Segunda parte: A la deriva.
Su vejiga la despertó en medio de la noche. Miyeon abrió sus ojos legañosos y los frotó. Un vistazo rápido le mostró que el otro lado de la cama estaba vacío. Taeyong no estaba en la cama de nuevo.
Ella frunció los labios y se sentó con dificultad. Dios, ella estaba sólo de siete meses y medio, pero se sentía como un pequeño elefante. No estaba segura de sí podría soportar otros dos meses de esto. Tal vez realmente deberían haber esperado, como Taeyong había querido: tenían suficientes problemas ya sin un bebé en la mezcla. La reacción de Taeyong ante su embarazo no había sido tan buena como Miyeon lo había esperado. Su humor parecía estar deteriorándose mientras que el embarazo avanzaba y ella no era la única que lo había notado. Gracias a Dios, el gerente de relaciones públicas al menos había logrado acallar el escándalo causado por el comportamiento de Taeyong durante el partido inaugural de la temporada, él había plantado el rumor de que Taeyong sólo estaba tomando la noticia de la renuncia de su médico con dificultad. La prensa había aceptado la explicación: la historia de la recuperación milagrosa de Taeyong por su lesión en la médula ósea era ampliamente conocida. Fue una buena explicación.
Fue una buena explicación porque era la verdad.
A veces ella deseaba que no lo fuera.
Miyeon dejó escapar un suspiro. Para ser completamente honesta, ella se había alegrado un poco cuando se enteró de que Jaehyun estaba dejando Inglaterra.
Le gustaba Jaehyun –era imposible para él resultar desagradable y tampoco resultaba hiriente el que fuera increíblemente agradable a la vista– pero su relación con Taeyong siempre la hizo... sentirse incómoda. Para llamar al pan, pan, ella siempre se había sentido un poco celosa de lo cerca que estaba de Taeyong. Sabía que sus celos tenían poco sentido. Jaehyun podría ser gay, pero su relación era completamente platónica; Taeyong era tan recto como una flecha y la amaba. Excepto...
Excepto que había algo que tenía la relación de Taeyong con Jaehyun que faltaba en la de ella y Taeyong: intimidad emocional. Taeyong podría estar enamorado de ella y desearla, pero él nunca se abrió por completo a ella. Incluso cuando estaban acostados desnudos después de hacer el amor, ella podía sentir algo separándolos. Algo intangible, pero que estaba allí. A Taeyong no le gustaban los abrazos después del sexo de todos modos; él no era del tipo acariciador y sensible, bueno, a menos que fuera con Jaehyun. Con Jaehyun se convertía en un acariciador sensible pulpo y se acurrucaba contra él en cada oportunidad. Racionalmente, comprendía porqué Taeyong se sentía tan cómodo cuando Jaehyun lo tocaba: teniendo en cuenta el hecho de que había estado paralítico por meses, probablemente se había acostumbrado a tener las manos de Jaehyun sobre él a diario. Solo era natural que confiara tanto en su ex fisioterapeuta. No era nada por lo que estar celosa.
Miyeon miró el lado vacío de la cama nuevamente e hizo una mueca. ¿A quién estaba engañando? Ella sabía por qué se sentía celosa de Jaehyun.
Taeyong podría estar enamorado de ella, pero él no la necesitaba. Cuando estaba triste, era a Jaehyun a quien recurría. Jaehyun era el único al que necesitaba.
Los labios de Miyeon se torcieron al recordar el partido contra Arsenal la temporada pasada. Había sido un torneo muy importante en Londres y el equipo del Chelsea había perdido gracias a la dudosa decisión del árbitro de anular el gol de Taeyong. Decir que Taeyong estaba enojado y molesto sería no decir nada. Miyeon trató de consolarlo, pero él le gritó que lo dejara solo y que no quería compañía, así que decidió dar un paseo y darle unos minutos para calmarse. Cuando regresó diez minutos más tarde, se encontró con Taeyong acurrucado junto a Jaehyun, su expresión tranquila y relajada mientras que Jaehyun le acariciaba la espalda y le susurraba algo al oído. Miyeon se quedó congelada, sintiéndose ajena, viendo algo de lo que nunca podría ser parte.