Jaehyun se sentó en el bar, acunando una cerveza y tratando de ignorar la canción de amor cursi que reproducía la Rockola. Podía sentir unas cuantas miradas interesadas sobre él, pero no se atrevía a hacer lo que había venido a hacer: elegir alguien, tener sexo, y superar todas las ilusiones que le quedaban. Porque aparentemente, todavía le quedaban algunas, incluso después de todos estos años. Fue bastante jodidamente patético.
Alguien ocupó el banco a su lado. —¿Un día largo? —una voz masculina murmuró.
Jaehyun volvió la cabeza.
—Soy Harry, —dijo el tipo.
Él era atractivo, aunque no exageradamente, veinti-pocos, cabello castaño claro y ojos verdes. Lo suficientemente cerca.
—¿Quieres salir de aquí? —preguntó Jaehyun.
Los ojos de Harry se abrieron un poco antes de que él se lamiera los labios. —¿Tu lugar o el mío?
—El tuyo, —dijo Jaehyun, bajando su cerveza.
El viaje hasta la casa del chico fue corto. Harry trató de tener una charla superficial, pero Jaehyun no estaba de humor para hablar. No estaba realmente de humor para nada, pero sería igual aquí o allá. Algunas cosas tienen que hacerse.
Cuando llegaron a la casa del tipo, Jaehyun lo empujó sobre la cama y le dijo que se desnudara.
—Mandón, —le dijo Harry con un guiño, pero hizo lo que le ordenó.
Jaehyun se desnudó también. No podía quitarse de encima la sensación de desapego, como si estuviera fuera de su cuerpo, sólo viendo todo suceder.
—Vaya, eres por lejos el tipo más caliente que he visto en mi vida, —dijo Harry, arrastrando su mirada por el cuerpo de Jaehyun y persistiendo sobre su polla. El aprecio puro en su mirada se sentía bien para variar. Taeyong nunca lo miró de esa manera. Taeyong nunca iba a mirarlo de esa manera.
Apretando los dientes, Jaehyun se sacudió el pensamiento. Era inútil pensar en ello. Taeyong nunca le podría dar esto. Para Taeyong, él no era nada más que un amigo íntimo y un pseudo-protector, alguien seguro e inofensivo. Para Taeyong, nunca sería un objeto de deseo.
Para Harry, lo era. Sus ojos verdes (casi como los de Taeyong) estaban vidriosos por la lujuria. —Mierda, en serio, eres tan caliente. Supongo que es mi día de suerte. Ven aquí, fóllame. No te preocupes, me preparé a mí mismo por si acaso. —El tipo abrió las piernas y comenzó a masturbarse—. Vamos.
Jaehyun deseaba que se callara. La voz del chico estaba mal y crispaba sus nervios. Su polla de hecho se ablandó y Jaehyun tuvo que sobarse a sí mismo para endurecerla.
Molesto consigo mismo, cogió un condón.
Su teléfono celular sonó.
—Ignóralo —el tipo dijo con impaciencia.
—No puedo. Soy doctor. Podría ser importante. —Jaehyun sacó su teléfono fuera del bolsillo de su chaqueta y se quedó mirando el identificador de llamadas.
Taeyong.
Jaehyun consideró ignorar la llamada, pero ¿a quién quería engañar? Él nunca podría ignorar a Taeyong. Respondió.
—Jae, regresa.
Jaehyun frunció el ceño. La voz de Taeyong sonaba extraña. —¿Ocurre algo?
Una pausa.
Entonces, —Estoy enfermo. Me duele el estómago.
Su corazón se aceleró, Jaehyun recogió sus vaqueros. —¿Qué tipo de dolor? ¿Agudo o punzante, calambres, cólicos, un dolor sordo? ¿Cualquier otro síntoma? ¿Fiebre?
—Yo... Yo siento náuseas y estoy asustándome. Solo regresa. Duele.
—Quizás deberías llamar a una ambulancia–
—No quiero una ambulancia. Te quiero a ti.
Jaehyun se deslizó dentro de su camisa. Sabía que era inútil discutir con Taeyong: era un gran bebé cuando se enfermaba y odiaba ser atendido por nadie aparte de él. —Está bien, dame una hora para volver. Pero si se pone peor, llama a una ambulancia, y esa es una orden, ¿entendido?
—Sí, —Taeyong dijo y colgó.
—¿En serio? ¿Te vas? —Harry dijo con un bufido.
—Sí, —dijo Jaehyun, cerrando la cremallera de sus jeans—. Lo siento, —dijo distraídamente, agarrando su chaqueta, y abandonando el departamento.
—¡Imbécil!
Probablemente se lo mereciera, pero Jaehyun no era capaz de obligarse a que le importe, mientras se metía en su coche y se iba. ¿Podría ser apendicitis?
A mitad de camino, llamó a Taeyong pero no respondió, lo que lo puso aún más ansioso.
Los neumáticos chirriaron cuando finalmente se desvió en el camino de entrada y golpeó los frenos frente a su casa. Jaehyun saltó del coche y corrió hacia la puerta delantera.
—¿Taeyong? —gritó tan pronto como estaba dentro. La sala de estar estaba vacía, y se dirigió a la habitación de Taeyong. Estaba vacía también—. ¿Tae?
Frunciendo el ceño, se dirigió a su propio dormitorio.
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