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|ANNIE|
Si tuviera que señalar culpables, definitivamente me señalaría a mí.
Todo esto nunca hubiera pasado si no fuera porque soy una imbécil.
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Lo conocí en cuando trabajaba en la biblioteca. Armin, quince años, ojos azules y un hermoso cabello dorado. Al principio solo cruzábamos algunas palabras, recuerdo que solía enviarlo a limpiar las estanterías que los niños tiraban cuando recién comenzaba para no tener que hacerlo yo.
Yo estaba en plena crisis existencial, no sabía qué hacer con mi vida a mis veinte años. Quería dedicarme a algo relacionado con la música, pero todos me decían que iba a morir de hambre. Mientras decidía mi futuro, juntaba dinero trabajando en la biblioteca y luego de unos meses haciéndolo sola, Armin llegó.
Un joven tonto y con muchas ilusiones que ni siquiera había terminado la escuela.
"Olvidaste tu identificación en la biblioteca"
Me envió ese mensaje un martes en la noche mientras limpiaba el departamento que mis padres pagaban por mí. Pero fue tan solo el comienzo de todo.
De pronto y sin que me diera cuenta, comencé a olvidar mi identificación al menos una vez a la semana, Armin siempre me la devolvía. Me enamoré de sus increíbles habilidades culinarias y de las delicias que traía al trabajo para almorzar, comíamos a escondidas intentando la jefa, no nos encuentre merendando en la biblioteca.
Creí que era nada más que una amistad del trabajo, después de todo él y yo íbamos a pasar mucho tiempo juntos a partir de ahora, era bueno que nos llevemos bien. Además, Armin era un niño más que interesante. Me hablaba de moda y costura con la misma pasión con la que yo le hablaba de música y ambos nos escuchábamos mutuamente mientras el otro se expresaba. Era mágico.
