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2 de marzo de 2018
|LIDDY|
Estaba trabajando en la disquería como de costumbre junto a Mikasa, no habíamos tenido muchos clientes ese día, pero si uno que otro adolescente rogándole a su madre para que le compre un vinilo de Taylor Swift, lo normal.
Recibí una llamada de mi mejor amigo, Armin, en horas de trabajo. A nuestro jefe no le gusta que usemos el celular, así que simplemente nos colocamos en una esquina al lado del mostrador para que las cámaras no nos capten hablando por teléfono o jugando al Candy Crush; parecemos señoras de 40 años.
—¿Hola?— Respondí la llamada luego de ocultarme de la vista de las cámaras.
—¡Liddy! ¿Estás ocupada hoy?— La voz aguda y llena de energía de Armin contrastaba con mi horrible estado de humor.
—De hecho sí.
—¿Es muy importante?
—Tengo una cita.
Pude sentir como un brillo de emoción y sorpresa irradiaba del cuerpo de Mikasa solo por decir la palabra "cita". Sus ojos se clavaron en mí, esperando pacientemente a que terminara mi conversación para poder ahogarme con sus preguntas.
—¿Una cita? ¿Con quién?— Había olvidado que Armin era exactamente igual a Mikasa con respecto a estos temas. Estaba atrapada entre dos chismosos, si uno no preguntaba, el otro lo iba a hacer. No había escapatoria.
—Es solo un chico— Respondí.
—¿Quién es? ¿Es de tu universidad?
Armin comenzó con la ola de preguntas.
—No, es solo un chico.
—¿Es el joven con el que hablabas en la estación de servicio?— Mikasa arrojó la bomba. Si mentía tendría que inventarme una excusa, ya que no se quedarían satisfechos con mis palabras.
—Sí, es él.
Mikasa soltó un pequeño grito de emoción mientras daba pequeños saltos en su lugar y agitaba las manos como una niña pequeña
—¡¿Qué chico?!— Exclamó Armin.
—Solo es un conocido.
Mikasa me quitó el teléfono de las manos y comenzó a hablar con mi amigo, posiblemente gay.
—Cuando volvimos del viaje y paramos en la gasolinera, Liddy estuvo un buen rato hablando con un chico de cabello negro.
La llamada ni siquiera estaba en altavoz y aun así pude escuchar los gritos de emoción de Armin. Tomé devuelta mi teléfono para terminar la charla de una vez por todas.
—Solo le acepté la salida porque me va a pagar un helado.
El aura de emoción que irradiaba el cuerpo de Mikasa se desvaneció en unos segundos, frunció el ceño y me observó estando totalmente decepcionada de mí. También pude escuchar un "oh..." proveniente del otro lado del teléfono. Estos homosexuales se emocionan por nada.
