Capitulo 17

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Los cuatro estaban completamente exhaustos del viaje pero no dejaron de caminar. Segun las indicaciones de Cedric ya quedaba poco para llegar al valle de los duendes. Habian pensado en rodearlo pero era geograficamente imposible. Debian de pasar si o si por aquel valle. A diferencia de Cedric, los tres estudiantes estaban algo nerviosos por lo que el avispador les habia contado. ¿Que artimañas usarian los duendes para reternes? La pregunta resonaba en sus cabezas como un eco incesante.

En la lejania divisaron un gran valle verdoso. Galatea penso que si no fuera por las criaturas que lo habitaban seria realmente hermoso. Se acercaron al valle apunto de desfallecer del cansancio. Habian sido dos dias muy largos. Llegaron a la entrada del valle y delante de ellos se erguia una estructura de madera similar a la entrada de un templo japones.
A primera vista el valle parecia completamente vacio. Los cuatro se sorprendieron de que no hubiera absolutamente nadie para recibirlos. De repente, una figura minuscula aparecio ante ellos con una brillante sonrisa. Le llegaba por las rodillas a Galatea.

-Tres hadas y un avispador. Hacia tiempo que no gozabamos de una visita tan agradable. Os podeis quedar aqui el tiempo que deseeis.

-Solo estamos de paso. -Cedric intento imitar la sonrisa del duende pero la incomodidad le salia por los poros.

-Adelante. Pasad, no tengais miedo.

Los cuatro siguieron al duende por aquella extraña entrada y se quedaron pasmados al ver lo que habia en el otro lado. Habia un gran pueblo lleno de casas construidas en formas caprichosas adornadas con hongos y flores silvestres. El aroma a tierra humeda y la risa juguetona llenaban el aire mientras los duendes iban de un lado a otro. Todos parecian prepararse para una fiesta muy importante.

- Habeis llegado justo en el momento que celebramos el dia de de los pequeños guardianes del valle. Osea nosotros! Hoy es nuestro dia. - El duende amplifico su caracteristica sonrisa.

-Es un honor asistir a vuestra fiesta. -Dijo Caleb intentando parecer educado.

Los cuatro se habian quedado pasmados del ambiente festivo que se habian encontrado. Los duendes no parecian seres malignos como contaban las leyendas. En sus rostros podian ver amabilidad y alegria.

Alrededor de una gran hoguera, un grupo de duendes trabajaba diligentemente, colgando guirnaldas de hojas y flores, mientras otros afinaban sus instrumentos musicales, listos para animar la noche con sus melodias alegres. Mientras tanto en una parte del valle, un grupo de duendes jovenes practicaba sus mejores pasos de baile, riendo y jugando mientras se preparaban para impresionar a los demas con su gracia y destreza. Con cada duende ocupado en su tarea, la emocion y la anticipacion llenaban el aire, prometiendo una noche magica llena de diversion y celebracion.

El grupo siguio al duende por las calles estrechas del pueblo hasta que llegaron a una gran casa tan singular como las demas.

- Podeis pasar la noche aqui. Vamos entrad!

Los cuatro estaban reticentes pero no podian negarse ante la amabilidad del duende. Entraron en el hogar el cual parecia sacado de un cuento de hadas. Los muebles estaban tallados a manos en madera de roble, habia alfombras tejidas con hojas y flores, y estanterias llenas de libros antiguos y frascos de pociones misteriosas. En un rincon, una chimenea crepitaba suavemente, emanando un calido resplandor que iluminaba las paredes decoradas con pinturas de paisajes naturales y retratos de ancentros duendes.

El duende los dirigio hacia una habitacion en la cual habia cuatro camas perfectamente tendidas. Eran de tamaño humano perfectas para los cuatro. El grupo dejo sus pertenencias encima de las camas.

- Obviamente estais invitados a la fiesta de esta noche. Debeis de estar hambrientos! Se servira un gran banquete donde podreis comer todo lo que querais.

Los cuatro decidieron aceptar la invitacion con mucho gusto. Durante los dos dias que llevaban viajando sus provisiones se habia visto algo mermadas. Creian que la mejor decision era aceptar la comida que les habian ofrecido. El duende se fue dejandoles solos.

- Vaya esto si que no me lo esperaba! ¿Donde estan los malignos duendes de los que hablabas Cedric? - Dijo Alex con una sonrisa divertida.

- Todo esto es muy extraño. - Respondio Cedric rascandose la barbilla.

-¿Seguro que estamos en el camino correcto? ¿Seguro que este es el valle de los duendes malignos?- Las dudas atormentaban a Caleb.

- Creo que simplemente debemos de estar alerta en todo momento. No se si deberiamos aceptar su invitacion a la fiesta...Quizas deberiamos de marcharnos de aqui lo antes posible. Ya hemos conseguido entrar

- ¿ Como vamos a negarnos Galatea? Nos han recibido con mucha amabilidad y hospitalidad.

- No podremos salir de aqui hasta mañana entre todos estos preparativos. - Dijo Cedric.

- Lo mejor es que nos integremos y disfrutemos de la noche. - Alex volvio a sonrio

Todos miraron a Alex quien no podia disimular su entusiamo en conocer a los pequeños duendes. La joven hada ya estaba hechizada por el encanto de estos.

Poco tiempo despues los cuatro finalmente decidieron salir pues el hambre apremiaba. A la salida de la casa les esperaban cuatro hermosos duendes todos con una sonrisa en el rostro.








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