Miyeon puso a su hijo en la cuna con tanto cuidado como pudo antes de enderezarse y limpiarse la frente.
Miró su reloj y se sorprendió un poco al descubrir que solo era medianoche. Se sentía como si Jisung hubiera estado llorando por horas hasta que finalmente se agotó y se durmió hace unos minutos.
Bostezando, se puso una camiseta limpia y fue al baño. Dios, estaba exhausta. Sus brazos le dolían, la espalda le dolía, y solo pensar en un colchón suave hacía a sus entrañas cosquillear. Quizás debería haber escuchado a sus amigos y contratar una niñera a tiempo completo.
Para cuando regresó al cuarto, Taeyong también había vuelto. Estaba sentado en la cama, con una sonrisa aturdida en el rostro.
Miyeon llegó a una repentina conclusión. No podía recordar la última vez que lo había visto sonreír tan ampliamente.
—¿Buenas noticias? —dijo ella en voz calma, mirando el teléfono que él tenía agarrado en la mano.
Taeyong la miró y sonrió. Y por un momento, se olvidó de su agotamiento, de las noches de insomnio, del dolor en la espalda, y sintió una sacudida de atracción. La emoción parecía extraña ahora. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que ella había sentido algo que no fuera irritación, resentimiento e ira? Últimamente todo lo que ellos parecían hacer era pelear y discutir.
—Sí, —dijo, mirando nuevamente su teléfono—. Jaehyun acaba de llamar.
Su corazón le dio un vuelco. —¿Jaehyun?
—Sí. —Taeyong sonrió de nuevo, su cara llena de emoción y alegría—. Él va a regresar.
—Oh.
Taeyong saltó de la cama y comenzó a caminar por la habitación. —Obviamente necesitará un par de semanas para hacerse cargo de las cosas y necesitará un... —Él frunció el ceño—. La Dra. Sharon tiene el trabajo de Jaehyun ahora, sin embargo. Pero Jaehyun es mucho mejor que ella, seguramente la junta lo verá, ¿y le devolverá el trabajo? Tal vez si hablo con del dueño del club...
Miyeon negó con la cabeza con una sonrisa. —No puedes estar hablando en serio. Fue elección de Jaehyun irse. La Dra. Sharon es la médica principal del club ahora. No puedes hacer que la pobre mujer sea despedida sólo porque quieres que Jaehyun consiga su trabajo de nuevo.
Taeyong parpadeó un par de veces, como si ni siquiera se le hubiera ocurrido que lo que estaba contemplando pudiera ser algo malo. —Correcto, —dijo—. Tendré que pensar en algo más.
—No tienes que pensar en nada, —Miyeon dijo, cruzando los brazos sobre el pecho—. Jaehyun es un adulto, es un profesional muy respetado, y estoy segura de que es plenamente capaz de encontrar un buen trabajo sin tu ayuda.
—Ya sé eso, —murmuró, frotándose la mano detrás de su cuello—. Obviamente. Sólo quería que él consiga su antiguo trabajo y estuviera con... —Él se calló de golpe.
—¿Y estuviera contigo todo el tiempo? —Miyeon terminó en voz baja.
Taeyong pasó de un pie al otro, viéndose incómodo y con algo de vergüenza.
Pero no lo negó.
Miyeon se sentó en la cama y se quedó mirando la cuna de Jisung sin comprender. Dios, ya no estaba siquiera sorprendida. Y estaba demasiado cansada como para sentir ira o celos. La verdad sea dicha, una parte de ella se sentía aliviada. Se había alegrado cuando Jaehyun se había ido, pero no había tenido ni idea cuánto esto afectaría su relación con Taeyong, y no en un buen sentido. Había pasado un mes más o menos, desde antes del nacimiento del bebé, cuando Taeyong había hecho un esfuerzo por esconder de ella el que todavía se sentía como la mierda –no es que hubiera tenido demasiado éxito– pero después del nacimiento de su hijo, las cosas sólo se habían puesto peor. El comportamiento desinteresado y malhumorado de Taeyong la volvía loca y ella a menudo terminaba deseando que Jaehyun estuviera allí para lidiar con él, porque ella no sabía cómo hacerlo y en ocasiones le resultaba difícil que le importe. Era bastante irónico que ella hubiera deseado que Jaehyun se fuera, pero ahora que lo tenía a Taeyong para ella sola, se sentía harta de todo y estaba bastante segura de que él sentía lo mismo.