Taeyong se quitó la chaqueta y miró alrededor de la habitación llena de gente, su corazón latiendo tan rápido que se sintió un poco mareado por un momento. No debería estar aquí. ¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Por qué había escuchado a Ten, de entre todas las personas?
Porque eso es lo que querías desde el principio, le susurró una voz en el fondo de su mente. Porque Ten sólo fue el último empujón que necesitaba. Porque Jaehyun se había equivocado. El tiempo no ayudaba. En todo caso, se sentía más como la mierda con cada día que pasaba, perdiendo el interés por todo. Incluso el fútbol. Incluso su hijo. Incluso Miyeon. Ya no podía negar que algo andaba mal con él. Podía recordar su amor por el fútbol, su atracción y amor por Miyeon, sus sueños de una familia, pero ya no podía sentir ninguna de esas cosas más. Era como si algo estuviera roto dentro suyo, algo que había dejado de funcionar bien. A veces se preguntaba si no habría desde siempre algo fundamentalmente mal en él, y que Jaehyun fue el motivo de que haya podido sentir amor en absoluto. Solía ser feliz con Miyeon, pero él estaba acostumbrado a recibir un abundante amor de Jaehyun en simultáneo. Podría haber subestimado cuanto su relación con Jaehyun afectaba su estado de ánimo y sus relaciones con otras personas. Ahora que Jaehyun se había ido, ya no podía sentir nada más –nada, aparte de su sensación de incompleto y desconexión con el mundo. Joder, estaba peor que arruinado.
Y la peor parte era que, al parecer, Jaehyun no se sentía de la misma forma. Aparentemente Jaehyun estaba bien. Más que bien. Aparentemente estaba demasiado ocupado besándose con algunos estadounidenses como para echarlo de menos en lo absoluto.
—¡Hola! ¿Buscando a alguien?
Taeyong se estremeció y volvió la cabeza. Un tipo rubio lo miraba con curiosidad, pero no había ni siquiera un destello de reconocimiento en sus ojos. Aquí, del otro lado del charco, pocas personas lo reconocían.
—Sí, de hecho, —dijo Taeyong—. ¿Jaehyun?
—Creo que está en la cocina. —El chico hizo una seña a su izquierda—. Soy Mark.
Murmurando su agradecimiento, Taeyong se dirigió hacia allí, con las piernas un poco inestables.
Frenó de golpe en la puerta de la cocina.
Jaehyun no estaba solo. Tenía ha alguien –Kim Doyoung– sobre él. Se estaban besando. Las manos de Jaehyun estaban en el culo del chico y Kim gemía, prácticamente en celo contra Jaehyun, sus dedos en el cabello de Jaehyun.
Por un largo, doloroso momento, se sintió como si el corazón de Taeyong le dejara de latir. Tenía problemas para respirar. Así que era verdad. Todo era cierto.
Debe haber hecho algún ruido ya que Jaehyun terminó el beso y volvió su cabeza.
Jaehyun se quedó completamente inmóvil. Sus miradas se encontraron y el ruido de la fiesta pareció desvanecerse. El corazón de Taeyong martilleaba en sus oídos.
—Oye, eres Lee Taeyong
Taeyong se obligó a apartar los ojos de Jaehyun para mirar a Kim. Casi se echó a reír, aunque diversión no era la emoción que sentía mientras miraba al chico. Se imaginó que la única persona que lo habría reconocido en los Estados Unidos sería Kim.
—Sí, ¿y tú eres? —Taeyong sabía que estaba siendo desagradable y no le importaba. Él nunca había afirmado que fuera una buena persona, y no iba a empezar a hacerlo por el bien de este idiota.
—Este es Kim Doyoung, mi novio, —dijo Jaehyun, poniendo un brazo alrededor de Kim.
Tragando, Taeyong miró la mano en la cadera de Kim antes de levantar los ojos a la cara de Jaehyun. Expresaba muy poco. No podía leer a Jaehyun en absoluto, y eso dolía. No se suponía que iba a ser así. Cuando imaginó –soñó– ver a Jaehyun de nuevo, él nunca pensó que sería así. No se suponía que iba a mirarlo con desinterés y tener a algún rubio oxigenado apretado contra él.