Enzo se sorprendió cuando, al poco tiempo y mientras cuidaba a las nenas como todos los días, Morena se le acercó y le dijo con timidez:
—¿Q-querés ir a mi cumple?
Enzo quiso contestar que sí enseguida, pero se trabó y no le salió la respuesta. More pensó que le quería decir que no, así que hizo puchero y apartó la mirada.
—More —consiguió llamarla Enzo un ratito después. Se arrodilló a su lado cuando la cachorra lo miró—. Sí. Sí quiero ir, sólo que me sorprendió que me quisieras invitar.
—¿Por? —susurró Morena, abrazándolo.
—Me conocés hace poco y eso... —susurró Enzo, encogiéndose de hombros.
—Pero me caés bien —sonrió More—. Y papá te quiere, entonces yo también.
Enzo apartó la mirada sintiendo como sus mejillas ardían. More lo abrazó, y el omega le correspondió con suavidad.
—Gracias —susurró Enzo.
—De nada —sonrió ella, besando su mejilla.
Enzo se levantó con la cachorra en brazos y riéndose. Sonrió mientras la abrazaba y dejaba en el piso.
–0–
A la noche, Marcos entró a la casa y estuvo por saludar, hasta que vio una imagen que lo enamoró (por más que más tarde lo negara): en la pieza, Enzo estaba dormido junto a las tres cachorras. Morena estaba acurrucada cerca del vientre de Enzo, con una mano sobre el mismo; Martina y Luna, acurrucadas en su pecho.
Marcos los miró desde la puerta de la pieza sin entrar, ya que no podía entrar al nido del omega sin permiso y mucho menos sin ser su alfa. Suspiró con una sonrisa mientras observaba a Enzo, quien dormía con una sonrisa que hacía rato no veía.
Se veía tan lindo dormido así. Marcos tenía tantas ganas de acercarse y abrazarlo y poder dormir así con él, como estaban sus cachorras...
Se puso en alerta cuando notó que Enzo, todavía dormido, olfateaba y se movía un poco. Su parte alfa le decía que se acerque y lo cuide, pero su parte racional le decía que no podía hacer eso.
Enzo hizo un ruidito al despertarse, mientras miraba hacia la puerta. Marcos le devolvió la mirada. El omega intentó levantarse (con cuidado para no despertar a las nenas), pero la manito de Luna aferrándose a su remera lo detuvo.
—Mamá —escuchó que decía ella.
Enzo se sorprendió al escuchar esa palabra, y sintió una pequeña calidez en su pecho. Acarició con suavidad el cabello de la cachorra, y besó su frente.
—Tranquila, princesa, estoy acá —susurró, acercándola a su cuello.
O más bien, susurró su omega.
Luna se acomodó, volviendo a dormirse profundamente. Enzo miró a Marcos, sabiendo que no podría levantarse sin despertarlas, y le hizo una seña para que se acerque.
Marcos se mordió el labio y, con timidez, entró a la pieza y se acercó a Pérez.
—¿Querés que me las lleve? —le susurró Marcos.
Enzo gimoteó mientras negaba y rodeaba lo más posible a las cachorras con sus brazos. Marcos los miraba con corazones en los ojos: ver a Enzo en ese rol tan maternal, cuidando de sus hijas, era... lo más lindo del mundo.
—¿Cómo se portaron?
—Perfectas —sonrió Enzo—. ¿El trabajo? —le preguntó.
—Bien —Marcos se encogió de hombros—. Te extrañé.
Las tres cachorras se movieron al mismo tiempo, y Enzo intentó quedarse quieto.
Marcos lo ayudó a salir de la cama sin despertarlas (el mayor se aseguró de dejarles algo con su olor para que no se despierten), y fueron en silencio a la cocina.
—Se portan re bien —susurró Enzo, mientras buscaba lo que le había guardado.
Pero se quedó helado cuando sintió los brazos de Marcos a su alrededor, y el aroma del alfa cubrirlo.
—Gracias —susurró, con la boca contra su oído y estremeciendo a Enzo.
Colocó sus manos en su vientre como hacía siempre, y en ese momento ocurrió una primera vez para ambos: uno de los bebés pateó.
Enzo sintió ese pequeño movimiento, y miró a Marcos, quien lo miraba asombrado y con cariño (y algo más). Volvió a acariciar, y un bebé volvió a patear.
Enzo tartamudeó algo, y nunca supieron si quiso decir "Marcos" o "alfa", que en ese momento hasta podría ser lo mismo.
Miró a Marcos, y descubrió que estaba lloriqueando. Evidentemente, ver a sus nenas dormidas con Enzo, y que ahora uno de los cachorros pateara cuando lo tocaba, era mucho para él.
Marcos lo abrazó, y a Enzo nunca le habían dicho algo tan lindo:
—Te prometo, les prometo, que no van a sufrir nunca más. Ni ellas ni yo vamos a dejar que les pase algo... Sos increíble, no sé cómo agradecerte por cuidarlas.
Enzo tembló en los brazos del alfa, y cerró los ojos aferrándose a él. ¿Era... parte de la familia de Marcos? No quería hacerse ilusiones, pero con el alfa así era complicado.
—No te vayas nunca —pidió Enzo.
—Te amo —escuchó que decía Marcos, con una mano sobre su panza.

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Ayudándote |Marenzo|
RomanceDonde Marcos Rojo ayuda a Enzo Pérez a criar a sus cachorros. [Comienzo: 02/03/2024]