IX
DesastreSuspiraste, metiendo tus pertenencias en el bolso que llevabas al trabajo. Otra jornada había acabado, y parecía como si todo fuese increíblemente poco importante en comparación a todo lo ocurrido hace dos días, cuando entrenabas bajo la tutela de Lisa y la vigilancia del Maestro Diluc. Una nimiedad, nada más. Un sinsentido. Pero entendías que, seguir en la cafetería de camarera, como si nada hubiese ocurrido, era una tapadera necesaria.
Anteayer no lograron avanzar mucho más allá que tu descubrimiento por tu increíble afinidad con Dendro. Tomando las manos de tu amiga, intentaron encontrar dentro de ti aquella energía que lanzaste la noche que todo empezó. Lisa te había dicho, en cualquier caso, que sería difícil. Era imposible, incluso con tus extrañas habilidades, que de un día para otro ya tuvieras completo control de tu elemento. Además, tu caso, insistían, era algo aislado y extraordinario. Único.
Mientras pensabas, una compañera de trabajo asomó la cabeza por la puerta.
—T/N, te buscan afuera.
—¡Oh! Muchas gracias, voy—respondiste rápidamente, y acabaste de guardar lo que faltaba.Seguro se trataba de Kaeya, a quien le tocaba irte a buscar al trabajo ese día. Él te llevaría hasta el Viñedo, en donde te encontrarías con Lisa y el Maestro Diluc. Habían acordado que, lo mejor, era que siempre estuvieses acompañada, pero no todo el tiempo por la misma persona.
Cuando saliste confirmaste tus sospechas, y saludaste al Caballero con la mano. Él te sonrió. Estaba vestido de forma casual, con una simple camisa blanca, pantalones, botas negras, y, por su puesto, su característico parche en el ojo. Si su fama no lo precediera, bien pasaría por un hombre común y corriente. Excepto porque, además de famoso, el moreno era ridículamente atractivo. Tanto, que cualquier muchacha común se sentiría nerviosa a su alrededor. Sin embargo, tu mente estaba ocupada en otras cosas, no en qué tan guapo era el Caballero al que le tocaba escoltarte.
Una vez te acercaste, él inició una conversación sin mucha dificultad. No pudiste evitar comparar su facilidad para conversar con la seriedad del Maestro Diluc.
—Me contaron que tienes una afinidad increíble. Parece que sí eras un poquito especial después de todo, ¿eh?
—¿Te contaron? ¿Tan rápido?
—Ajá—Kaeya rió—. Este tipo de cosas, obviamente, llegan a mis oídos tan rápido como ocurren.No pudiste evitar sonreír. La ligereza con que Kaeya se tomaba todo era contagiosa, y su buen humor también.
—Imagino que Jean también está enterada, entonces. ¿Hay alguien más que sepa...?
—Jean, Diluc, un par de sus sirvientes más cercanos, yo, y tú. Nadie más sabe la real naturaleza de todo el asunto—se llevó los dedos a los labios—. Imagino tú no se lo has contado a nadie, ¿verdad?
—¡No! No me interesa que el mundo se entere que, ya sabes, soy un fenómeno.Kaeya alzó una ceja, mostrándote su Visión Cryo.
—¿Estás diciendo que soy un fenómeno?
—¡Ah! ¡Sabes que no me refería a eso!—moviste las manos frente a ti, cruzándolas, dando énfasis a tus palabras.El peliazul, nuevamente, rió. No pudiste evitar unirte a él. La estabas pasando bien en su compañía, y pronto confiabas en él. Sabías que quizá era una mala idea, considerando que escuchaste de Lisa lo fácil que caían las mujeres a sus pies, pero no podías evitarlo.
Sin darte cuenta, el tiempo pasó volando, y pronto se encontraron saliendo de Mondstadt en dirección hacia la mansión del Maestro Diluc. Aprovecharon que un grupo de mercaderes iba en la misma dirección, y se unieron a ellos por mayor seguridad. Era mucho mejor que ser escoltados por un montón de guardias, puesto que levantaba menos sospechas.
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Enredaderas [ Tú x Diluc / Tú x Kaeya ]
Hayran Kurgu[AU en el que el Viajero nunca llegó a este mundo] Lectora x Diluc / Lectora x Kaeya Algunos capítulos tendrán ilustraciones originales Después de muchos recuerdos dolorosos y dificultades, finalmente dejaste Sumeru atrás y te mudaste a Mondstadt...