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25 de febrero 2018
|LIDDY|
Estábamos besándonos apasionadamente en el sofá de nuestro departamento compartido, Pieck acariciaba mis pechos por debajo de mi blusa sin dejar de prestar atención a mis labios. No voy a mentir, adoraba el sabor de su labial de cereza y la forma en la que daba dulces caricias en mi cuerpo, me sentía cálida estando en sus brazos.
No estoy muy segura de cuando empezó todo esto, pero atender los deseos a Pieck luego de un día estresante en su carrera de medicina se había vuelo un hábito. Ella solía llegar a casa muy agotada después de una larga jornada de estudio, y simplemente me arrastraba hasta su habitación para poder liberar toda esa frustración acumulada conmigo. Ese día fue muy duro para ella, lo sé porque ni siquiera aguantó hasta llegar a la cama, me empujó al sofá y atacó mi boca sin molestarse en preguntar. Pero ahí estaba yo, dispuesta a satisfacer sus deseos, ya que al final de todo esto, podría disfrutar de un cálido abrazo de su parte.
—Buenos días, chic... oh— Mikasa interrumpió nuestro momento romántico entrando al departamento con bolsas del supermercado en sus manos. Pieck chasqueó la lengua y frunció el ceño tan pronto como escuchó su voz —Lo siento.
La disculpa de Mikasa no sonaba tan verosímil, pero no es la primera vez que nos encuentra haciendo ese tipo de cosas. Mi amante se levantó del sofá y caminó furiosa hasta su habitación
—¡Pieck, espera! Podemos seguir en otro momento.
—No, ya se me fueron las ganas.
Se encerró en su cuarto con un portazo que se escuchó en cada esquina del departamento. Suspiré pesadamente, estaba triste de no poder atender sus deseos ese día. Me recosté una vez más en el sofá con la mirada perdida.
—Disculpa, Liddy— Mikasa actuaba más amable conmigo, nunca entendí por qué odiaba tanto a la pelinegra, ambas se veían como un fastidio constante.
—Está bien, otro día será— No estaba bien, quería estar con Pieck, pero ella ahora andaba muy enojada y no iba a querer verme ni en pintura. Giré mi cabeza y pude ver como mi amiga luchaba por levantar las bolsas pesadas y colocarlas en la mesa —Déjame ayudarte.
Me acerqué a ella y juntas logramos alzar las bolsas llenas de productos. Mikasa siempre se encarga de hacer las compras de la semana para todas en el departamento, es muy amable de su parte, sobre todo teniendo en cuenta que es la más ocupada de las tres.
—Oye, linda, ¿sabes en qué estuve pensando?— Dijo mientras ordenaba la comida recién comprada.
—Si es respecto al chico con el que estaba hablando ayer, no.
—Oh, vamos, quiero saber quién es. ¿Es tu novio?
—¡No! Qué asco...
Mikasa puso los ojos en blanco y continuó sacando las compras mientras yo me limité a ordenar un poco el lugar. Desde que nos fuimos de vacaciones la casa era un desastre, Pieck invitó a varios de sus novios al departamento y ninguno de ellos se molestó en limpiar. No la culpo, está muy cansada como para hacerlo ella misma, y no es tanto trabajo ordenar en su lugar.
