ya habrán adivinado. Ella es, en definitiva, uno de mis personajes favoritos  dentro de la historia.
El otro es uno nuevo que aparece por primera vez en este capítulo. Espero les gusten sus diseños.
Feliz lectura♡
PS. drive para mejor calidad:
https://drive.google.com/drive/folders/1RVc42KRKdXtlhZKTbxag7-YAjFuqez6c

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Diluc entró a su estudio, y se paró frente al escritorio. La luz de la luna entraba a raudales a través de la ventana, empapando la estancia de un tono lúgubre y solitario. El hombre, tras retirarse ambos guantes, posó la mano sobre la madera, apoyando su peso en la misma, y suspiró. Se frotó los ojos con los dedos, en un intento de alejar la jaqueca que sentía venir. Estaba cansado.

Además de la cantidad absurda de acontecimientos recientes que no entendía, el dueño del Viñedo del Amanecer había tenido que lidiar con sus propias responsabilidades que acarreaba como tal. Entre eso y tender a sus necesidades corporales básicas—comer y dormir—, apenas pasó tiempo consigo mismo y sus propios pensamientos, sin ser capaz de reflexionar en torno a todo lo que ocurría, y cómo él estaba involucrado.  Ahora, en ese raro momento de quietud, no pudo evitar hundirse en sus cavilaciones.

Diluc, un hombre quien tendía a la introspección, encendió las velas de la estancia y se sentó. Cuando se encontró cómodo sobre el sillón, se sumergió finalmente en sus pensamientos.

Resultaba abrumador. Miró la marca Pyro que se dibujaba sobre el dorso de su mano, y se preguntó una vez más qué significaba; por qué él estaba relacionado contigo y con los oscuros planes de los Fatui. Desde que te salvó, no había usado su Visión, así que no tenía idea de si sufrió algún cambio tal y como tú lo hiciste. ¿Acaso él, que compartía esa marca contigo, también era capaz de usar su elemento como lo haría un Arconte? ¿Sin limitaciones ambientales? Le era sumamente difícil concebir esa posibilidad. La verdad, tampoco le apetecía mucho probar si era el caso. Temía verse aún más envuelto contigo, y desarrollar ese molesto sentimiento que intentaba por todos los medios posibles reprimir. Sin mencionar, por supuesto, el peligro que implicaba para él estar involucrado en todo ese asunto, en contra de su voluntad.

Inevitablemente, sus reflexiones se detuvieron en tu persona.

Diluc se consideraba a sí mismo un hombre justo, a pesar de que no necesariamente seguía las leyes establecidas para aplicar su idea de justicia. No le era ajeno empatizar con otras personas quienes pasaron por momentos difíciles, así que el dolor y frustración que sintió cuando tú te abriste con él unas horas no era nada nuevo. Especialmente si tenía en cuenta de que, a esas alturas, distabas de ser una extraña. Hacía ya días que sentía cierta conexión contigo más allá que la de simples conocidos, y su instinto le decía que eras de confiar. No le costó reconocer el inicio de una amistad.

Pero incluso Diluc, usualmente tan calmado y en control en torno a sus propias emociones, era capaz de admitir que aquello que crecía en su pecho era diferente a lo que sentía, por ejemplo, con Jean. Sí, lo negaba, y hasta ese momento no lo había enfrentado adecuadamente. Sin embargo, cuando te vio con los ojos enrojecidos y escuchó tu historia, pronto entendió que empezabas a importarle más de lo que era prudente. La rabia que le embargó hacia quien tú nombraste como Heath iba más allá de la que experimentaría con otras personas. Y el profundo deseo de protegerte que le invadió al sentirte temblar, junto a la naturalidad con la que posó su mano sobre la tuya, eran el inicio de un sentimiento peligroso al que no quería hacer frente.

Enredaderas [ Tú x Diluc / Tú x Kaeya ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora