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Enzo se despertó con una sonrisa, y por un segundo pensó que estaba durmiendo con Marcos.

Ese pensamiento lo asustó, pero pronto notó que era porque tenía puesto su buzo. Hasta que Rojo no fuera a reclamarlo, Enzo no lo pensaba devolver. Lo lamentaba por Marcos, pero no.

Fue a hacerse el mate, y vio la bolsa que le había dejado Marcos el día anterior. Llegó cansado a su casa ya que luego de la ecografía, en la que, para su gran miedo y sorpresa, se descubrió que eran mellizos (aún no sabia el género), Marcos lo llevó a diversos lados para entretenerlo. Cayó rendido apenas llegó a su casa, por supuesto.

—¿Qué me habrá dejado? —susurró y se acercó a la bolsa. El aroma de Marcos lo golpeó y sonrió.

«Alfa, alfa, alfa» gimoteaba su omega interior. Decidió no darle bola, suponiendo que era porque su omega extrañaba a su anterior alfa.

Agarró la bolsa y la abrió, soltando un chillido al ver lo que contenía. Ropita de bebé.

Como no podía ser de otra forma, Marcos les había comprado unas camisetas de Boca que Enzo no pensaba ponerles, pero también, entre otras cosas, ropas blancas o de los colores claros que Enzo amaba, zapatitos tejidos, e incluso vio un body rojo y blanco, que lo enamoró completamente.

Agarró su celular y le mandó unos corazones a Marcos, suponiendo que entendería.

Hasta que llegó la contestación de Marcos cuando Enzo estaba mirando una película:

Mar: te gustaron?

Yo: menos la camiseta de Boca, lo otro sí.

Mar: ahora voy a tener que comprar otra para mi otro sobrino.

Yo: Ni se te ocurra, Rojo. ¿Sabés qué tenés que hacer ahora? Venir acá y mimarme.

¿Le había costado mandarle eso sin parecer desesperado o algo así? Sí, y mucho. Sentía que molestaba al pedirle a Marcos que vaya a estar un rato con él aunque se hayan visto ayer.

Capaz que sí molestaba.

Capaz que sí molestaba y Marcos hacía todo eso por lástima.

Una parte de él se creía todo lo que se estaba diciendo (la misma parte que le decía que Scocco tenía razón en todo lo que le decía, principalmente cuando le decía "sos un inutil, nadie te va a querer y te vas a quedar solo, no servís ni para darme cachorros"). Nunca le había contado a Marcos lo que le había dicho Scocco, y no pensaba hacerlo porque no quería más problemas. Ya tenía suficientes.

Notó que las lágrimas caían cuando escuchó la puerta abrirse, y se las limpió mientras pensaba en echarle la culpa a la película que estaba mirando.

—Enzo. —La voz preocupada de Marcos resonó en el departamento, y se acercó al omega para abrazarlo.

Enzo pasó los brazos por el cuello de Marcos, escondiéndose en su pecho. Marcos pasó los brazos por su cintura para atraerlo hacia él.

—¿Estás bien? Me pediste que venga —le dijo Marcos.

Enzo tartamudeó una respuesta, pero luego logró calmarse y habló bien:

—Estoy bien, perdón si molesto, y-yo...

—No, no, no —lo detuvo Marcos, separándose un poco—. No molestás, Pequitas. Nunca me vas a molestar.

—¿N-No? —susurró Enzo, mirándolo.

—No —dijo Marcos, suavemente, para luego acariciar su panza con mucho cuidado—. Ni vos ni ellos.

Enzo ronroneó, cerrando sus ojos.

—Gracias —le dijo.

—¿Por qué? —preguntó Marcos sin mover su mano de allí.

Enzo señaló la ropita tirada en la otra punta del sillón, y Marcos sonrió.

—Ahora tengo que comprar otra camiseta de Boca —dijo.

—No, ni se te ocurra —negó Enzo—. Si le vas a comprar una que no sea de River, comprale de Estudiantes de última, no les voy a poner una de Boca.

—Que ortiva —sonrió Marcos, y se agachó para hablarle a los bebés. Cuando se dio cuenta de lo que estaba por hacer, se separó enseguida y miró con timidez a Pérez.

—Hacelo —prácticamente rogó Enzo—. Por favor.

Marcos besó su mejilla y se acomodó para empezar a hablarles. Tan ensimismado estaba, que no notó que Enzo había empezado a llorar ante sus tiernas acciones.

—El tío Marcos los está esperando, hermosos —les decía, y Enzo volvía a llorar en silencio.

Un buen rato después, Enzo notó que Marcos estaba muy callado. Miró hacia abajo, sólo para ver a su amigo dormido, con la cabeza apoyada en su vientre y las manos alrededor del mismo.

Le sacó una foto, notando que Marcos no había dicho nada de que el buzo del omega era suyo.

Marcos soñó con los cachorros, soñó que era el padre de esos cachorros, algo que no comprendió.

Ayudándote |Marenzo|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora