𝐄𝐥 𝐂𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐂𝐚𝐬𝐚 𝐐𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 ✰ 𝑭𝒆𝒍𝒊𝒑𝒆 𝒙 𝑩𝒍𝒂𝒔

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Blas siguió la misma rutina de todos los días, Pero está vez tan pronto como terminó los quehaceres de la casa se metió a la ducha para darse un baño de agua tibia y se cambio.

Quería ver a sus padres, pues desde que se había mudado no los habia visitado y moria de ganas a su papá como se movia su bebe.

Iba a salir cuando miro a Elena peinando a Claudia  con cariño, no dijo nada y siguió su camino.

— ¿A dónde vas? — Pregunto la mayor, okay no iba hacer fácil salir de ahí. Blas aún estaba molesto por lo de anoche.

— Iré a ver a mis padres.

— ¿Felipe te dió permiso?

Blas arrugó el entrecejo "perdón, ¿Que?" Quiso decirle.

— ¿Porque Felipe tendría que darme permiso? El no es mi dueño.

— No se trata de ti Blas, no todo gira alrededor tuyo. Me guste o no llevas a mi “nieto” — Elena hizo unas comillas — No puedo dejar que andes por ahí sin nada más, además, muéstrame tus bolsillos.

— ¿Mis bolsillos? ¿Para que?...Oh cree que robe algo.

— Después de lo de anoche no se que pensar y no se si puedo confiar en ti.

Claudia se hizo bolita alejándose poco a poco, lo menos que quería era meterse en una disputa de ellos, mejor lejos.

Blas apretó sus puños con indignación.

— Está bien, ya entendí que no le agrado, pero el sentimiento es mutuo asi que no se preocupe, no me he robado nada, soy pobre, pero soy una persona decente.

— Una persona que enreda a un hombre para casarse con el no puede ser alguien decente. — Eleba toma el jugo de naranja en sus manos como si no hubiera dicho nada malo o fuera de lo normal.

— Váyase a la mierda — Le respondió Blas sacándole el dedo del medio.

Elena abrió grande sus ojos con indignación.

— Viste, ese niño no tiene modales.

Blas había salido demasiado rápido como para ser sermoneado.

Claudia solo miro a otro lado sin decir nada.

Blas estaba a ponerse de rodillas y rogarles a sus padres asilo. Amaba a Felipe Pero no soportaba a su suegra.

Fácilmente podría ir a la habitación de su suegra en la noche mientras dormía y ponerle una almohada en la cara para asfixiarla.

Pero no hizo nada, sonrio a sus padres, les dijo que estaba todo bien y que era feliz y dejo que el tiempo corriera lo suficiente para que se hiciera tarde y no tuviera que regresar a casa por lo menos esa noche.