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Lynesse ayuda a la reina a leer cartas y responder estás, ambas sentadas cerca de una ventana para recibir buen aire.

El vientre abultado de la reina hace que se le complique mucho más el inclinarse hacia la pequeña mesa de té donde están las cartas que debe ponerle su firma.

—Ahg, Lyn, ¿me ayudas, por favor?

—Por supuesto, majestad.

Le entrega la carta que estaba tratando de agarrar y le tiende una pluma con tinta, firma rápidamente por lo que la castaña sella la carta y la deja con las demás que debían ser entregadas al maestre para que los cuervos las enviaran.

—¿Qué sería de mi sin ti, Lyn?

—Probablemente tendría un problema menos —bromea a lo que la reina ríe.

—Nunca serás un problema para mi familia, te aprecio mucho, Lyn, quiero que sepas eso —la voz de la reina suena algo maternal cosa que hace que los ojos de lady Lynesse empiecen a picar.

—Yo también la aprecio mucho, majestad. Agradezco que me haya puesto bajo su cuidado cuando mi tío abuelo me quería mandar devuelta a Antigua.

—No es necesario que agradezcas por eso, tú presencia en la fortaleza es vital para la felicidad de Rhaenyra y por lo tanto también para la mía —sonríe de manera amable, pues la reina era todo menos ciega ante los sentimientos de los demás. Pasa sus manos por su gran vientre acariciándolo —Planeo que este sea mi último embarazo y sé que va a ser muy difícil, por lo que quiero que estés a un lado de Rhaenyra en todo el proceso. Sabes que ella se preocupa mucho.

—No debe preocuparse por eso, majestad. Acompañaré a Rhaenyra en el proceso y trataré de informarle todo para que no se deje llevar por sus pensamientos más catastróficos.

Ambas vuelven a sus deberes y cuando ya tienen todas las respuestas listas, Lynesse se encarga que un guardia se las entregue al maestre.

Prepara con delicadeza un sillón para que la reina pueda estar mucho más cómoda.

—Ah, Rhaenyra —la princesa entra junto con su dama de compañía a los aposentos de su madre —Sabes que no me gusta que vayas a volar mientras estoy en esta condición.

—No te gusta que vaya a volar mientras estés en cualquier condición.

—Su gracia —saluda Alicent haciendo una leve reverencia.

—Buenos días, Alicent.

—¿Dormiste? —pregunta Rhaenyra tomando asiento a un lado de Lynesse, haciendo que apropósito sus piernas chocaran.

—Dormí.

Rhaenyra mira a Lyn esperando que diga algo, pero está solo asiente a las palabras de la reina, pues durmió, aunque sea un ratito.

—¿Cuánto tiempo?

—No necesito que me cuides, Rhaenyra.

—Bueno, aquí estás, rodeado de asistentes, todos enfocados en el bebé. Alguien tiene que atenderte.

—Tengo a Lyn, ella me asiste, me ayuda con mis deberes y me cuida. No debes preocuparte. Además, muy pronto te acostarás en esta cama, Rhaenyra. Esta incomodidad es la forma en que servimos al reino.

—Prefiero servir como caballero y cabalgar hacia la batalla y la gloria.

La reina no puede evitar soltar una pequeña risa, muchas princesas y lady's decían lo mismo, pero ninguna acababa logrando eso. El deber siempre era más importante y más fuerte.

—Dar a luz es nuestro campo de batalla. Debemos aprender a enfrentarlo con labio rígido. Ahora toma un baño. Apestas a dragón.

La princesa asiente y deja un beso en la mejilla de su madre. La reina se inclina un poco y toma la mano de Lynesse.

—Acompáñala, sabes que no me agrada del todo Alicent —susurra.

Lynesse asiente para caminar detrás de la princesa. Ambas se dan miradas para nada discretas, pero al ver como varios hombres y mujeres nobles las saludan dejan de mirarse y guardan silencio.

—¿Cómo estuvo el vuelo? —pregunta Lyn acercándose tímidamente a Rhaenyra, tratando de que el espacio entre ellas disminuya.

—Increíble como siempre —la princesa entrelaza su mano con la hija de la Voz de Antigua —Deberías acompañarme uno de estos días, como en los viejos tiempos.

Rhaenyra olvida un poco la presencia de Alicent y se enfoca en Lynesse, como está consideraba la propuesta.

—Luego de que tú madre de a luz podríamos ir a Rocadragón, una ida y vuelta.

—Si, así te puedo mostrar los huevos de dragón que están allí.

—Rhaenyra —llama Alicent —Recuerda que debes asistir al pequeño consejo, eres la copera del rey.

La princesa suelta un leve gruñido y se despide de ambas Hightowers para ir a cumplir su deber.

Alicent continúa caminando a un lado de su sobrina hacia la habitación que implementaron en la Fortaleza Roja para rezarle a los 7. Al perder a sus madres a una temprana edad recurrieron a la fe, Alicent reza y Lynesse conversa con los 7. La religión en algo que las mantiene unidas.

—Ten —Lyn le pasa una almohadilla para las rodillas a su tía así podían arrodillarse sin problema.

Ambas rezan en silencio, ambas rezan por cosas tanto iguales como diferentes.


***


La torre de la mano siempre ha sido un lugar que le ha inquietado a Lynesse, siempre ver a su tío abuelo entre tantos papeles que definen el futuro de muchos en el reino.

Ella ya sabía por qué la mando a llamar, él sabía que ella sabía la razón. No había que dar explicaciones.

—En resumen. La casa Greyjoy insiste en algún compromiso, pero me seguiré negando por la diferencia de creencias. Tyland Lannister también a pedido tú mano y es uno de los mejores candidatos. Un joven de la casa Beesbury, pero no me parece adecuado. Harwin Strong es el heredero de Harrenhal, pero se dice que está maldito y no voy a mandarte a un lugar maldito. La casa Redwyne...

Lynesse deja de escuchar y mira como una de las cartas abiertas trae la insignia de la casa Targaryen, se inclina levemente y puede leer el nombre de Daemon. Su corazón se acelera un poco.

—¿Por qué la carta del príncipe Daemon está con las cartas rechazadas? —pregunta interrumpiendo a Otto.

—Ya tiene una esposa.

—Aegon tenía dos esposas...

—Por los 7, ¿las clases con la septa no te están sirviendo? Ya sabes por qué no hay más matrimonios con más de un conyugue. Además, el príncipe Daemon no te respetaría, te maltrataría.

No, no lo haría —piensa Lyn.

Cierto Targaryen que escuchaba todo detrás de una pared hace una mueca molesta. Tenía que deshacerse de Otto o ir a pedirle al rey directamente la mano de la joven Hightower.

—Tienes que elegir pronto, o lo haré yo por ti. Te daré un año, si no eliges a nadie en ese tiempo yo elegiré. Puedes retirarte.

Lady Lyn asiente y se levanta de la silla para salir rápidamente de la habitación, sentía que vomitaría en cualquier momento.

Su respiración se acelera un poco por lo que empieza a disminuir su andar y a tratar de respirar de una manera más calmada, así se sentiría mucho mejor.

Apoya su espalda en un pilar que está a un lado de una gran ventana recibiendo bastante aire. 

The Queen -HOTDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora