II
ArdeTus piernas se movían tan rápido como les era posible. Y en tu cabeza, cientos de pensamientos se arremolinaban a la vez. Debido a la adrenalina, sentías cada latido del corazón como un golpe en la garganta. ¿Qué hacer ahora? Sin importar lo veloz que fueses, tus perseguidores no te daban tregua, y no demoraban en alcanzarte, teleportándose cada ciertos segundos cerca de ti.
A lo lejos, veías la salida a una calle principal. ¿Te escucharía alguien si gritases por ayuda? O, más importante aún, ¿acudirían a tu rescate?
Abriste la boca e inhalaste, lista para alzar la voz cuanto te lo permitieran los pulmones. Sin embargo, antes de que lograses musitar palabra, una silueta oscura salió desde uno de los callejones frente a ti. Esta tenía forma humana, y cargaba un objeto grande, el cual parecía ser un arma. Sin saber si se trataba de un enemigo o aliado, seguiste corriendo en su dirección.
Su silueta indicaba la de un hombre alto y delgado. Llevaba una extraña máscara que le cubría al menos la mitad del rostro. Su cabello, largo y recogido detrás de la cabeza, a la luz de la luna aparentaban ser color sangre, o quizá marrón. No estabas segura, y no te detuviste a analizar su apariencia en detalle. Rápidamente, decidiste que el desconocido era más confiable que los Magos del Abismo que venían detrás gritando quién sabía qué cosa en su idioma. Así que pensaste en pedirle socorro, pero él, notando tus intenciones, se llevó el dedo índice a la boca, pidiendo tu silencio.Sin saber por qué, le hiciste caso. Él se dirigió hacia ti rápidamente, pasando por tu lado, y posicionándose detrás de ti, entre los Magos y tú. Te detuviste en seco, sin saber qué hacer.
Uno de los Magos pareció darle instrucciones al otro, el cual se teletransportó frente a ti, rodeándote junto al extraño. Este último desenvainó lo que ahora identificaste como una espada de dos manos, y se dirigió a ti:
—Quédate cerca, y callada —ordenó. Su voz era grave, y su tono frío y calmado.
Hiciste caso.
Ambos enemigos materializaron sus escudos, y sentiste cómo la temperatura del ambiente bajó. Si bien imaginabas que se trataba de Magos Cryo por sus túnicas, no estabas cien por ciento segura hasta este momento.
De pronto, tu alrededor se iluminó con un brillo carmesí. Detrás de ti, sentiste que emanaba calor. Inevitablemente, quitaste tus ojos del Mago, y viste, sorprendida, que la espada del extraño se incendiaba. Asumiste, entonces, que se trataba de un poseedor de una visión Pyro. Estabas un poco más aliviada. Eso significaba una gran ventaja para ambos.
El hombre levantó su arma, golpeando el escudo del primer Mago, el cual no logró romper. Este último le lanzó trozos de hielo que terminaban en punta, con el objetivo de herirlo.
Mientras, el Mago que estaba a tu lado inició una suerte de danza, seguramente preparando un hechizo.El enmascarado esquivó uno de los pedazos, y golpeó otro que iba en tu dirección. Sin embargo, este no se fundió del todo con el fuego de su espada, y se partió en fragmentos más pequeños. Uno de estos te hirió el brazo, casi quemándote la piel por el frío. Te quejaste debido al dolor súbito, distrayendo a tu salvador, quien miró hacia ti justo a tiempo para apartarte del hechizo que preparaba el otro Mago.
—¡Cuidado! —Exclamó este, empujándote a un lado.
Desde abajo, emergieron varias estalagmitas, justo donde te encontrabas hacía tan solo un instante. Caíste al suelo, y te levantaste rápidamente.
Mientras, el hombre se lanzó hacia tu atacante, logrando romper el escudo de este, gracias al calor de su arma. El Mago se derrumbó, temporalmente aturdido. El desconocido aprovechó la oportunidad para derrotarle, sin dudar un segundo cuando su espada cayó sobre el enemigo.
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Enredaderas [ Tú x Diluc / Tú x Kaeya ]
Fiksi Penggemar[AU en el que el Viajero nunca llegó a este mundo] Lectora x Diluc / Lectora x Kaeya Algunos capítulos tendrán ilustraciones originales Después de muchos recuerdos dolorosos y dificultades, finalmente dejaste Sumeru atrás y te mudaste a Mondstadt...